Bolsa, mercados y cotizaciones

EEUU se mete en la trampa que estuvo a punto de acabar con el euro: el bucle deuda-bancos que puso en jaque a España e Italia

  • La Fed saca adelante un mecanismo que ha generado controversia
  • Permitirá a la gran banca apalancarse más para comprar bonos del Tesoro
  • La Administración Trump busca una mayor demanda interna de la deuda
Imagen: iStock

El Gobierno de EEUU ha dado inicio a un cambio histórico en su economía que busca reducir la presencia de inversores extranjeros en sus activos y lograr una mayor 'autosuficiencia' a nivel de financiación, es decir, reducir el superávit en la balanza por cuenta financiera (entrada de capitales del exterior) por un incremento del propio ahorro interno. Este plan es complejo y peligroso, puesto que para 'expulsar' a los inversores extranjeros, la Fed y el Gobierno Federal implementarán políticas que generen cierta represión financiera y más inflación. Además, entre los cambios se está estudiando una medida para que los bancos americanos se vean incentivados a comprar aún mayores cantidades de deuda EEUU, un movimiento o tendencia que estuvo a punto de acabar con el euro. Las tenencias de bonos soberanos domésticos de forma masiva reducen la diversificación en los balances de los bancos y genera grandes vulnerabilidades ante posibles pérdidas de 'valor' de esos activos, como se pudo ver en Europa durante la gran crisis de deuda soberana que amenazó con llevarse por delante el gran proyecto europeo.

La Reserva Federal presentó este miércoles una propuesta que revisará la cantidad de capital que los grandes bancos globales deben mantener frente a activos de riesgo relativamente bajo. El banco central ha dado a conocer sus planes para reducir una importante norma de capital que, según se quejan los grandes bancos, limita su capacidad para mantener más bonos del Tesoro y actuar como intermediarios en el mercado de 29 billones de dólares.

El consejo de la Fed votó 5-2 el miércoles para proponer cambios a lo que se conoce como el ratio de apalancamiento suplementario mejorado, que se aplica a los mayores bancos de Wall Street, como Bank of America, JP Morgan y Goldman Sachs. Las revisiones reducirían los requisitos de capital de las sociedades de cartera en virtud del coeficiente a una horquilla del 3,5% al 4,5%, frente al 5% actual. Sus filiales bancarias verían reducido ese requisito al mismo rango desde el 6% actual.

Esta propuesta tiene un objetivo claro que nadie ha tratado de ocultar: permitir que la deuda pública de EEUU se acumule en los balances de los bancos del país sin 'atrapar' capital o reservas. De este modo, los bancos podrán adquirir grandes cantidades de bonos del Tesoro americano sin tener que retener un porcentaje en reservas por precaución. Esto permitirá a los bancos aumentar sus balances y generar una mayor demanda de estos bonos, ayudando como efecto indirecto al Gobierno a financiar unos déficits fiscales que parecen cada vez más insostenibles.

"La flexibilización de los requisitos de capital debería traducirse en un aumento de la demanda interna de bonos del Tesoro, que podría ser lo suficientemente importante como para evitar que el rendimiento de los bonos del Tesoro vuelva a subir como en mayo, cuando la demanda externa se ralentizó debido a las políticas de Trump", señalan los analistas del banco sueco SEB.

El círculo vicioso de la deuda

Todo perfecto hasta aquí. Pero cada cara suele tener una cruz. Una cruz que estuvo a punto de aplastar al euro hace ya más de diez años. La estrecha relación entre deuda soberana y banca es bien conocida y estudiada en Europa. Los autores que han estudiado este fenómeno lo llaman el 'círculo vicioso' o 'nexo entre la deuda soberana y la banca'. "Este círculo vicioso se ha identificado como un factor clave de la crisis de deuda europea", señalaban en un artículo reciente publicado por el Banco Central Europeo (BCE). Recientemente este nexo ha vuelto a cobrar protagonismo también en Europa, ya que la respuesta a la crisis de salud pública y la invasión rusa de Ucrania han disparado los niveles de deuda soberana.

