Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
Juan Velarde

Impresiona contemplar estadísticamente el gran salto de la economía española de 1957 a 2017. Han sido sesenta años de cambio radical y positivo de nuestra economía. Quizá en estos momentos, en los que surgen problemas muy serios en Europa, en Estados Unidos, e incluso se observan cambios muy claros en las cotizaciones bursátiles y, también, en los mercados de materias primas y del petróleo, convenga contemplar con todo cuidado la realidad española. Pero ello precisa saber muy bien dónde estamos. En ese sentido quizá convenga, entre otros expertos, acudir a Dudley Seers. Este economista fue siempre un estudioso de cuestiones relacionadas con el desarrollo económico. Desde luego, y a efectos de que se haga sobre él una valoración adecuada, debe señalarse que esa preocupación le llevó no solo a vincularse a la Universidad de Oxford, sino a relacionarse con Raúl Prébisch y, por tanto, a interesarse por planteamientos del llamado -y ahora, prácticamente muerto- estructuralismo económico latinoamericano y a los trabajos de Cepal.

Juan Velarde

En una reunión ante un conjunto importante de empresarios, la pregunta a un grupo de economistas surgió como una interrogación obligada por parte de quienes no piensan únicamente en el saldo de la cuenta de pérdidas y ganancias del pasado 31 de diciembre, sino lo que puede acontecer, derivado de sus decisiones actuales, para la fortuna de sus herederos. Y esta pregunta a los economistas por parte de los empresarios fue: ¿qué modificaciones esenciales de la economía española sería preciso plantear desde ahora mismo para que esté garantizado el desarrollo en el futuro?

Juan Velarde

A partir de 1944, una vez iniciados los cursos de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, se produjo en ella un confluencia de profesores y de grupos de trabajo con los nuevos profesores que procedían, esencialmente, de la Sección de Economía del Instituto de Estudios Políticos, del Sancho de Moncada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Servicio de Estudios del Banco Urquijo. Los puntos de vista sobre por dónde debería marchar la economía española se expusieron, una y otra vez, por las sucesivas oleadas siguientes de economistas vinculados, precisamente como alumnos, a esa Facultad, de forma tal que, cuando se estudian sus puntos de vista, desde Valentín Andrés Álvarez a Gonzalo Arnáiz, de Manuel de Torres a Enrique Fuentes Quintana, o de José Castañeda a Luis Ángel Rojo, impresiona la visión de un programa común. Por supuesto que en este ámbito universitario, y no digamos cuando se repasan núcleos existentes en otros lugares de España, desde un Sardá en Barcelona o un Carande en Sevilla, encontramos vinculaciones intelectuales, claro es, pero no actitudes de exigencia de concretas medidas de política económica exactamente iguales.

Juan Velarde

Hemos entrado en el año en el que se celebrará, en el mes de diciembre, el XL aniversario del nacimiento de la vigente Constitución. Simultáneamente, una serie de grupos políticos, de personas que se dicen expertas en corrientes constitucionales, plantean tal cantidad de reformas al texto de esta fundamental disposición, que realmente defienden la aparición de una nueva Constitución. Convendría que, en ese debate, entrasen asimismo planteamientos relacionados con la economía, porque una ley fundamental como es esta Constitución, tiene derivadas toda una serie de consecuencias económicas. Comencemos en este sentido por un dato. En la dinámica económica española existe una transformación fundamental respecto al pasado anterior a 1959, fecha del llamado Plan de Estabilización, que sustituyó al modelo económico castizo, coexistente desde el inicio de la Restauración. Inmediatamente se inició un cambio muy positivo en nuestro desarrollo económico. Si eliminamos el que podríamos denominar periodo bélico, que se inicia en 1936 y que, al ligarse en 1939 con la II Guerra Mundial y sus consecuencias, llega con claridad a 1947, observamos que el Producto Interior Bruto se multiplicó, desde 1875 a 1935, o sea en 60 años, según la estimación de Jordi Maluquer de Motes, por 2,7. Pues bien, el PIB se multiplicó desde 1957 a 1977, o sea en los 20 años previos a la Constitución, por 3,3, y de 1977 a 2017, en pleno periodo constitucional ese fuerte crecimiento se mantuvo, multiplicándose por 2,3. O sea, que la Constitución reforzó el modelo de desarrollo, y lo hizo porque el modelo económico básico iniciado en 1957 se vio consolidado.

