Economía

Rishi Sunak: un multimillonario para reconocer la realidad y sacar a Reino Unido del pozo fiscal

  • Deberá gestionar el daño económico provocado por el Brexit y por Truss
  • En su etapa como ministro, ya subió los impuestos para cuadrar las cuentas
  • El partido está traumatizado y no se esperan más batallas intestinas
Rishi Sunak celebra su elección como líder conservador. Foto: Reuters

Al final, la batalla para designar al próximo primer ministro británico no pasó de la presentación de candidatos. Rishi Sunak, el candidato que perdió contra Liz Truss tras avisar del desastre que traerían sus políticas, ha sido aupado por la clara mayoría de sus compañeros como la mejor solución para arreglar ese mismo estropicio. Su mandato es la última oportunidad del Partido Conservador para evitar la catástrofe: o reconoce la realidad y se pone las manos a la obra, o los 'tories' se enfrentan a una larga, muy larga temporada de irrelevancia política.

Sunak (Southampton, 1980) cuenta con un perfil rompedor en muchos sentidos. Es el primer hijo de inmigrantes indios y el primer ministro más joven desde 1770, superando en juventud a Tony Blair y David Cameron por un año. También es uno de los más ricos: trabajó en Goldman Sachs y su mujer es heredera de la familia fundadora de la firma india Infosys, y su riqueza conjunta está valorada en 730 millones de libras, según la lista de The Times. Según las encuestas, que es rico es lo principal que la gente conoce sobre él. Y sobre su cabeza circulan dos escándalos: la elusión de impuestos que mantuvo su mujer durante años, y el hecho de que Sunak participara en una de las famosas fiestas de Downing Street durante la pandemia. 

Pero más allá de su etnia o su patrimonio, Sunak destaca por dos motivos políticos. Por un lado, es el primer líder británico que es un creyente activo en el Brexit desde el primer día: Theresa May y Truss votaron por permanecer en la UE, y Boris Johnson reconoció haber escrito artículos a favor de ambas opiniones antes de decidirse por el Brexit como la mejor forma de avanzar su carrera política. Sunak es un verdadero creyente desde el primer momento. Y la segunda clave es que es el primero que llega al poder desde el Ministerio de Hacienda desde Gordon Brown en 2007. Al laborista Brown le tocó hacerse cargo de la explosión del modelo financiero que defendió y apoyó durante la primera década de los 2000. A Sunak le toca hacerse cargo del estropicio provocado por el intento de Truss de aplicar la idea original del Brexit en el que él creía, la de crear un 'Singapur europeo' con bajos impuestos y escasa regulación.

El reto de Sunak es dejar claro que reconoce la realidad económica a la que se enfrenta el Reino Unido. La señal positiva es que, durante su etapa en Hacienda, ya mostró que entendía -al contrario que Truss- que es necesario cuadrar las cuentas para mantener la credibilidad. Durante la pandemia, gastó ingentes cantidades de dinero en el programa de Ertes y otras ayudas (más de 80.000 millones de libras) que compensó subiendo los impuestos al mayor nivel en 70 años. Ese ejercicio de realismo será necesario en siete días, cuando el actual ministro -que probablemente seguirá siendo Jeremy Hunt- anuncie un batallón de subidas de impuestos y bajadas de gasto para cubrir el gigantesco agujero que dejó Truss en sus brevísimos 50 días en el poder.

Pero más allá de la necesidad de calmar a los mercados y volver a la senda de la responsabilidad fiscal, su principal deber es gestionar los efectos del Brexit. Una de sus partidarias, la también 'brexitera' Kemi Badenoch, recordó este sábado el eslogan de Boris Johnson de que se podía comer pastel permanentemente sin engordar: "Hemos vivido años en la política del 'pastelismo'. Es hora de que reconozcamos que las decisiones tienen un coste". La salida del Mercado Común de la UE ha empobrecido a Reino Unido, con un coste del 4% del PIB anual, según las últimas proyecciones. Si alguien puede dar pasos para recuperar la relación con Bruselas, que Johnson dejó al borde de la ruptura, ese es un 'verdadero creyente' como Sunak.

Un partido domesticado

La ventaja que tiene es que su partido está traumatizado tras la breve etapa de Truss, viendo unas encuestas terroríficas que apuntarían a la casi desaparición de los 'Tories' en las próximas elecciones. No parece probable que se repitan, al menos a corto plazo, las luchas intestinas que hundieron a May, obligaron a Johnson a anticipar elecciones, y acabaron forzando la dimisión de él y de Truss. Sus dos rivales, Johnson y Penny Mordaunt, retiraron sus candidaturas alegando la necesidad de unificar al partido. Todo el grupo parlamentario está bajo aviso: una nueva batalla en público destruirá por completo al Partido Conservador durante al menos una generación.

En los próximos meses, el nuevo primer ministro se tendrá que enfrentar a los que pueden ser sus peores meses: alzas de impuestos, recortes de gasto, posibles apagones, subidas de tipos, inflación alta y el fin de las subvenciones al precio de la luz en abril. Tiene dos años para cuadrar las cuentas, devolver la credibilidad económica al Partido Conservador y sacar al Reino Unido del agujero en el que lo metió Truss. Sus diputados han reconocido que él era la mejor opción para evitar una catástrofe electoral. Si desaprovecha la oportunidad, uno de los grandes partidos europeos de la historia mirará de frente al abismo.

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