Director de elEconomista

Los economistas denominan cisnes negros a aquellos eventos inesperados que cambian el rumbo de las cosas. Así ocurrió en la última década con la crisis de las hipotecas subprime, que provocó la mayor recesión desde el 29, o con la pandemia, que desencadenó movimientos telúricos en las bolsas y en la economía mundial.

"No me levantaré de la mesa de negociación hasta alcanzar un acuerdo", la frase, pronunciada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en vísperas del acuerdo para la reforma laboral, ha quedado obsoleta en tiempo récord.

Pedro Sánchez se mira a menudo en el espejo de su amigo el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, que el pasado fin de semana logró una gran victoria en las urnas, gracias a una política centrista, alejada de los extremismos. Con la salida de Iván Redondo, su mano derecha y el muñidor del plan ideológico es el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, quien está convencido de que ante el escoramiento de Casado a la derecha para contrarrestar a Vox, su destino es ofrecer una imagen política de moderación.

El coronavirus es ya historia. Los países anulan restricciones, suprimen pasaportes covid y reabren sus fronteras para normalizar la situación económica. Si los dos últimos años estuvieron marcados por la evolución de la pandemia, el 2022 lo estará por la inflación.

El canciller alemán, Olaf Sholz, recordó el lunes a Pedro Sánchez que las reglas fiscales están para cumplirse. El razonamiento germánico es sencillo: Si España puede disponer ahora de 140.000 millones de fondos europeos para transformar su economía es porque antes se produjo un ahorro. Sánchez enmudeció. La alianza que quiere forjar con Alemania para contrarrestar la creada por Enmanuel Macron y Mario Draghi está en el aire. Scholz tiene muchos compromisos que atender antes que a Sánchez.

Aún resuena los ecos en el Palacio de la Moncloa, del discurso de fin de año de Sánchez en el que rechazó de plano la modificación de la reforma laboral a través de la tramitación en el Congreso, y aseguró que "la coalición con Podemos es robusta y atraviesa un buen momento". Pero la realidad es a veces tozuda y no entiende de sentimientos ni de promesas vanas. Unas semanas después, está envuelto en una de las broncas más serias con su socio de Gobierno, que está poniendo a prueba la solidez de la coalición. El culpable, como ustedes saben, es el ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre el que el presidente, al parecer, no tienen ninguna capacidad de decisión por los acuerdos alcanzados con su socio político.

El INE publicó este martes los datos de desempleo. El paro bajó en 782.000 personas, hasta 3,1 millones, lo que supone borrar la destrucción de empleo de la pandemia, al igual que ocurre con las altas de la Seguridad Social, crecieron en 780.000, hasta la cifra mágica de casi 20 millones, muy por encima de los 19,2 millones de febrero de 2020.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se presentó a la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros con aires de grandeza. "Hoy no es un día cualquiera. Es uno de los días más importantes del Gobierno y de esta legislatura", señaló para apuntarse el tanto de la reforma laboral sellada con patronal y sindicatos la víspera de Nochebuena. Y continuó diciendo, bajo la mirada ausente de la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, que la reforma "va a cambiar la vida de la gente", que acabará con la "depreciación laboral y la devaluación salarial" y que "pasa página a la precariedad laboral". Toda una sarta de frases manidas y tópicas contra la reforma laboral de 2012 que la vicepresidenta pretende utilizar con fines partidistas para lanzar su proyecto político para las próximas elecciones.

El Banco de Pekín sorprendió esta semana con una bajada de los tipos de interés de referencia de los créditos a un año, a contracorriente del resto de los bancos centrales del planeta, después de que hace unas semanas redujera en medio punto el coeficiente de reservas obligatorias a las entidades financieras para estimular su economía. El lunes, las bolsas de medio mundo se asustaron. Los parqués tanto de Shanghai como de Hong Kong cerraron con un desplome, que reverberó en el resto de las plazas asiáticas, con caídas próximas al dos por ciento. ¿Tan mal está la economía china?

El genio español, esa reconocida fuerza interior que nos empujó a surcar los mares del nuevo mundo en busca de aventuras, también nos permitió construir hospitales en unas semanas, al igual que habían hecho los chinos, o lo que es mejor, dotarlos con personal voluntario gracias a la generosidad de miles de estudiantes y de profesionales ya jubilados. Descubrimos que nuestras fábricas eran capaces de producir las anheladas vacunas o cómo los hospitales se convertían en improvisados centros experimentales para acoger los ensayos clínicos de las vacunas.