Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

En tiempos de creciente presión política para reforzar las redes de protección social, suelen aparecer ideas (que a veces se llevan de forma parcial a la práctica) que van encaminadas a otorgar a las familias o individuos ayudas monetarias prácticamente incondicionales, con el objetivo de reducir la pobreza y la exclusión social. Este tipo de medidas que parecen claras, necesarias y adecuadas son, sin embargo, un arma de doble filo, puesto que en ciertas ocasiones generan incentivos (o más bien desincentivos) que cronifican los problemas de esas familias (trampa de pobreza) al mismo tiempo que incrementan el gasto estructural de unas administraciones que ya parten de unos niveles elevados de deuda pública. Por eso, resulta fundamental confeccionar con sumo cuidado y detalle este tipo de prestaciones para evitar que se generen dichas situaciones. Al mismo tiempo, también son útiles los experimentos limitados para conocer el impacto práctico de estas políticas. En España ha tenido lugar recientemente una de estas prácticas con resultados interesantes. Algunos devastadores para el mercado laboral y otros más positivos a nivel individual.

España vive un periodo paradójico en lo económico: mientras los indicadores 'macro' apuntan a un crecimiento sostenido e intenso, la percepción de los hogares y su situación real términos de renta han empeorado respecto a 2008. Uno de los factores clave detrás de esta disonancia es el fuerte aumento de la presión fiscal, especialmente a través del IRPF. Aunque el déficit público ha mejorado y la recaudación ha batido récords, esto ha sido en gran parte a costa de una renta disponible de los hogares que hoy es más baja, en términos reales, que hace más de quince años. Es decir, mientras que la economía crece en términos agregados, buena parte de los ciudadanos vive hoy peor que en 2008 en términos de capacidad de compra con su renta disponible.

EEUU lleva décadas siendo el modelo para muchos países que buscan la receta del éxito. La mayor economía del mundo ha generado en los últimos 50 años un enorme crecimiento económico que ha convertido a este país en la 'tierra de las oportunidades'. Una de las claves del éxito (son muchas) ha residido en la independencia de la política monetaria y política fiscal, que ha impedido que los diferentes gobiernos del país usen la Reserva Federal a su antojo, lo que podría haber generado grandes crisis inflacionistas como las que se han vivido recientemente en Argentina (antes de Milei) o Venezuela. Aunque EEUU esté a años luz de estos dos países, ya hay expertos (de muy reconocido prestigio) que ven cada vez más cerca el fin de esta independencia entre Gobierno Federal y Fed. La necesidad y la incapacidad de pagar la enorme deuda pública solo tiene dos salidas posibles: el default oficial (impago directo a los acreedores) o el impago silencioso que genera la inflación.

Que los mercados no se hayan vuelto locos y que los analistas llamen a la calma no significa que el futuro de Oriente Medio penda de un hilo. La tensión es máxima y cualquier gesto o escaramuza puede multiplicar los riesgos en una región clave para el suministro energético mundial. Aunque ni a Irán ni a EEUU, en puridad, les conviene un shock en el mercado del petróleo, en este punto es innegable que cualquier chispa puede incendiar la situación (el parlamento de Irán ha aprobado el cierre de Ormuz). Aunque Washington ha intentado focalizar sus ataques contra el régimen iraní en las instalaciones nucleares, el paso dado lo cambia todo y ya tiene sus primeras consecuencias, también en el transporte marítimo, donde los grandes buques que transitan esta arteria vital para el comercio internacional muestran con su comportamiento los riesgos a los que se enfrenta la economía global

La entrada de lleno de EEUU en la guerra entre Israel e Irán podría parecer un punto de inflexión en la batalla de Oriente Próximo que debería estar hundiendo a los mercados. El riesgo de un cierre del Estrecho de Ormuz, controlado parcialmente por Irán, y el riesgo de una mayor escalada bélica debería, en principio, asustar a los inversores en renta variable y motivar a los alcistas del petróleo a apostar por un crudo por encima de los 100 dólares. Sin embargo, los inversores, en general, restan importancia a la escalada, el petróleo cotiza plano, el oro se desinfla y muchos estrategas consideran que el conflicto está contenido, e incluso se muestran optimistas respecto a algunos activos de riesgo.

