
Arabia Saudí se encuentra en una guerra abierta con otros miembros de la OPEP queriendo ahogar en crudo a los rebeldes que se saltan los límites de producción. El Reino está triplicando las rebajas de producción y hundiendo así el precio del barril harto de 'pagar la fiesta' de países como Kazajistán o Irak, que producían a espuertas mientras disfrutaban del sacrificio del Reino. Sin embargo, una pregunta es clave para definir hasta dónde llegará el fuego árabe sobre el mercado. ¿Cuánta capacidad tiene el Reino para mantener esta ofensiva? ¿Qué podría hacer que su gran apuesta descarrilase? La respuesta que ya dan los expertos es que el gigante del crudo tiene un gran margen hasta atravesar el umbral del dolor que le haga replantearse su posición. ¿Será suficiente para hundir al fracking? Esta vez puede ser diferente.
Arabia Saudí ha sido el líder inesperado de una inyección de casi 1 millón de barriles extra en el mercado en cuestión de dos meses. Hasta ahora, la OPEP había recortado su producción en 2,2 millones de barriles para mantener alto el precio del mismo. La resistencia duró un año y medio y, pese a que se esperaba que la desescalada empezase en septiembre de 2024, fue retrasando hasta marzo de 2025. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Riad entonces triplicó la relajación esperada inyectando más de 400 barriles diarios y volvió a hacerlo en la siguiente reunión.
Según ING esperan que se recuperen esos 2,2 millones de barriles doce meses antes de lo previsto, es decir, este mismo año. A finales de marzo, Arabia Saudí producía solo 9,1 millones de barriles diarios de petróleo frente a los 12 millones de capacidades que el Reino tiene, según la Agencia Internacional de la Energía. Por lo tanto, este país protagoniza las inyecciones de petróleo que han provocado que el barril de referencia en Europa, el Brent, cotiza en el entorno de los 65 dólares.
El precio de extracción de petróleo no es el problema para Arabia Saudí. Bombear crudo en el reino del petróleo es extremadamente barato, lo que es complicado es cuadrar las cuentas fiscales, es decir, ingresar por petróleo lo suficiente como para lograr el equilibrio fiscal en una economía que vive constantemente dopada con los ingresos del petróleo. Aunque es uno de los secretos mejores guardados del mundo, los analistas cree que extraer un barril de crudo en Arabia podría tener un coste de 10 dólares, por lo que con cualquier precio del Brent por encima de este nivel, Riad estaría ganando dinero, el problema es que necesita un barril mucho más caro para mantener la economía del país tal y como se conoce hoy.
Aramco tiene los costes de producción más bajos del mundo para proyectos petroleros, según afirmó la compañía en 2019 en los documentos necesarios para salir a bolsa. La compañía estatal saudí indicó que sus costes de equilibrio después de impuestos (breakeven) para los campos en producción eran inferiores a 10 dólares por barril, en comparación con poco más de 20 dólares por barril para los Emiratos Árabes Unidos, más de 40 dólares por barril para Rusia y casi 50 dólares por barril para Nigeria. Aunque esta información sea de 2019, revela que el problema de Arabia Saudí no son los costes de producción, sino su elevado gasto fiscal.
El problema, el gran plan de Arabia
En cualquier caso, más allá de la rentabilidad del barril, que no está puesta en duda, la realidad es que en Riad cuentan con unos ingresos concretos del 'oro negro' para poder financiar sus grandes planes de gasto. La nación de Oriente Medio está inmersa en un gran plan de transformación para generar otras fuentes de ingresos que van desde la minería al turismo, pasando por el fútbol. Por el camino están levantando un mar de placas fotovoltaicas en el desierto y creando ciudades futuristas. En resumidas cuentas ya en 2024 tuvieron que gastar 336.000 millones de dólares, un aumento del 4% respecto al año anterior. Ya entonces los bajos ingresos petroleros provocaron que tuviera que darse un déficit del 2,84% y acudir al mercado de deuda para sufragar sus grandes planes.
Arabia Saudí tiene un margen enorme para acudir al mercado dada su baja deuda de solo el 29,6%. Tiene un gran margen para mantener sus finanzas sostenibles y emitir deuda. Sin embargo, el recuerdo de otras guerras de precios aparece y la realidad es que esta situación ya se vivió en 2014. Por aquel entonces, el Reino hundió los precios del barril para sacar del mercado a las firmas de fracking de EEUU. Esto no fue suficiente y por el camino incurrió en enormes déficits que provocaron que una deuda totalmente inexistente del 1,5% pasase a ser el 30% actual.
En aquel momento, vista la situación, Riad tuvo que aplicar una fuerte restricción fiscal e introducir impuestos nuevos. En total se recortó el gasto público un 30% y el golpe fiscal fue del 12,5% del PIB, según datos de Capital Economics. Para entender la magnitud de los problemas que trajo la guerra de precios, hasta entonces el país de Oriente Próximo no había conocido el IVA y fue a partir de entonces cuando lo introdujeron por primera vez.
