
Los ciudadanos de los Estados Unidos tienen una cita con las urnas, una cita que podría cambiar el rumbo de la economía mundial. El 8 de noviembre se celebran los comicios de mitad de mandato que servirán para reforzar el poder de Biden sobre el legislativo o para arrebatárselo en favor de los republicanos. Normalmente, estas elecciones suelen preceder subidas en bolsa debido a la certidumbre política que suelen arrojar. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta fecha será clave porque marcará la capacidad que tenga la Casa Blanca para tomar medidas ante una crisis histórica.
La recesión parece ya inevitable en Estados Unidos. El último estudio de Bloomberg muestra que el 100% de los encuestados afirma que habrá una recesión en los próximos 12 meses. Mientras esto sucede el IPC aún se mantiene alta, con un 8,2% pese al retroceso de los combustibles, con una inflación subyacente en máximos desde 1982. Ante este escenario, la Reserva Federal plantea fuertes alzas de tipos de interés. Su propia hoja de ruta apunta a que las tasas terminarán el año sobre el 4-4,25%.
Todos esos problemas se encontrarán, según las encuestas, unas cámaras divididas. El próximo mes estarán en juego todos los escaños de la Cámara de Representantes y 35 escaños de los 100 del Senado, actualmente empatado a 50 y donde la vicepresidenta, la demócrata Kamala Harris, tiene el voto de calidad para desempatar. Las encuestas dan aproximadamente un 80% de probabilidades de que los republicanos ganen una o las dos cámaras en juego, y un 20% de que los demócratas mantengan su mayoría (un porcentaje similar al que tenía Donald Trump de ganar en 2016, por lo que, aún improbable, está lejos de ser imposible).
Una probable división del Congreso paralizaría cualquier tipo de medida polémica. Como ocurrió entre 2011 y 2016, con Barack Obama, y entre 2019 y 2020, con Trump, la aprobación de leyes se limitaría a los asuntos menos espinosos, que puedan obtener un amplísimo apoyo entre los dos partidos, y a las leyes que deban aprobarse obligatoriamente, como los presupuestos.
Biden lo sabía, y por eso los demócratas aceleraron la aprobación urgente de sus grandes medidas durante el verano: la ley de inversión en la industria de chips, con la que espera plantar cara a China; el paquete milmillonario de inversión en gasto climático y una reforma fiscal.
Y en el mes y medio que hay entre las elecciones y la apertura de las nuevas sesiones, es probable que se apruebe una reforma del sistema electoral para las presidenciales, para evitar que se repitan las maniobras de Trump en 2020 para intentar cambiar los resultados en varios estados clave en los que perdió, o la legalización formal del matrimonio homosexual, que hasta ahora solo existe por la jurisprudencia del Tribunal Supremo, y que, como el aborto, podría ser derogado por ese mismo órgano si no se aprueba una ley nacional al respecto.
Por el momento, el líder del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ha avanzado que está dispuesto a bloquear la renovación del techo de deuda, el respaldo legal que permite al Gobierno emitir bonos del Tesoro para financiarse, para presionar a Biden a hacer concesiones. En 2014, los republicanos ya intentaron usar este mecanismo para forzar a Obama a retirar su ley sanitaria estrella, lo que llevó al país a caer en un 'default' técnico hasta que la oposición reculó. McCarthy también ha dicho que quiere reducir el apoyo militar a Ucrania, que hasta ahora equivale al 3% del presupuesto del Pentágono.
Una nueva batalla fiscal que lleve al país a un 'default', por muy parcial o técnico que sea, difícilmente ayudaría a calmar al mercado de bonos, que está en máximos de 15 años, con el bono a 10 años rondando el 4,1%.
En cualquier caso, los expertos no coinciden en qué significará para Wall Street esta 'batalla' en un congreso dividido. Mientras unos opinan que una Casa Blanca sin poder legislativo puede llevar al país a una partida de póker cargada de peligros entre ambos partidos, otros opinan que una parálisis en Washington puede liberar a los mercados de los miedos procedentes de la política y buscar el rebote fijándose solo en las acciones de la Fed.
"Una partida de Póker de alto riesgo"
Los analistas de MFS temen que esta situación provoque una parálisis porque "si los republicanos ganan el control del Senado, más aumentos significativos en el gasto y alzas en los impuestos son poco probables". A pesar de que Biden pisó el acelerador al aprobar sus medidas ,os expertos remarcan que tras las elecciones "podría haber una segunda mitad de mandato con un potencial estancamiento legislativo", en el que "o hay un acercamiento con los republicanos o habrá una partida de Poker de alto riesgo entre ambas partes para lograr concesiones políticas de los demócratas a cambio de votar a favor en medidas impopulares".