Juan Velarde

El excelente artículo del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, Los riesgos de la recuperación, publicado en elEconomista el 13 de enero de 2018, como era lógico esperar de quien, además de excelente economista -basta recordar su Economía del sector público- casi exige ser tenido en cuenta desde el punto de vista de los problemas españoles. Consideremos, en primer lugar que existe algo así como una especie de admiración muy general por la marcha actual de la economía estadounidense. Sin ir más lejos, en el Informe mensual correspondiente a noviembre de 2017, que publica CaixaBank Research, se lee en la pág. 12: "El PIB de Estados Unidos sorprende al alza en el tercer trimestre. El paso de los huracanes Harvey e Irma no ha hecho mella en la economía estadounidense, que creció un 0,7 por ciento intertrimestral (2,3 interanual en el tercer trimestre de 2017), una marca por encima de las previsiones de los analistas. Este buen registro, solamente una décima menor que en el segundo trimestre, se debió, en parte, a la notable contribución de inversiones y a la caída de las importaciones. El buen desempeño de estos componentes compensó la leve desaceleración del consumo privado y de la inversión no residencial, indicadores que, pese a todo, crecieron de forma apreciable".

Juan Velarde

Después de un largo debate que ocupa prácticamente todo el siglo XIX, tras el estropicio político que fue la I República se asienta en 1872 la Restauración con Alfonso XII y Cánovas del Castillo, y surge un modelo económico para España que va a llegar hasta 1957. Se trata de la llamada economía castiza, basada en el proteccionismo, en parte en un corporativismo logrado por un papel intervencionista del Estado, en un débil incremento de la producción y, por lo tanto, en un alejamiento del nivel de vida de los países desarrollados, con las consiguientes tensiones sociopolíticas , a veces tan fuertes como las que generaron de 1936 a 1939, con el preludio de 1934, una dura guerra civil.

Juan Velarde

El 16 de diciembre de 2017 se leían en elEconomista unas declaraciones de Josep Rull, que había sido, en la última legislatura, conseller responsable de Territorio y Responsabilidad. En esas declaraciones, Rull intenta mostrar los perjuicios que Cataluña ha recibido como consecuencia de la política económica del Estado español y, además, que es perfectamente viable una Cataluña independiente, y, también, una petición de diálogo, sencillamente, para consolidar la independencia.

Juan Velarde

Sigo desde hace mucho tiempo, y en elEconomista he publicado algún comentario, la actividad de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras que reside en Barcelona y que es una de las Reales Academias del Instituto de España. Por eso, conviene destacar lo que su presidente, Gil Aluja, ha señalado sobre la crisis económica generada como consecuencia de una serie de decisiones políticas que intentan la separación de Cataluña del resto de España. Añado que Gil Aluja es catedrático emérito de Economía Financiera de la Universidad de Barcelona. Merece la pena conocer sus reacciones recientes ante el panorama que se contempla, y que desde Madrid parecía preocupante. ¿Y lo es?

Juan Velarde

La exigencia de una oferta energética abundante y barata es fundamental para cualquier economía, pero concretamente, para la española es algo fundamentalísimo. Y he aquí que sobre un aspecto concreto de la necesidad de una oferta abundante y barata existe algo así como un silencio alrededor de la opción nuclear que desde un punto de vista científico no parece tener justificación alguna. Por eso considero que hay que felicitar, por ejemplo, a ABC Empresa por el artículo de Javier González Navarro publicado el 8 de octubre de 2017 y titulado Las centrales nucleares, el factor clave para una transición energética equilibrada.

Juan Velarde

A partir del inicio de la Revolución Industrial, surgió por doquier el miedo al futuro. Recordemos lo que pasó la revolución ludista. Como la siderurgia basada en el coke, como máquinas textiles como la famosa que recibió el nombre de "Juanita la hilandera", aumentaban, junto con la inversión en capitales y otras novedades financieras, muchísimo la productividad y se pensó que, incluso por aquellos niveles salariales, muy reducidos, no sería posible que existiese un porvenir claro para la economía. Añádase que estos bajos niveles salariales están unidos a durísimas condiciones en el lugar de trabajo para los obreros, y eso a su vez originaba que violentos movimientos sociales amenazasen cualquier posibilidad de una sociedad que no pasase a estar en descomposición.