Entrevista
23/01/2020, 22:09
Thu, 23 Jan 2020 22:09:46 +0100
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Cuando le preguntas, a bocajarro, si se arrepiente de haber sido un abogado del Estado rebelde, que se atrevió a plantar cara a Pedro Sánchez y Dolores Delgado, negándose a cumplir sus órdenes sobre lo ocurrido el 1-0, dice un no rotundo. "Me represaliaron y el castigo fue severo, con destierro incluido, pero me negué a mentir, y no me arrepiento", señala. Edmundo Bal (Huelva, 1967) ha pasado de ser el jefe de Penal de la Abodacia del Estado -por cuyas manos pasaron los casos de mayor relumbrón- a ser el número dos de Ciudadanos en el Congreso. Su despacho, en la planta sexta del edificio de la Carrera de San Jerónimo, es un lugar pequeño con aires de provisionalidad, porque aún los diputados no tienen su ubicación definitiva, pero no se queja. Esta acostumbrado a ir "ligero de equipaje", tal vez porque es un deportista nato, al que le gustan los maratones, y un motero empedernido, que disfruta de la naturaleza para relajarse. En los 16 años que duró su actividad anterior, no hubo ni una sola noticia en contra de alguna de las resoluciones y, tal vez por eso, su cese fulminante resultó todavía más llamativo: "Me querían obligar a mentir, y eso demuestra lo poco que me conocían. La orden era suprimir todas las alusiones a la violencia el 1-O, y me negué. Tuve la fortuna de que me llamó Albert Rivera, me ofreció ir en las listas de Cs, y hoy soy diputado. Es un gran honor, y voy a luchar desde mi escaño para que este Gobierno no siga intentando politizar la justicia, tal como hace", afirma. Dice que es "lamentable e inadmisible" que el Gobierno pretenda modificar el Código Penal para beneficiar a los presos de ERC, que la elección de Delgado como fiscal general es un disparate, y que Torra no es ni diputado ni presidente de la Generalitat, por lo que sería una" sinvergonzonería" que Pedro Sánchez se reúna con él.