
Impresiona contemplar estadísticamente el gran salto de la economía española de 1957 a 2017. Han sido sesenta años de cambio radical y positivo de nuestra economía. Quizá en estos momentos, en los que surgen problemas muy serios en Europa, en Estados Unidos, e incluso se observan cambios muy claros en las cotizaciones bursátiles y, también, en los mercados de materias primas y del petróleo, convenga contemplar con todo cuidado la realidad española. Pero ello precisa saber muy bien dónde estamos. En ese sentido quizá convenga, entre otros expertos, acudir a Dudley Seers. Este economista fue siempre un estudioso de cuestiones relacionadas con el desarrollo económico. Desde luego, y a efectos de que se haga sobre él una valoración adecuada, debe señalarse que esa preocupación le llevó no solo a vincularse a la Universidad de Oxford, sino a relacionarse con Raúl Prébisch y, por tanto, a interesarse por planteamientos del llamado -y ahora, prácticamente muerto- estructuralismo económico latinoamericano y a los trabajos de Cepal.
En ese sentido dirigió un estudio conjunto, titulado en la edición en español, La Europa subdesarrollada, y al analizarla nos encontramos con que emplea el léxico que había utilizado Perpiñá Grau en su colosal aportación De economía hispana, aparecida en alemán en 1935: la diferencia de la realidad económica entre las regiones de la periferia -al lado del mar, con la ventaja para ampliar el mercado de la mayor baratura de los costes de transporte, al efectuarse esencialmente por mar- y el centro que no tiene esa ventaja. Y aunque sea un país marítimo, se ha producido un cambio. España no estaba situada como país en la zona de la periferia rica -con Inglaterra, Francia, Alemania, los países escandinavos, el Benelux-, sino en otra periferia, acompañada de Grecia, Portugal, Turquía y Yugoslavia. Pero en ese gran salto -como el estudio que Dudley Seers hizo con este análisis centrado en los años 70-, en el caso de España, ¿se ha alterado la situación?
Para eso disponemos ahora del trabajo dirigido por Barbara Margarethe Kurkowiak, titulado Sustainable development in the European Union. Monitoring Report on Progress towards the SDGs in an EU context. Se exhiben 17 comparaciones en la Unión Europea en 17 objetivos denominados Sustainable Development Goals, señalados con sus iniciales SDG. Resulta interesante conocer donde se encuentra España en esos índices. El primero de esos índices es el de riesgo de pobreza, en todas sus formas. Entre los diversos índices exhibidos sobre eso, recojo el de la población con riesgo de pobreza o de exclusión social. En los 28 países de la UE, el tanto% de la población con ese riesgo empeora en España en el paso de 2008 a 2015 -recuérdese, la crisis Zapatero- y España, en 2017 está peor que en la media de la UE; y de 1 -país con mejor situación-, a 28 -el peor-, está en el 20, entre Hungría e Italia.
El índice 2, más significativo, a mi juicio, del objetivo de la liquidación del hambre, adecuada nutrición y promoción de una agricultura sostenible es que el área de agricultura ecológica aumenta con claridad de 2010 a 2015, ocupando España el puesto 10 entre Eslovenia y Grecia. En cuanto a esperanza de vida y bienestar en todas las edades, España ocupa el puesto 1 en mujeres y hombres; y en tasas de autopercepción de salud, también de muy buena a muy mala, España ocupa el puesto 6. En lo que se refiere a una educación y conocimientos en matemáticas, lectura y ciencias, es significativo que España en 2015 se encontraba entre Holanda y el Reino Unido. La igualdad de oportunidades para hombres y mujeres sitúa a España, en el porcentaje de mujeres que sufren violencia, en el puesto más bajo, solo superada por Eslovenia y es análoga esa cifra a Polonia; los datos más altos son los de Suecia, Holanda, Dinamarca y Bélgica, y por lo que se refiere a igualdad en el empleo, España está en el puesto 19, entre el Reino Unido e Irlanda.
Otro índice de bienestar es la disponibilidad en el hogar de agua y enfermedades derivadas de su carencia, y sitúa a España en el grupo que no tiene problema alguno, con índices en ese sentido análogos a los de Alemania y Bélgica.
Sobre la seguridad del acceso a una energía adecuada para todos, el consumo por habitante de energía en un puesto bajo, el 4, de menor a mayor, entre Bulgaria y Eslovaquia. El nivel más alto es el de Luxemburgo, seguido de Bélgica, y España ocupa el puesto 9 en cuanto a productividad en la producción de energía, levemente por encima de Austria y Alemania.
La tasa de crecimiento del PIB por habitante de 2001 a 2016 y del 2011 al 2016, sitúan a España en el puesto 10, entre Eslovenia y Alemania, y en cuanto a índices de paro el español es el más alto de todos los 28 países de la Unión Europea.
Los datos sobre condiciones de vivienda y de innovación e infraestructuras nos muestran que el empleo, en España, de alta y media-alta tecnología, coloca a España en el puesto 18 entre Italia y Estonia, y en I+D por persona, España está situada en el puesto 17 entre Portugal y Estonia, y el puesto 16 en cuanto a patentes de la Oficina Europea de Patentes.
La búsqueda de la reducción de la desigualdad es otro objetivo claro. La media de la capacidad de compra por habitante coloca a España en el puesto 14 entre Malta y la República Checa, y en lo que respecta a la renta bruta disponible por habitante, España se encuentra en el puesto 12, entre Irlanda y Portugal, y a causa de la alta tasa de paro, salvo el caso de Rumanía, España es el país de la UE con más alto riesgo de pobreza. Y en cuanto al famoso coeficiente de Gini, que muestra la distribución personal de la renta, la magnitud española muestra un empeoramiento, debido al desempleo, en el paso de 2010 a 2015, en esa magnitud, ya muy alto.
Y en cuanto al bienestar originado por no vivir en ciudades superpobladas, España se encuentra en el lugar 6, entre Malta y Finlandia. Por lo que se refiere a la población expuesta a fenómenos de polución en el ambiente, España se encuentra en el bajo puesto 6, entre Portugal y Luxemburgo. Alemania en el 14 y el Reino Unido en el 10.
Y los datos que interesa saber, sobre la productividad de los recursos disponibles, se sitúa a España en el puesto 5, entre el Reino Unido y Francia. Y finalmente, las muertes por homicidio en España ocupan el lugar 6, entre Irlanda e Italia, precisamente países católicos.
Finalmente el índice de corrupción, España ofrece uno de 60; téngase en cuenta que 0 es el índice más alto de corrupción y 100 el más bajo. Eso sitúa a España en el puesto 17 de la más limpia. Los países más limpios son Dinamarca, Finlandia y Suecia; y los más corruptos, Italia, Grecia y Bulgaria.
Al observar todo este conjunto de índices comparativos entre países, se desprende que España no está situada en el conjunto más preocupante de la Unión Europea, pero que le falta todavía mucho para igualarse a ese conjunto de Francia, Reino Unido, Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Irlanda, Suecia y Dinamarca, al que hay que añadir, fuera de la Unión Europea, a Suiza, Noruega e Islandia. Nos obliga esto a continuar ese esfuerzo nacional, y muy fuerte, que lleva ya sesenta años de labor.