Periodista económico
Opinión

Satisfecho por haber superado su, por ahora, último match ball del Congreso con el apoyo interesado de sus socios enemigos de España que están preparando la nueva lista de humillaciones y chantajes, Pedro Sánchez prepara ya las maletas para marchar de vacaciones a la residencia oficial de La Mareta, a pesar de la plaga de corrupción que infecta a su gobierno y su partido. Vacaciones que, a diferencia del presidente, son cada vez menos los españoles que pueden disfrutar, gracias a esa política económica y social de progreso de la que presume la sociedad Sánchez-Yoli producciones de ficción, y de la que, sin temor a equivocarnos, podríamos decir aquello de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

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Seguía, con más atención que expectación, la sesión plenaria del Congreso sobre la corrupción. Y mientras contemplaba a la bancada lanar socialista aplaudir entusiásticamente la soflama insustancial de Pedro Sánchez, no podía apartar de mi mente la imagen de la orquesta del Titanic, tocando mientras se hundía el barco. Una imagen patética, tanto como la intervención de un presidente del Gobierno, intentando socializar los presuntos casos de corrupción y organización criminal, como lo define el auto judicial, que afectan y comprometen a su gobierno y su partido. Un presidente que se presentaba públicamente como incompetente e ignorante para ocultar las sospechas de consentimiento y de complicidad que le rodean y anunciando un paquete de medidas, ya en vigor o recicladas, en las que como es su costumbre criminaliza a las empresas y disculpa a los políticos olvidando que en estos casos tan corrupto es el que da como el que toma.

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Mientras desde el gobierno siguen hablando de sabotajes, ciberataques y montajes, y el funeral de los últimos forofos del sanchismo en que derivó el comité federal del PSOE, se limitaba a poner remiendos al fango de la corrupción sin propósito de enmienda, la realidad de los hechos y la percepción de la mayoría de los españoles confirman que el principal saboteador de sí mismo es un gobierno incapacitado para la gestión, inhabilitado para gobernar y sometido al chantaje de un prófugo de la Justicia.

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Queremos a Pedro Sánchez en coma, no muerto. Con estas palabras describía el delincuente fugado de la Justicia, Carles Puigdemont, la estrategia política de los independentistas catalanes, y con ellos el del resto de los socios de la Frankenstein para conseguir sus objetivos de romper España y acabar con la Constitución, la democracia y el régimen de libertades del 78, contando con la colaboración imprescindible de un presidente del gobierno incapacitado para gobernar y acosado por las denuncias de corrupción que enfangan a su partido, a su gobierno y a su entorno familiar.

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Decíamos tras la reciente cumbre de la OTAN en La Haya que lo más grave de la amenaza de Trump de duplicar los aranceles a España y hundir nuestra economía es que puede hacerlo. Y si algo define al presidente norteamericano, aparte de su egocentrismo extravagante, es su carácter rencoroso y vengativo. Ni olvida ni perdona.

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Como las musas de los maestros Serrat y Sabina “que unas huyen y otras se descojonan”, así se posicionaron sobre Pedro Sánchez sus colegas de la OTAN. Que unos, como el alemán Merz o el polaco Tusk, le repudiaban y otros como el belga De Weber o la italiana Meloni, se guaseaban, con el colofón de un Donald Trump que proclamaba sin disimulos que “hay un problema con España”, mientras amenazaba con duplicar los aranceles para nuestro país.

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Comentábamos recientemente en estas mismas líneas como la agonía del régimen sanchista, de prolongarse, puede hacer un daño irreparable a España, a la economía y al empleo porque la seguridad jurídica y la estabilidad política son elementos esenciales para el crecimiento de la economía, para la empresa, la inversión y la creación de empleo y en la España de hoy ambas condiciones brillan por su ausencia.

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El último informe trimestral del Banco de España, adelantado por el gobernador, José Luís Escrivá, dibuja ya un escenario más pesimista sobre la economía española que se traduce en un recorte de tres décimas en la previsión de crecimiento de nuestro PIB en 2025, hasta el 2,4%, que caerá a sólo un 1,8% en 2026. Un enfriamiento de la economía que el supervisor atribuye fundamentalmente a las políticas arancelarias de EEUU que derivará en la menor aportación del sector exterior. Elemento importante sí, pero no el único ni, probablemente, el principal.

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Con toda la inmundicia que vamos conociendo de amaños en obras públicas, financiación irregular, cobro de comisiones, cloacas, fontaneros, colocación de amigas sexuales y otras corrupciones varias. Y con un presidente del gobierno acorralado por los informes judiciales y de la UCO, que tiene a su mujer investigada y a sus hermano procesado por presuntos casos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias, a su fiscal general a punto de sentarse en el banquillo y a sus más directos colaboradores imputados, en cualquier democracia plena cualquier presidente y cualquier gobierno democráticos habrían dimitido o convocado a los ciudadanos a las urnas para salvaguardar la dignidad personal y la del cargo. Ejemplos hay, por mucho menos como el de Antonio Costa en Portugal.

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Con toda la inmundicia que vamos conociendo de amaños en obras públicas, financiación irregular, cobro de comisiones, cloacas, fontaneros, colocación de amigas sexuales y otras corrupciones varias. Y con un presidente del gobierno acorralado por los informes judiciales y de la UCO, que tiene a su mujer investigada y a sus hermano procesado por presuntos casos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias, a su fiscal general a punto de sentarse en el banquillo y a sus más directos colaboradores imputados, en cualquier democracia plena cualquier presidente y cualquier gobierno democráticos habrían dimitido o convocado a los ciudadanos a las urnas para salvaguardar la dignidad personal y la del cargo. Ejemplos hay, por mucho menos como el de Antonio Costa en Portugal.