Redactor de Internacional. Aprendí a cubrir economía en Argentina, aunque mi pasión siempre ha estado en Reino Unido y EEUU, en las que me centro actualmente, porque si algo no son precisamente estos dos países es aburridos. Estudio sobre el bitcoin y el universo de ideas y fraudes que ha crecido alrededor en mis ratos libres.

Tras recibir el encargo de formar Gobierno de manos del rey Carlos III, Rishi Sunak, ya oficialmente nuevo primer ministro británico, ha tomado la decisión que se daba por hecha: mantener el cambio de rumbo económico que su predecesora, la breve Liz Truss, fue obligada a tomar hace dos semanas. Y el símbolo de que la ortodoxia sigue adelante ha sido la ratificación de Jeremy Hunt en el cargo de ministro de Hacienda.

Al final, la batalla para designar al próximo primer ministro británico no pasó de la presentación de candidatos. Rishi Sunak, el candidato que perdió contra Liz Truss tras avisar del desastre que traerían sus políticas, ha sido aupado por la clara mayoría de sus compañeros como la mejor solución para arreglar ese mismo estropicio. Su mandato es la última oportunidad del Partido Conservador para evitar la catástrofe: o reconoce la realidad y se pone las manos a la obra, o los 'tories' se enfrentan a una larga, muy larga temporada de irrelevancia política.

La dimisión de Liz Truss nos deja un hito: la campaña de primarias de la que salió victoriosa duró 55 días, pero su etapa en Downing Street solo ha durado 45. Una situación que el partido no quiere que se repita de nuevo. En su lugar, el objetivo es celebrar unas primarias exprés que duren solo 7 días. Y en ellas, uno de los favoritos para ganar no es otro que Boris Johnson.

Hace más de una década que los grandes ideólogos del 'Brexit' llevaban planeando este momento. Liz Truss y Kwasi Kwarteng, por aquel entonces diputados rasos, escribieron un libro titulado Britannia Unchained en el que argumentaban que lo que necesitaba el país era liberarse de las cadenas de Bruselas para derogar regulaciones, bajar impuestos y convertir al país en el "Singapur en el Támesis", un país ultraliberal que aplastara a la envejecida y ultrarregulada Unión Europea. Y todo fue según lo previsto: el Brexit se hizo realidad tras años de batalla y, en septiembre de 2022, la pareja por fin se hizo con los mandos del país para hacer realidad su sueño. Y el duro despertar ha llegado tras apenas 45 días, con el país en medio de una crisis financiera y el Partido Conservador ardiendo por los cuatro costados.

Los ciudadanos de los Estados Unidos tienen una cita con las urnas, una cita que podría cambiar el rumbo de la economía mundial. El 8 de noviembre se celebran los comicios de mitad de mandato que servirán para reforzar el poder de Biden sobre el legislativo o para arrebatárselo en favor de los republicanos. Normalmente, estas elecciones suelen preceder subidas en bolsa debido a la certidumbre política que suelen arrojar. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta fecha será clave porque marcará la capacidad que tenga la Casa Blanca para tomar medidas ante una crisis histórica.

Este martes, la sensación en Westminster era que algo raro pasaba: nadie había dimitido, nada había estallado, no hubo ninguna rueda de prensa que concentrara todas las miradas. La sensación es que no podía durar mucho tiempo. Y era correcto: este miércoles, la ministra del Interior británica, Suella Braverman, ha dimitido, en un nuevo golpe contra la primera ministra, Liz Truss, que ha convertido una votación sobre el 'fracking' en una moción de confianza sobre su Gobierno.

Netflix ha arrasado con todas las previsiones. Los resultados trimestrales presentados por la firma de entretenimiento este martes han sorprendido muy positivamente a los inversores. Los beneficios superan en casi un 50% las previsiones marcadas por el mercado al lograr 3,10 dólares por acción frente a los 2,13 esperados. Los ingresos han sido de 7.930 millones de dólares frente a 7.837 millones esperados, superando también esta marca. Por último, ha logrado más que duplicar la cantidad de nuevos suscriptores esperados, con 2,41 millones frente a 1,09 millones.

Hace unos días, el semanario británico The Economist sentenció que el capital político de la (todavía) primera ministra británica, Liz Truss, había durado lo mismo que "una lechuga en un supermercado". Este jueves, tomando esa comparación de forma literal, el tabloide Daily Star cogió una lechuga, puso una cámara vigilándola 24 horas, y abrió apuestas para ver quién aguantaba más, si Truss en Downing Street o la lechuga sin pudrirse. En un intento de batir a su verdura rival, Truss decidió esta mañana sacrificar a su ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, y dar un giro brusco a su política fiscal. Pero los mercados no parecen haberse creído el giro: desde su anuncio, el bono a 30 años ha rebotado más de 60 puntos básicos, volviendo a acercarse al 5%, y la libra se ha dado la vuelta para caer contra el dólar.

Tras sacrificar a Kwesi Kwarteng como ministro de Hacienda, la primera ministra británica, Liz Truss, ha nombrado en su lugar a Jeremy Hunt para culminar su giro a la ortodoxia económica. En la última década, ha tenido experiencia como ministro de Cultura, Sanidad y Exteriores, y es considerado como una figura respetable en el Partido Conservador. Su único problema es que es partidario de bajar los impuestos aún más que Truss, precisamente el motivo de la crisis que sacude a su Gobierno.

Este viernes lleva dos semanas y media marcado en rojo en el calendario de los mercados internacionales. Hoy es el día en el que el Banco de Inglaterra (BoE) dejará de comprar bonos, poniendo fin a la intervención que puso en marcha el pasado 28 de septiembre ante la subida disparada de la rentabilidad de la deuda británica y el hundimiento de la libra. La causa detrás de aquel pánico fueron los presupuestos anunciados por el Gobierno de Liz Truss, que dispararon el gasto y redujeron los ingresos con una bajada histórica de impuestos. Y ahora las miradas se fijarán en el Ejecutivo: ¿darán marcha atrás al plan?