Libby Cantrill, Directora de Políticas Públicas de PIMCO, defiende que ellos ven probable un control republicano de la Cámara de Representantes y, en cualquier caso, habrá ligeras mayorías que provocarán "menos apoyo fiscal, más supervisión de la Administración y más volatilidad política en torno a las tareas más habituales del Congreso, como la financiación del gobierno y el aumento del techo de la deuda".
Callie Cox, analista de eToro, explica que ve las elecciones como un punto de inflexión clave para el mercado de valores debido a que "la composición del Congreso podría determinar cómo se abordan las principales cuestiones" que afectan a la renta variable. Entre todas las leyes que están en el horizonte, Cox señala "la futura regulación para criptoactivos, controles sobre las commodities o leyes antimonopolio" además de que "con la inflación haciendo estragos" es posible que sean necesarias "soluciones fiscales para ayudar a aliviar el lado de la oferta". Desde eToro remarcan que "en estos tiempos tumultuosos, podría aumentar la montaña de incertidumbre a la que se enfrentan los inversores, principalmente porque es más difícil aprobar medidas con dos partidos diferentes en control de las cámaras".
Adiós mayorías, adiós extremismos
George Brown, economista de Schroders, defiende que si los políticos de ambos partidos consiguen un mal desempeño "este sería el mejor resultado para los inversores". El motivo es que "el bloqueo en el Capitolio favorecería los activos de riesgo. El hecho de verse obligado a llegar a un compromiso sirve para moderar las inclinaciones más extremas de cada partido, lo que proporciona un telón de fondo político más estable para los inversores". Brown defiende esta tésis con datos alegando que "la renta variable estadounidense ha registrado de media unos beneficios anuales del 12,9% cuando un presidente ha tenido que lidiar con un Congreso dividido. Esto se compara con un aumento más modesto del 6,7% cuando un presidente demócrata ha controlado ambas cámaras".
François Rimeu, estratega senior de Française AM coincide en que un congreso dividido puede fortalecer a los inversores. "en nuestra opinión, es sobre todo "ruido" que tiene poco o ningún impacto a largo plazo. A lo sumo, el hecho de que los demócratas ganen las dos cámaras probablemente conducirá a un mayor gasto que, a su vez, podría llevar a una subida de los tipos de interés y del dólar". Tesis a la que se suma Christophe Foliot, gestor del fondo Edmond de Rothschild Fund US Value que afirma que "si el Congreso sale dividido pocas reformas podrán llevarse acabo" y eso redundará de forma positiva con "un menor riesgo legislativo, algo que suele gustar a los mercados" aunque "no supondrá un gran cambio para los inversores".
Matt Miller, economista político y Chris Buchbinder, gestor de renta variable de Capital Group también defiende que estas elecciones "seguirán la estela de las anteriores", en las que la bolsa y la volatilidad aumentaron al poco tiempo debido a la mayor certidumbre. "Los mercados han tendido a subir con fuerza en los meses posteriores. Y esa subida, que suele comenzar poco después del día de elecciones".
"Lo que pasé apenas afectará a Wall Street"
Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance defiende que, independientemente de las elecciones, veremos un mercado al alza a posteriori debido a que "gran parte de las noticias negativas ya están descontadas en los precios como muestra el grado de pesimismo de inversores analistas y asesores, que es ya similar al que hubo en la crisis financiera y en el COVID". Al margen de esto cree que los comicios podrían influir dando más certidumbre porque "los mercados siempre han subido coincidiendo con estas elecciones".
Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G, remarca que será una fecha clave independientemente del resultado pues afectará a los próximos movimientos no solo del Gobierno, sino de la Reserva Federal. Pero la política no tendrá prácticamente importancia. La influencia de las palabras de Jerome Powell sobre el rumbo de la economía hace que "no comunicaría ningún cambio unos días antes de las elecciones" y, por lo tanto, supondrán un antes y un después en los movimientos del banco central. Además, remarca que estos comicios "siempre son una fuente de incertidumbre que es positivo despejar antes de final del año".
Pase lo que pase, los inversores de todo el mundo clavan sus pupilas en la fecha del 8 de noviembre. Con una crisis que podría ser histórica a las puertas de la mayor economía del mundo, saber cuales son los pasos que dará la Casa Blanca pueden aliviar la carga de unos inversores que llevan un año de pesadilla, con caídas del 22% en el S&P 500, cifras no vistas desde el año 2008. Unas cámaras divididas, el escenario más probable, abrirían la puerta a una ola de incertidumbre política para los mercados que llega en el peor momento posible.