
Guinea Ecuatorial fue más rica que España (en términos estadísticos, otra cosa es cómo estuviera repartida esa riqueza) gracias al petróleo. En los años dorados de la excolonia española se alzó como una potencia del oro negro, bombeando más de 400.000 barriles diarios en un país de solo 1,6 millones de habitantes. El resultado no se hizo esperar y logró ser el país con más PIB per cápita de todo el continente africano, superando incluso a su antigua metrópoli (España). Sin embargo, Malabo no supo gestionar esa riqueza ni aprovechar su momento y la producción de petróleo comenzó a declinar ante la escasez de inversión y el constante agotamiento de los yacimientos más importantes, provocando una recesión casi interminable (el FMI prevé que el PIB de Guinea Ecuatorial se contraerá este año un 4,2%). Ese dinero se gastó ineficientemente, mientras que la corrupción campa a sus anchas, de modo que la riqueza se fue tan rápidamente como llegó. Sin embargo, el destino podría haber dado una segunda oportunidad a Guinea Ecuatorial.
El país ha resultado ganador del litigio internacional con su vecino, Gabón, por la soberanía de la pequeña isla de Mbañe (en francés Mbanié). La Haya ha dictaminado que ese territorio pertenece a Guinea Ecuatorial en un fallo histórico. Ya no solo por la titularidad de esta pequeña isla de apenas 20 hectáreas (un islote), sino que la misma está destinada a ser el punto de partida de una reactivación de la decadente producción petrolera de Guinea Ecuatorial.
Una historia que viene de lejos
La historia viene de más atrás y tiene mucho que ver con España. La pugna por el islote de Mbañe tiene raíces en el reparto colonial de África a finales del siglo XIX. Un tratado firmado entre España y Francia en 1900 delimitó sus posesiones en la región, asignando a la Guinea Española las islas de la bahía de Corisco conforme a esas fronteras coloniales. Sin embargo, la situación de pequeños islotes como Mbañe quedó confusa cuando alcanzaron la independencia los nuevos estados.

Gabón (independiente de Francia en 1960) y Guinea Ecuatorial (independiente de España en 1968) reclamaron la soberanía de Mbañe, dando paso a tensiones crecientes. El conflicto estalló formalmente en 1972, cuando Malabo acusó a Libreville de ocupar por la fuerza el islote, apenas cuatro años después de la independencia ecuatoguineanas. Guinea Ecuatorial defendía que heredó legítimamente el territorio según el Tratado colonial de 1900, mientras que Gabón esgrimía un acuerdo bilateral posterior (la Convención de Bata de 1974) que supuestamente le cedía Mbañe, aunque dicho pacto nunca fue ratificado ni reconocido por Malabo. Estas posturas encontradas, ancladas en títulos coloniales y acuerdos disputados, marcaron el inicio de una disputa que se ha prolongado durante décadas hasta la resolución de esta semana.
El plano regional, la solución pacífica de esta controversia, elimina un foco de tensión en el Golfo de Guinea y sienta un precedente para resolver disputas fronterizas africanas mediante el derecho internacional. Esto abre la puerta a una mayor estabilidad bilateral y podría favorecer la cooperación en la exploración marítima y el aprovechamiento conjunto de los recursos naturales, impulsando el desarrollo económico en la zona a largo plazo. Este islote resulta clave para los intereses de Guinea Ecuatorial, dando una nueva oportunidad a este territorio con tan rico en recursos y tan pobre en términos monetarios.
El petróleo de Guinea Ecuatorial
Según los datos de S&P Global solo con los proyectos cercanos a la isla se pueden producir 31.000 barriles diarios y tiene unas reservas de 750 millones de barriles. Esto implicaría un espaldarazo definitivo a la cada vez más estrecha producción del país, que apenas bombea entre 60.000 y 70.000 barriles diarios, una cifra que, además, estaba condenada a ir contrayéndose.
Esta decadencia petrolera constituía, además, un punto crítico para el PIB del país, pues la industria del crudo y el gas representan un 42% de toda su economía y un 80% de los ingresos del estado. La integración de la isla que revitalice la industria puede ser la clave para darse una tregua a sus constantes recesiones, conseguir ingresos para el Estado y, esta vez sí, poder utilizar ese dinero para diversificar su economía y evitar la muerte económica a cámara lenta a la que se había visto sometida desde hace más de una década.
El último memorando del Banco Mundial sobre el país, publicado hace algo más de un mes, comentaba la necesidad de invertir en "diversificar la economía ante la disminución de ingresos petroleros, algo que ha dado lugar a una larga recesión que revierte tanto los avances que el país consiguió como su progreso social". Ponen como ejemplo el bajo gasto en el sector de salud, donde el gasto público apenas es del 0,7% del PIB.
En cualquier caso, la capacidad de Guinea de convertir esta victoria en una 'resurrección económica' no está clara. Actualmente, las empresas con más renombre en el país, que han trabajado durante medio siglo, se han marchado. El caso más claro es ExxonMobil, que abandonó Guinea ante la caída de la producción y la baja rentabilidad. Actualmente, todos los pozos están en manos de su empresa estatal, GEPetrol, pero esta no tiene la capacidad como para gestionar nuevos proyectos.
En resumen, todo depende de la capacidad de Guinea para atraer nuevos inversores y volver a posicionarse como un centro regional clave. Aunque el gran potencial de la región hace que haya importantes posibilidades, la realidad es que en un entorno con los precios del barril bajos y grandes proyectos nuevos en el mundo, el éxito no está garantizado. En cualquier caso, las posibilidades de Mbañe son enormes, pues las reservas estimadas se basan en los proyectos existentes como Ceiba y Okume, los dos campos activos. Al margen de estos, no hay muchos más estudios de la zona y buena parte de su potencial sigue oculto (nadie quiere invertir en una zona en disputa), por lo que el éxito para la excolonia español podría ser mucho mayor de lo que parece en un principio.