Opinión

Inteligencia artificial: desafíos y soluciones en su regulación

La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una fuerza transformadora en diversas industrias. Sin embargo, con su crecimiento y expansión, surge la necesidad crítica de una regulación adecuada. La clave radica en asegurar un uso razonable de la IA, capaz de eliminar lo perjudicial sin afectar negativamente lo beneficioso. Pero, como suele ocurrir, la innovación tecnológica supera con creces la regulación existente. Esto nos plantea un desafío apremiante: necesitamos promulgar legislación que garantice el uso seguro, imparcial e innovador de la IA.

Ya estamos viendo avances al respecto. España aprobó hace poco la creación de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), siendo el primer país europeo en conformar un órgano de estas características y anticipándose a la entrada en vigor del Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial. Dicho reglamento establecerá para los Estados miembros la obligación de seleccionar una autoridad nacional que se encargue de supervisar la aplicación de la normativa en materia de inteligencia artificial.

Esta iniciativa se produce en un momento en el que al 56% de los empleados le preocupa perder su trabajo debido a la IA generativa, según un reciente estudio de Capterra. Lo mismo ocurre con los casos de fraude y estafa a través de la IA que se están produciendo alrededor del mundo. Es evidente que la novedad y el desconocimiento han agitado a la sociedad, despertando mucha desconfianza y temor en la opinión pública. Cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿debería el Gobierno hacer más frente al rápido avance de la inteligencia artificial y sus potenciales riesgos?

La paradoja de la innovación

Ahora que la inteligencia artificial es más accesible que nunca, su uso es una realidad en las empresas y no una fantasía de la ciencia ficción. Sin embargo, al igual que ocurre en las novelas y películas, la IA se puede utilizar tanto para el bien como para el mal, y muchos utilizan las últimas innovaciones en este campo para cometer fraude y ciberdelitos. Paradójicamente, la respuesta se encuentra en el propio problema.

La regulación se basa en gran medida en la intención de lo que se pretende desplegar. Esto implica delinear claramente el objetivo y lo que se intenta lograr, utilizando casos de prueba para asegurarse de que cumple con criterios imparciales y neutrales específicos, y demostrando su capacidad para gestionar esto con el tiempo. Por ejemplo, el uso de la IA y la biometría es beneficioso cuando la intención es facilitar la entrada sin problemas a un país, pero perjudicial cuando se utiliza con fines de ataques dirigidos.

IA ética y consentimiento del consumidor

Una vez que se establezca una regulación efectiva, esto actuará como un catalizador de cambio, presionando a las empresas públicas y privadas para establecer la infraestructura adecuada. Esto no solo respaldará una implementación sin problemas de la IA en diversas industrias, sino que también protegerá a los consumidores y sus datos. En pocas palabras, la amenaza de la IA utilizada para el mal sólo se puede combatir con la IA del bien.

Por qué velar por la ética de la inteligencia artificial

Es evidente que la autorregulación de la industria no es suficiente para evitar los posibles daños éticos. En este aspecto, la UNESCO recomienda que los desarrollos de la IA se atengan al estado de derecho, evitando daños y asegurando que, cuando se produzcan, los afectados dispongan de mecanismos de rendición de cuentas y reparación. Hasta la fecha, más de 40 países de todas las regiones del mundo ya están colaborando con la UNESCO para desarrollar un mayor control ético de la IA.

Con cualquier tecnología que utilice tus datos e identidad, el consentimiento y el control son clave. Por ejemplo, ¿te afecta el escaneo facial al entrar en un banco si no tienes nada que ocultar? ¿Es ético utilizar la IA para crear publicidad más dirigida? Necesitamos desarrollar una IA explicable para que las personas puedan tener una mejor sensación de consentimiento y control. Por ejemplo, usar IA para analizar datos financieros e información de puntuación crediticia para determinar la elegibilidad para préstamos o hipotecas. Los líderes deben demostrar que su IA es transparente, imparcial y ética.

Capacitar a las personas

En esta era de tecnología avanzada, salvaguardar la propia identidad no es solo un deber, es un imperativo moral. Como líderes, tenemos la responsabilidad de proteger y honrar esta esencia personal. Esta es una llamada a la acción para aquellos de nosotros que aspiramos a estar en el lado correcto de la historia, a levantarnos y adoptar una postura, uniéndonos en una misión compartida para cultivar una IA ética. Nuestro objetivo es claro: capacitar a los individuos poniendo las riendas del consentimiento firmemente en sus manos.

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