Energía

El pedazo de tierra donde no cabe más petróleo y gas: un triángulo de inmensos yacimientos únicos en el mundo

Bajo lo que a primera vista parece un pobre desierto y unas aguas tranquilas, la región del Golfo Pérsico alberga en el subsuelo el mayor tesoro energético del mundo. Allí, en una franja de territorio que conecta a Arabia Saudí, Irán y Qatar, se concentran tres yacimientos de hidrocarburos únicos 'en su especie', que contienen reservas de hidrocarburos sin parangón en el planeta. No es una casualidad geológica: este es el epicentro energético del mundo, un triángulo de oro negro y gas azul que ha alimentado economías, definido políticas exteriores y moldeado la historia del siglo XX y XXI. Ghawar, Safaniya y North Field/South Pars no son solo nombres en los mapas petroleros; son colosos subterráneos que sostienen el pulso del sistema energético global. Uno es el mayor yacimiento de petróleo del mundo. El siguiente, el mayor yacimiento de crudo bajo el mar. El último, el yacimiento de gas más grande del mundo. Todos se encuentran relativamente muy juntos, en unos cuantos cientos de kilómetros cuadrados.

Desde tierra firme, el primero en aparecer en esta trilogía energética es Ghawar, el mayor yacimiento de petróleo convencional del mundo. Se extiende como una cicatriz milenaria bajo la provincia oriental de Arabia Saudí, con unos 280 kilómetros de largo por 30 de ancho, ocupando una superficie mayor que muchos países europeos. Descubierto en 1948, este campo ha sido el pilar de la riqueza saudí y el emblema de su empresa nacional, Saudi Aramco.

La importancia de Ghawar no radica solo en su tamaño, sino en su productividad asombrosa. Durante décadas, ha llegado a producir más de 5 millones de barriles de petróleo al día, representando por sí solo aproximadamente el 6% de la producción mundial diaria de crudo. Aunque sus niveles de extracción han disminuido ligeramente, sigue siendo un bastión del suministro global. Su longevidad operativa se debe, en gran parte, al mantenimiento de la presión del yacimiento y al uso de técnicas de mejora de la recuperación de crudo, como la inyección de agua y gas, explica Jorge Navarro, profesor del Máster de Ingeniería de Petróleo y Gas de la Universidad Politécnica de Madrid, en declaraciones a elEconomista.es.

El mapa con los tres yacimientos únicos.

En la actualidad produce unos 3,8 millones de barriles diarios. En 2025 quedarían unos 30.000 millones aún por extraer. Además, ahora se ha visto que también tiene potencial para extraer gas, lo que da un impulso extra al que ha sido el yacimiento más importante de la historia de Arabia Saudí. Se estima que hasta un tercio de todo el crudo extraído a lo largo de la historia del reino proviene de este yacimiento. Por ejemplo, Vaca Muerta, el mayor yacimiento de petróleo no convencional (el de Ghawar es convencional) de Sudamérica tiene unos 16.000 millones de barriles de crudo de reservas probadas.

El gigante de Ghawar

Geológicamente, Ghawar es un manual perfecto de eficiencia petrolera. Su principal reservorio es la formación Arab-D, compuesta por calizas porosas del Jurásico superior. Esta estructura anticlinal (pliegue de la corteza terrestre que presenta los estratos más antiguos en su núcleo) actúa como una trampa perfecta para la acumulación de hidrocarburos, con una porosidad que alcanza hasta el 35% en algunas zonas. La roca madre, rica en materia orgánica, se encuentra en la formación Hanifa, también del Jurásico, cuya maduración térmica ha generado petróleo de alta calidad. El sello vertical lo proporciona unas anhidritas, rocas impermeables de origen evaporítico, que impiden la migración hacia la superficie de los hidrocarburos, explica Jorge Navarro en declaraciones a elEconomista.es

No muy lejos, bajo las aguas del Golfo Pérsico, emerge el segundo gigante: Safaniya, el mayor campo de petróleo offshore del mundo. Fue descubierto en 1951, también por Saudi Aramco, y sigue siendo una fuente fundamental de crudo saudí. Safaniya ha llegado a producir hasta 1,5 millones de barriles diarios, una hazaña excepcional para un campo en alta mar. En la actualidad ya producción es de alrededor de 1,3 millones de barriles diarios.

