La dimisión de Liz Truss nos deja un hito: la campaña de primarias de la que salió victoriosa duró 55 días, pero su etapa en Downing Street solo ha durado 45. Una situación que el partido no quiere que se repita de nuevo. En su lugar, el objetivo es celebrar unas primarias exprés que duren solo 7 días. Y en ellas, uno de los favoritos para ganar no es otro que Boris Johnson.
Con el país sumido en un profundo caos, y con el anuncio de los nuevos presupuestos que sustituyan a los que destruyeron a Truss planificado para el día 31, los 'tories' quieren resolver la sucesión en cuestión de días. La idea que está circulando es que solo se permita un máximo de tres nominaciones, que requieran de al menos 100 avales cada una (hay 357 diputados conservadores). Si hay tres candidatos, el próximo lunes los diputados votarán y se eliminará el que sume menos apoyos. Entonces (o si solo dos pasan la línea de las 100 nominaciones) será el turno de la militancia, que tendrá 48 horas para votar por internet. El objetivo es que esté todo resuelto el próximo viernes.
La lista de candidatos potenciales sobre la mesa en estos momentos es relativamente breve: en cabeza está Johnson, que ya acumula una decena de apoyos públicos, que defienden que es la "única persona que tiene un mandato del electorado". El problema, por supuesto, es que tuvo que dimitir después de que su propio grupo parlamentario le consideraran inaceptable por el escándalo de las fiestas y por haber nombrado de número dos de la disciplina del partido a una persona acusada varias veces de abusos sexuales, lo que llevó a dimisiones masivas. Y que el Comité de Ética del Parlamento le juzgará el próximo mes por haber mentido a la Cámara sobre sus juergas: si es declarado culpable, perderá su escaño y el hipotético puesto de primer ministro. A su favor, el hecho de que es la persona más popular entre la militancia: si llega a la ronda final, probablemente gane. Varios diputados ya han avisado de que podrían pasarse a la oposición o abandonar el partido si eso ocurriera.
En segundo lugar se sitúa Rishi Sunak, el ex ministro de Hacienda cuya dimisión precipitó la caída de Johnson. En las primarias que ganó Truss, Sunak fue el favorito entre los diputados, y su perfil como un gestor competente, capaz de subir impuestos para cuadrar las cuentas, es uno de los mejores para calmar al mercado. En contra, que también fue multado por la policía por las fiestas de Johnson, que su mujer fue cazada eludiendo impuestos, y que gran parte de la militancia no le puede perdonar que tumbara a Johnson.
Por último, está Penny Mordaunt, que quedó tercera en aquella votación, perdiendo ante Truss la plaza en la ronda final por apenas 5 apoyos. Su ventaja es que es una buena oradora y que es capaz de arrastrar a un gran número de diputados moderados que creen que Sunak está demasiado quemado. Su debilidad es que no tiene mucha experiencia en el Gobierno: fue ministra de Desarrollo Internacional durante año y medio y de Defensa durante 84 días en los Gobiernos de Theresa May.
El plan más mencionado por los diputados es una coalición entre Sunak y Mordaunt, en el que uno de los dos sea el primer ministro y el otro se lleve una de las grandes carteras de Estado: que Sunak sea ministro de Hacienda o Mordaunt de Exteriores. El problema es que Johnson va por libre, y que no aceptará hipotecar un segundo Gobierno con nadie más. Si decide presentarse, habrá guerra.
El Partido Conservador, de todas formas, necesita poner fin a su guerra interna cuanto antes. Su desplome en las encuestas está alcanzando niveles en los que podría acabar en cuarta posición en las próximas elecciones. Y una nueva crisis de Gobierno en los dos años que quedan de legislatura sería insoportable. Esta es la última oportunidad, y el tiempo corre.