Guinea Ecuatorial fue más rica que España (en términos estadísticos, otra cosa es cómo estuviera repartida esa riqueza) gracias al petróleo. En los años dorados de la excolonia española se alzó como una potencia del oro negro, bombeando más de 400.000 barriles diarios en un país de solo 1,6 millones de habitantes. El resultado no se hizo esperar y logró ser el país con más PIB per cápita de todo el continente africano, superando incluso a su antigua metrópoli (España). Sin embargo, Malabo no supo gestionar esa riqueza ni aprovechar su momento y la producción de petróleo comenzó a declinar ante la escasez de inversión y el constante agotamiento de los yacimientos más importantes, provocando una recesión casi interminable (el FMI prevé que el PIB de Guinea Ecuatorial se contraerá este año un 4,2%). Ese dinero se gastó ineficientemente, mientras que la corrupción campa a sus anchas, de modo que la riqueza se fue tan rápidamente como llegó. Sin embargo, el destino podría haber dado una segunda oportunidad a Guinea Ecuatorial.