Safaniya y su complejidad técnica

Lo que diferencia a Safaniya es su complejidad técnica respecto a Ghawar. Por ejemplo, extraer crudo desde el fondo marino, especialmente a esa escala, requiere plataformas flotantes, oleoductos submarinos y una infraestructura tecnológica sofisticada. Aun así, sus reservas probadas superan los 37.000 millones de barriles, lo que garantiza su relevancia durante décadas. Además del petróleo, Safaniya también alberga importantes reservas de gas natural, estimadas en más de 5,000 millones de pies cúbicos.

La geología de este campo marino es distinta a la de Ghawar. Aquí domina la formación Wasia, del Cretácico, compuesta por capas alternas de areniscas y lutitas que actúan como reservorio y sello. La estructura anticlinal que conforma Safaniya se formó por movimientos tectónicos suaves, y la migración del petróleo desde formaciones profundas hasta estas trampas estructurales ha dado lugar a uno de los sistemas petroliferos offshore más productivos del planeta.

El gran campo yacimiento de gas

Y al este, cruzando el límite marítimo entre Qatar e Irán, se encuentra el titán del gas natural: North Field/South Pars, el campo gasífero más grande del mundo. Descubierto en 1971, este yacimiento compartido entre dos países se extiende bajo el lecho del Golfo Pérsico y contiene aproximadamente el 20% de las reservas mundiales de gas natural, con más de 1.800.000 millones de pies cúbicos de gas.

Qatar explota la porción sur (aunque se llame North Field curiosamente es parte sur), que ha sido la base de su transformación económica en las últimas décadas. Gracias a este yacimiento, el pequeño emirato se ha convertido en uno de los mayores exportadores de gas natural licuado (GNL) del mundo. En paralelo, Irán gestiona South Pars, con una producción diaria superior a 700 millones de metros cúbicos, crucial para su economía y política energética interna.

Geológicamente, este yacimiento se asienta sobre las formaciones Kangan y Dalan, del Pérmico-Triásico, compuestas por dolomías y calizas altamente porosas intercaladas con niveles de anhidritas. La estructura anticlinal en la que se encuentran ambas formaciones ha permitido una acumulación de gas continua y masiva, según explica Navarro. La roca madre es de edad Silúrico, muy rica en esta región en kerógeno tipo II y III (el kerógeno es la materia orgánica insoluble en rocas sedimentarias, que se considera la fuente de hidrocarburos como petróleo y gas natural), ideal para la generación de gas.

El triángulo que rebosa petróleo

La cercanía de estos tres campos (Ghawar, Safaniya y North Field/South Pars) no es solo una curiosidad geológica, sino una realidad geopolítica de consecuencias inmensas. En un radio de apenas 1.000 kilómetros, se concentran reservas suficientes para abastecer al mundo durante años. Esta acumulación ha conferido a la región un poder de negociación desproporcionado, y ha sido fuente tanto de alianzas estratégicas como de tensiones regionales.

Desde el embargo petrolero de 1973 hasta las disputas por el estrecho de Ormuz, el peso energético de esta zona ha moldeado las relaciones internacionales. Países como China, India y la Unión Europea dependen críticamente del suministro constante que emana de estos yacimientos, mientras que Estados Unidos ha mantenido una presencia militar y diplomática constante en la región.

A nivel económico, estos campos han permitido a Arabia Saudí financiar su diversificación económica y a Qatar invertir en infraestructuras educativas y tecnológicas de primer nivel. En el caso de Irán, han supuesto una vía de escape a las sanciones internacionales y un eje de poder interno. El petróleo y el gas no solo fluyen en forma de energía: se transforman en influencia, soberanía y supervivencia.

Sin embargo, también existe una cara oculta. La dependencia global de estos tres puntos estratégicos expone al sistema energético a un riesgo concentrado. Cualquier conflicto armado, desastre natural o fallo técnico en alguno de estos campos podría alterar drásticamente los precios del petróleo y el gas, afectando desde la inflación hasta la seguridad energética de millones.

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