La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una fuerza transformadora en diversas industrias. Sin embargo, con su crecimiento y expansión, surge la necesidad crítica de una regulación adecuada. La clave radica en asegurar un uso razonable de la IA, capaz de eliminar lo perjudicial sin afectar negativamente lo beneficioso. Pero, como suele ocurrir, la innovación tecnológica supera con creces la regulación existente. Esto nos plantea un desafío apremiante: necesitamos promulgar legislación que garantice el uso seguro, imparcial e innovador de la IA.