Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Los futuros de petróleo Brent han llegado a caer un 2,5%, perdiendo incluso la zona de los 94 dólares, después de que se haya reactivado el flujo de petróleo ruso que va directo al centro de Europa, para recuperar posteriormente casi toda la corrección en una tarde de miércoles que fue de locos. Este jueves, los futuros cotizan con leves caídas. La incertidumbre es muy elevada. El movimiento de Moscú permite que, por el momento, el petróleo ruso siga entrando en varios países del centro de Europa, lo que de facto supone que se mantenga la oferta global de crudo ruso. Por otro lado, las preocupaciones sobre la demanda (China y el miedo a la recesión) y el aumento de inventarios en EEUU también están pesando sobre la cotización del crudo Brent, petróleo de referencia a nivel mundial. En el lado opuesto de la balanza se ha situado el esperanzador dato de inflación en EEUU.

La inflación en EEUU podría haber tocado techo. El dato publicado este miércoles, correspondiente al mes de julio, revela que el IPC se situó en el 8,5% interanual, seis décimas por debajo respecto a junio (9,1%), y dos décimas inferior a lo que preveía el consenso del mercado. La caída del petróleo y los combustibles han ayudado a moderar una inflación que sigue siendo incómodamente alta.

De la edad de oro a la peor recesión en más de dos décadas. De una forma más clara, de ser el nuevo petróleo a convertirse en el nuevo papel higiénico. La situación para la industria de los chips semiconductores podría estar a punto de cambiar de forma drástica. Después de casi tres años de ensueño, los fabricantes de chips se enfrentan a un consumidor 'atiborrado' de tecnología, el riesgo creciente de recesión y unos niveles de inventarios muy elevados.

Este miércoles, el IPC de EEUU volverá a protagonizar la jornada en los mercados. La Reserva Federal espera que este dato marque un antes y un después (quizá el comienzo de una etapa de desinflación). Una teoría que cobra fuerza tras la caída que mostraron este lunes las expectativas de inflación que publica la Fed de Nueva York de forma mensual. El consenso de los expertos prevé que el IPC se establezca en el 8,7% interanual, una tasa de variación todavía muy elevada, pero que se situaría por debajo del 9,1% de junio.

Los precios del petróleo se han enfriado en las últimas semanas. El miedo a una recesión ha llevado al crudo Brent, de referencia en Europa, a perder momentáneamente los 100 dólares por barril. Sin embargo, esta caída podría tratarse de un simple 'descanso'. El mercado de petróleo físico (el crudo que se comercia hoy al contado y no a futuro) sigue mostrando una tensión histórica (hay gran demanda de crudo y la oferta muestra cierta rigidez), lo que mantiene al mercado en su estructura de backwardation, un palabro que describe esa tensión (hay más demanda inmediata que oferta y por eso el petróleo físico o spot es más caro que el petróleo a futuro). La capacidad ociosa de producción a nivel global es escasa y está muy concentrada en dos países, cuya industria petrolera no se rige por las normas del mercado, mientras que la industria del fracking americano no parece dispuesta a salir al rescate, al menos, en el corto plazo.

Como una secuencia en cuatro fotogramas, la vivienda en EEUU, siempre tan fundamental y vigilada, sobre todo después de la gran crisis, ha arrojado esta semana cuatro avisos importantes que evidencian las primeras grietas en un mercado claramente recalentado. La lectura común de estos indicadores ha llegado precisamente cuando la Fed ya casi había descartado una subida de tipos de 100 puntos básicos en su reunión de finales de julio y buscaba en estos indicadores de vivienda la constatación de que es mejor dar otro salto de 75 puntos básicos. Los datos han respaldado su apuesta.

Tal y como se preveía, la reunión de julio del Banco Central Europeo llegó cargada de cambios, novedades y sorpresas. La subida de 50 puntos básicos de los tipos de interés y el lanzamiento del escudo (TPI por sus siglas en inglés) para proteger a Italia y España, coparon todos los titulares y la información. Sin embargo, Christine Lagarde, dejó algunos mensajes que no fueron tan sonados, pero que revelan cambios importantes que pueden tener grandes implicaciones para la economía y los mercados.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, no ha dado pistas sobre los próximos movimientos en los tipos de interés durante la rueda de prensa posterior a la histórica decisión del BCE. Lagarde abandona así la estrategia de comunicación utilizada durante este año (telegrafiar cada paso, incluso con los puntos básicos de cada subida) y ahora cada decisión será tomada reunión a reunión y dato a dato. De este modo, aunque todo hace indicar que las subidas de tipos continuarán siendo la nota dominante en las próximas reuniones, la velocidad y la cantidad de las mismas serán una incógnita hasta el día de la reunión.

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo ha aprobado el Instrumento para la Protección de la Transmisión (Transmission Protection Instrument, TPI), además de subir en 50 puntos básicos los tipos de interés, para evitar la fragmentación en el mercado de bonos. La decisión coincide con una nueva crisis política en Italia y a las puertas de una gran crisis energética en Europa. El BCE ha detallado, en su comunicado, que las compras no tendrán restricciones en el volumen, pero sí cierta condicionalidad.

El Banco Central Europeo ha subido los tipos de interés por primera vez en casi once años. Además, este movimiento ha sido histórico por dos motivos: la subida ha sido de 50 puntos básicos de una tacada, algo que no se veía desde hace 22 años. El otro motivo es que la Eurozona abandona de forma oficial los tipos de interés negativos por primera vez desde 2014. La elevada inflación y el endurecimiento monetario agresivo en otras jurisdicciones han obligado al BCE a romper su hoja de ruta para no quedarse atrás y mantener el euro a flote. La decisión ha cogido por sorpresa a unos mercados que preveían una subida de tipos de solo 25 puntos básicos.