Opinión
Satisfecho por haber superado su, por ahora, último match ball del Congreso con el apoyo interesado de sus socios enemigos de España que están preparando la nueva lista de humillaciones y chantajes, Pedro Sánchez prepara ya las maletas para marchar de vacaciones a la residencia oficial de La Mareta, a pesar de la plaga de corrupción que infecta a su gobierno y su partido. Vacaciones que, a diferencia del presidente, son cada vez menos los españoles que pueden disfrutar, gracias a esa política económica y social de progreso de la que presume la sociedad Sánchez-Yoli producciones de ficción, y de la que, sin temor a equivocarnos, podríamos decir aquello de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.