La guerra comercial lanzada por EEUU contra el resto del mundo, especialmente contra China, amenaza con dejar muchas batallas y la primera de ellas parece haberla ganado Pekín. Cuando la firme posición del gigante asiático tras recibir aranceles de tres dígitos, nada menos, ya ha hecho a la Administración Trump modular su belicoso lenguaje y buscar una pronta negociación, los primeros datos comerciales de marzo y abril han sido bastante reveladores. Si en marzo las exportaciones chinas fueron fortísimas en previsión del latigazo arancelario que ya iba a venir el mes siguiente, en abril se mantuvieron resilientes gracias a que Pekín ha sabido encandilar a otros clientes. Al mismo tiempo EEUU ha visto cómo, aunque en abril su déficit comercial con China se redujo notablemente, en marzo se ensanchó hasta un nuevo máximo histórico con el resto del mundo, precisamente por su virulencia arancelaria. Este primer round deja a un Trump consiguiendo justo lo contrario de lo que quería y a una Casa Blanca en una posición más débil cuando este fin de semana, en Suiza, se siente en una mesa frente al gobierno chino.