Solo el 3% del Perte de Salud de Vanguardia, es decir 50 de los 1.469 millones presupuestados, irán destinados a la mejora de las fábricas de medicamentos.
Por si fuera poco, solo la mitad del desembolso será a fondo perdido, el resto se concederá en forma de créditos. Una cantidad irrisoria a todas luces, que impedirá resolver uno de los objetivos principales del plan: reducir la elevada dependencia exterior (sobre todo de países del sudeste asiático) en fármacos esenciales. La pandemia del coronavirus dejó patente el grave error que supone carecer de una potente industria nacional. De hecho, la Unión Europea también aboga por reducir este hándicap sanitario. Por todo ello, el diseño actual del Perte es un perfecto ejemplo de incoherencia que debe resolverse.
