Opinión

La orquesta del Titanic

  • Sánchez criminaliza a las empresas por la corrupción y disculpa a los políticos 
  • Si Santiago Abascal y Vox aman tanto a España como dicen lo mejor que pueden hacer es disolverse
Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España compareciendo en público
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Seguía, con más atención que expectación, la sesión plenaria del Congreso sobre la corrupción. Y mientras contemplaba a la bancada lanar socialista aplaudir entusiásticamente la soflama insustancial de Pedro Sánchez, no podía apartar de mi mente la imagen de la orquesta del Titanic, tocando mientras se hundía el barco. Una imagen patética, tanto como la intervención de un presidente del Gobierno, intentando socializar los presuntos casos de corrupción y organización criminal, como lo define el auto judicial, que afectan y comprometen a su gobierno y su partido. Un presidente que se presentaba públicamente como incompetente e ignorante para ocultar las sospechas de consentimiento y de complicidad que le rodean y anunciando un paquete de medidas, ya en vigor o recicladas, en las que como es su costumbre criminaliza a las empresas y disculpa a los políticos olvidando que en estos casos tan corrupto es el que da como el que toma.

Como patético fue también ver a Yoli, la de los cohetes y los algoritmos, ejerciendo de palafrenera de Sánchez e intentando disfrazar su complicidad por respaldo y omisión con el gobierno del que forma parte mientras vomitaba odio por la boca. Y esto justo al día siguiente de que la Comisión Europea alertara del "alto riesgo de corrupción" en la contratación pública y financiación de partidos España. La misma Comisión Europea que ha recortado en 1.100 millones el quinto pago de los fondos europeos por incumplimiento del plan de ajuste del déficit y la deuda. Obligación a la que el ejecutivo se comprometió mediante la reforma de la fiscalidad del diésel para equiparar el precio del gasoil al de la gasolina, la conversión en fijos de los interinos y la digitalización de las entidades regionales. Proyectos que duermen el limbo por la precariedad del gobierno y su incapacidad para gestionar y gobernar.

Como también han sido el resto de miembros de la UE los que han obligado al ministro Carlos Cuerpo retirar su candidatura para presidir el Eurogrupo por falta de apoyos, o los que han relegado al ostracismo a Teresa Riera en la Comisión Europea. En Europa y en el mundo libre ya se han dado cuenta de quién es Pedro Sánchez y por ello está cada vez más aislado internacionalmente.

Seamos claros. Si Sánchez fuera sincero para acabar con la trama corrupta que afecta a su gobierno y a su partido se iría el mismo el primero. Pero estamos hablando de la palabra de un presidente que dijo que no dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno y en menos de una semana los metió en el Ejecutivo con Pablo Iglesias como vicepresidente. El mismo que dijo que jamás pactaría con Bildu y los tiene ahora como socios parlamentarios además de entregarles la alcaldía de Pamplona. El que repitió hasta la saciedad que la amnistía a los golpistas catalanes era inconstitucional y ahora es promotor y primer defensor de esa amnistía. Que prometió que traería a Puigdemont a España para sentarle a los Tribunales de Justicia y no sólo negocia con él fugado sino que le rinde vasallaje en Waterloo y le entrega el gobierno de España y la igualdad entre los españoles a cambio de sus siete votos para mantenerse en La Moncloa.

Eso sólo por citar algunos de los más escandalosos cambios de opinión de un presidente del gobierno que plagió su tesis doctoral, al que pillaron con una urna falsa detrás de las cortinas en las votaciones del comité federal, al que están denunciando por "pucherazo" en las primarías de Andalucía para echar a Susana Díaz, y que tiene a su mujer y a su hermano investigados por presuntos casos de malversación, tráfico de influencias y corrupción en los negocios. La cuestión es que, a la vista de estos precedentes, cabe preguntarse si lo que dijo Sánchez el miércoles en el Congreso tiene algún valor y si merece su palabra alguna credibilidad. Ustedes mismos.

Y con este panorama de ineficacias, fangos y mentiras Vox vuelve a equivocarse de enemigo y sale una vez más al rescate del sanchismo para darle material que agite el espantajo de la ultraderecha. Ahora con sus desvaríos sobre la emigración. Como venimos reiterando, si Santiago Abascal y Vox aman tanto a España como dicen lo mejor que pueden hacer es disolverse.

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