A diferencia de entonces, el Reino no solo cuenta con el escudo de un bajo endeudamiento, sino que tiene activos en el extranjero gracias al Fondo de Inversión Pública y reservas de Divisas (SAMA) valorados en unos 650.000 millones de euros. Un 59% del PIB del país y que, según Capital Economics, serían suficientes para financiar el déficit del país a niveles actuales durante siete años si fuera necesario.
El fracking está listo para luchar
Hoy el fracking tiene una lección aprendida y unos costes muchos más bajos. Esto puede ser clave para que Riad termine tirando la toalla antes de lo previsto. Javier Blas, columnista de Bloomberg y una de las voces más respetadas en el mundo del petróleo, explica en su última columna que "el impacto (de la caída de precios) empieza a sentirse en Texas y más allá: las empresas de esquisto están recortando gastos y anunciando que reducirán el número de plataformas de perforación y equipos de fracturación hidráulica que emplean".
Este experto admite que, a los precios actuales, la producción de petróleo de esquisto estadounidense probablemente haya alcanzado su punto máximo, pero esto no quiere decir que la industria vaya a enfrentarse a una caída libre. Muchas veces, después de subir una cuesta, no aparece de forma inmediata una bajada pronunciada, a veces lo que se atisba es un descenso poco pronunciado o incluso una meseta. Esto es lo que va a suceder con el crudo de EEUU: "Simplemente, no esperen un declive rápido como las recesiones de 2015 y 2020; la trayectoria más probable es una meseta ondulada. Sea cual sea la forma, será crucial para el mercado global. La OPEP+ está impulsando la producción más rápido de lo previsto, y el crecimiento de la demanda se está desacelerando debido a la guerra comercial. Esto deja al petróleo de esquisto como una palanca de ajuste clave", asegura Javier Blas.
Esta vez parece diferente. Antes de que se produjera la gran caída del crudo que se ha presenciado en las últimas semanas, ya había análisis que aseguraban que la resistencia del fracking y el crudo americano era esta vez mayor. Según los expertos de Capital Economics "la bajada de precios representaría un obstáculo, más que una crisis, para la producción estadounidense". Esto marcaría una diferencia importante con lo sucedido hace 10 años, cuando Arabia Saudí inundó el mercado de crudo y expulsó del mercado más de un millón de barriles de EEUU cada día. El propio secretario de Energía, Chris Wright, estableció en marzo de este año paralelismos con el desplome del precio del petróleo de 2014/15, pero también señaló que desde entonces, la actividad de perforación también se ha vuelto menos sensible a las fluctuaciones de precios, ya que las mejoras en la eficiencia han reducido los precios de equilibrio. Esto quiere decir que ahora EEUU puede aguantar unos precios del petróleo más bajos sin recortar su producción.
El camino de dolor de Arabia
En cualquier caso, pese a la gran munición económica de Riad para afrontar la guerra con confianza, todo tiene sus límites. Desde Capital Economics explican que los mínimos de 2016, cuando acabó dando marcha atrás a su política de recortes, marcan el verdadero umbral del dolor para el Reino. Hay varias maneras de intentar medir dónde podría estar ese límite de estrés para las finanzas públicas, pero una de ellas sería observar qué sucedió con los ingresos petroleros en la última guerra.
Los cálculos de la firma estiman que con una producción estimada en los 9,5 millones de barriles diarios el límite estaría en los precios actuales, unos 65 dólares por barril, Cuando bombease 10 millones el umbral del dolor pasaría a los 60 dólares. Y, en caso de que recuperase toda la producción con 50 dólares el barril aún podría mantenerse cómodamente por encima de esos mínimos. En resumen, no estamos tan lejos de la situación que hizo claudicar a Arabia.

Desde Capital Economics indican que si se produjera una caída del crudo hasta el entorno de los 55 dólares el barril, "se pondría totalmente a prueba la determinación de las autoridades saudíes y posiblemente podrían suspender por completo el aumento de la producción". En cualquier caso indican que un giro momentáneo del mercado no cambiaría su plan a menos que el barril cotizarse por debajo de 30 dólares. El motivo es claro, en aquel entonces ya habían superado una guerra de dos años y el cansancio era mayor. "El Reino pasó dos años de austeridad muy severa por lo que ahora no se apresurarán, tendrían que mantenerse los precios en 'rojo' durante un tiempo".
Desde Capital Economics afirman que si sigue la guerra, en cualquier caso, "la experiencia indica que tendrán que recortar y esto podría perjudicar a su gran programa de Visión 2030". En un momento donde la fragilidad del crudo ya está golpeando esta ambición personal de Mohamed Bin Salman. "Todo parece indicar que los presupuestos de los megaproyectos se han congelado ya o recortado drásticamente". De hecho, creen que en caso de guerra de precios prolongada Riad se enfrentará a un dilema, concretarse en los proyectos faraónicos o hacerlo en reformas estructurales para impulsar el crecimiento no petrolero. En cualquier caso, tendrán que elegir para asumir una "consolidación fiscal dolorosa".