Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Este pasado verano, una noticia inesperada irrumpió en el mundo de la energía. El Gobierno de un pequeño país de Europa aseguraba haber encontrado un gran yacimiento de petróleo que, además, contenía un crudo de una calidad muy similar al de Arabia Saudí (dulce, ligero y fácil de refinar). Los protagonistas de esta historia son, precisamente, Albania y su Gobierno, que anunció a bombo y platillo este hallazgo, y Shell, la petrolera que está realizando las prospecciones y que, por ahora, se muestra mucho más cauta y circunspecta a la hora de valorar el acontecimiento.

El Banco Central Europeo (BCE) vuelve a toparse con un enemigo inesperado a la hora de transmitir su política monetaria. Los mercados (a través de las decisiones de los inversores) están flexibilizando las condiciones financieras más de lo que le gustaría al BCE. Esto podría tener un impacto no deseado en la economía y la propia inflación. Si los mercados anticipan recortes de tipos inminentes, el interés de los bonos, del euríbor y, en última instancia, del crédito bancario podría reducirse, generando el impacto opuesto que desea el BCE para calmar y acabar con la inflación por encima del 2%.

Breve viaje al pasado. Año 2020: el mundo se enfrenta a la peor pandemia en décadas. La economía sufre una recesión histórica que deja a la zona euro, y otras regiones avanzadas, al borde de caer en una espiral deflacionista ante la impotencia de una banca central que ya había bajado los tipos de interés incluso por debajo del 0%. Los salarios llevan años estancados y esta crisis amenaza con congelarlos. De repente, dos economistas con cierto prestigio publican un libro en el que hablan de una nueva economía dominada por la subida de la inflación, unos salarios que resurgen con vigorosidad y unos tipos de interés nominales que suben con fuerza para intentar contener la inflación. Así empieza la historia de los economistas que viajaron al futuro para mostrarnos lo que estaba a punto de suceder.

Hace 10 años este titular habría sido absolutamente impensable. Sin embargo, hoy es casi una realidad. EEUU está produciendo a diario, prácticamente, la misma cantidad de petróleo y derivados que Arabia Saudí y Rusia juntas, los dos dominadores históricos de mercado de petróleo. Los recortes que está implementando la OPEP, y que también afectan a Rusia, junto a un incremento notable de la producción en EEUU están provocando este sorpasso histórico en el mundo de la energía. En 2024, el sorpasso será una realidad.

Desde finales de septiembre, el petróleo Brent, de referencia en Europa, se ha desplomado un 20%, cayendo por debajo de los 80 dólares el barril. Sin embargo, el precio del diésel y la gasolina apenas ha caído un 7% (en España) desde entonces. Esta divergencia genera de forma habitual quejas y sospechas entre los conductores. Aunque aún no hay suficiente información para explicar qué está pasando, acudiendo al pasado y a la formación de precios habitual de los combustibles, se puede explicar por qué existe esta dicotomía en la evolución de los precios de la materia prima (petróleo) y sus derivados (gasolina y diésel).

Cuando todo parecía listo para que el petróleo atacase máximos no vistos desde el comienzo de la guerra de Ucrania, el mercado ha sorprendido a propios y extraños con el movimiento opuesto. El petróleo Brent, de referencia en Europa, y West Texas, de referencia en EEUU, están sufriendo caídas de doble dígito en poco más de un mes, lo que está a punto de meter a la estructura del mercado en una figura que se conoce como contango. Esta estructura se produce cuando sobra petróleo (físico o al contado) en el mercado, lo que lleva a que el petróleo ya extraído (el que se puede palpar), valga menos que el petróleo futuro.

El runrún por el claro fracaso del tope al precio del petróleo ruso decretado el pasado diciembre por un G-7 encabezado por EEUU, la Unión Europea (UE) y Australia va in crescendo por los pasillos de las instituciones comunitarias. Varios altos funcionarios europeos han reconocido de forma anónima a la prensa que Moscú no puede seguir sorteando tan fácilmente el límite de los 60 dólares por barril. El último plan que se está discutiendo estos días en Bruselas, según adelanta en exclusiva este miércoles el Financial Times, pasa por dejar a Dinamarca como 'centinela' de excepción -avalan al pequeño país de un tamaño similar al de Extremadura su pasado vikingo (reyes de los mares) y el presente dominio de los mares con la multinacional Maersk- encargado de frenar a la potente 'flota fantasma' de petroleros rusos con la que la Administración Putin ha esquivado con éxito las restricciones occidentales.

Guyana ha pasado de ser un país casi desconocido (o confundido con la Guayana Francesa) a convertirse en la estrella del mercado de petróleo. En pocos años, las petroleras han realizado decenas de hallazgos de petróleo que prometen convertir a este pequeño país en el mayor productor de crudo per cápita del mundo. El último descubrimiento, en este país situado al sur de Venezuela y bañado por las costas de Atlántico, podría permitir a Exxon producir una media de 1,2 millones de barriles de petróleo al día para 2027, una cantidad extraordinaria para un país con solo 800.000 habitantes.

No es ningún secreto que el arma mejor ensamblada por EEUU y sus socios occidentales contra Rusia se ha encasquillado. La realidad es que el en su día celebrado tope a los precios del petróleo ruso ha hecho aguas. El pasado mes de diciembre, las potencias del G-7 con EEUU al frente, la Unión Europea y Australia pergeñaron un plan a priori infalible: topando a 60 dólares el barril los precios del petróleo ruso, Moscú atravesaría mayores dificultades financieras para sostener el esfuerzo bélico en Ucrania, pero el mercado global del crudo no se desestabilizaría. Menos de un año después, el petróleo ruso ha superado con creces el tope fijado y sigue llegando a la Unión Europea a través de una refinería enorme que se encuentra dentro del territorio UE, para preocupación de destacados funcionarios de las administraciones estadounidense y europea.

Los futuros de petróleo han pasado de cotizar un escenario cuasi apocalíptico (guerra de Ucrania y el conflicto entre Hamás e Israel) que amenazaba con llevar el barril a los 150 dólares a corregir más de un 15% en poco más de un mes. El precio del Brent cotiza por encima de los 81 dólares, mientras que el barril de West Texas, referencia en EEUU, ha perdido recientemente el nivel psicológico de los 80 dólares. El escenario que parecía imposible cuando estalló el conflicto entre Israel y Hamás se está materializando: el mercado de crudo está bajo presión bajista y los inversores se posicionan en el mercado para aprovechar una posible caída del crudo. ¿Qué está pasando en el petróleo?