Irán se teme lo peor y por ello está actuando a toda prisa y sin descanso para reunir la máxima cantidad de fondos posibles y aprovechar su infraestructura petrolera antes de que sea demasiado tarde. Ya informaba la agencia Bloomberg y Reuters hace unos días del sorprendente incremento de las exportaciones de petróleo de Irán en medio de los ataques israelíes. Como un 'chorro' de crudo que sale disparado desde un gran yacimiento, el petróleo iraní está abandonando Irán por unas infraestructuras que aún funcionan casi con total normalidad. Esta información ha sido confirmada con imágenes satelitales que revelan que el plan de Irán para aguantar lo máximo posible está en marcha y se desarrolla a toda velocidad.

El país que supuestamente tiene las peores condiciones de trabajo de Europa, al menos si lo medimos en términos de porcentaje de asalariados con contratos temporales o a tiempo parcial, con un récord de pluriempleo, anota, sin embargo, una tasa de paro inferior al 4% y ostenta una de las mayores rentas per cápita de los Veintisiete. Un cúmulo de contradicciones con nombre propio, Países Bajos, que parece haber dado con la fórmula para convertir prácticamente todo aquello que se considera una lacra para un mercado laboral en una fórmula de éxito.

Los expertos llevan décadas asegurando que la inversión excesiva en ladrillo es un error. Que muchos de los problemas económicos pasados y presentes de España se deben a que la vivienda parece ser el único activo en el que todo el mundo está dispuesto a invertir. Sea un error o no (en términos 'macro' para la economía, probablemente lo es), la elevada tasa de propiedad de los españoles está generando un interesante y llamativo efecto en los rankings mundiales de riqueza. Primero porque los españoles aparecen por encima de varios países que en 'teoría' son mucho más avanzados. Y segundo, porque esta elevada tasa de propiedad permite que la desigualdad de la riqueza en España sea muy inferior a la de la mayoría de los países analizados. Que casi todo el mundo tenga vivienda parece ser más una bendición que una calamidad, al menos, en lo que a términos de riqueza se refiere.

Llegan las primeras filtraciones de un posible ataque de EEUU a Irán. Son muchos los indicios, pero con Donald Trump no se puede dar nada por seguro ni por descartado. Varios bombarderos de EEUU han comenzado a usar las bases de España y han comenzado a realizar maniobras. Por otro lado, según publica en exclusiva la agencia Bloomberg, altos funcionarios estadounidenses se preparan para la posibilidad de un ataque contra Irán en los próximos días, según han revelado personas familiarizadas con el asunto, una señal casi evidente de que Washington está preparando la infraestructura para entrar directamente en conflicto con Teherán. Mientras que la entrada de EEUU de forma directa en los ataques llega, los analistas empiezan a realizar sus quinielas sobre cuál puede ser el escenario. Todos parecen coincidir en algo: un Irán contra las cuerdas puede ser un Irán muy peligroso. Teherán aún no ha desatado todo su 'potencial bélico' ni ha puesto en marcha las medidas más 'destructivas'. El gran riesgo es que un régimen iraní acorralado quiera 'morir matando', es decir, atacando directamente estructuras petroleras.

El estrecho de Ormuz es el cuello de botella más importante del planeta y está en manos de una Irán que deja la habla abiertamente de bloquearlo. Por ese paso angosto cruza el 20% de suministro mundial de petróleo y del gas del planeta. Es la arteria que permite que los mercados y el sistema energético mundial respiren. Sin embargo, la escalada en la región está poniéndolo en el foco y crece el temor a que los problemas emerjan en sus aguas. Al margen de un cierre total, se evalúan la opción de ataques concretos, como ocurrió precisamente en la escalada EEUU-Irán del primer mandato de Trump. Los expertos lo tienen claro, solo esta incertidumbre podría disparar los precios de la energía, particularmente en Europa y China, que se han encomendado a Catar para abastecerse. De momento ya hay diversos grupos navieros que se alejan de Ormuz ante la escalada de la tensión. Además, desde la propia Irán se habla abiertamente de un control del estrecho de 100 días para someter diplomáticas a Israel y EEUU.