"El círculo vicioso describe las repercusiones entre el riesgo de sostenibilidad fiscal y el riesgo de estabilidad financiera, derivadas de la exposición mutua de los sectores público y financiero a tensiones. En concreto, si los bonos soberanos pierden valor debido al deterioro de la solvencia del gobierno, los balances de las instituciones financieras se ven afectados, ya que poseen grandes cantidades de bonos gubernamentales nacionales. El debilitamiento de las instituciones financieras, a su vez, puede obligar al gobierno a rescatar el sistema financiero. Estos rescates implican gastos para el gobierno, lo que ensombrece aún más sus finanzas. Este círculo vicioso puede exacerbar las recesiones económicas. Por ello, las crisis soberanas pueden desarrollarse repentina y fácilmente descontrolarse", aseguran desde el BCE.

Imaginen un escenario en el que los bancos americanos se cargan deuda pública del Tesoro. De repente, una política fiscal muy expansiva e insostenible comienza a generar inflación, lo que fuerza a la Fed a subir los tipos de interés, erosionando el precio de esos bonos que tienen cada vez más peso en los balances de los bancos americanos. La banca sufriría un fuerte 'agujero' que debería intentar corregir, reduciendo el crédito y buscando liquidar posiciones, lo que a su vez podría acentuar más la crisis. ¿A qué les suena todo esto? A la gran crisis de deuda soberana del euro, en la que los bancos italianos y españoles, por ejemplo, estaban cargados hasta las trancas de bonos de sus propios países. Esta situación profundizó la crisis de estos países que tardaron mucho más en retomar la senda del crecimiento sólido que otras economías.

En la primavera de 2012, España también sufría rebajas de calificación crediticia mientras luchaba por controlar su sistema bancario. La crisis bancaria pronto obligaría al gobierno español, bajo la dirección de su presidente, Mariano Rajoy, a solicitar ayuda de la zona euro. Sin embargo, España no era la única preocupada por el sector financiero. Los países de la zona euro temían que algunos de los bancos más grandes quebraran, arrastrando consigo a los emisores soberanos y a la moneda común. Esta fase de la crisis del euro transformó el mapa político de Europa, impulsando finalmente un esfuerzo para abordar el nexo entre la deuda soberana y la banca, considerado una de las mayores amenazas para la estabilidad financiera, según explicaban desde el ESM (European Stability Mechanism) en 2024. Crear herramientas para romper ese círculo vicioso parecía un método lógico de defensa. También se tomarían medidas para poner fin a la fragmentación de los mercados financieros dentro de la unión monetaria mediante la creación de un supervisor común de la UE y un régimen de resolución bancaria.

Pues bien, la propuesta presentada por la Fed reformaría el citado ratio de apalancamiento suplementario mejorado de modo que la cantidad de capital que los bancos deben reservar esté directamente vinculada a la importancia del papel que desempeña cada empresa en el sistema financiero global.

La propuesta, de completarse, podría dar como resultado una reducción considerable del capital para los bancos más grandes del país. Las filiales de instituciones de depósito de dichos bancos verían una reducción de los requisitos de capital de un promedio del 27%, o 213.000 millones de dólares. Los holdings bancarios globales verían una reducción de capital del 1,4%, o 1.000 millones de dólares. Esta medida es la primera de lo que se espera sea un esfuerzo radical por parte de la Reserva Federal y otros reguladores bancarios para reducir varias normas establecidas tras la crisis financiera de 2008, ya que la administración Trump prioriza la desregulación en un intento por impulsar el crecimiento económico.

Las autoridades de la Reserva Federal promocionaron los cambios como una solución necesaria, ya que el requisito impuesto como medida de protección tras la crisis financiera de 2008 había aumentado gradualmente a lo largo de los años hasta restringir ocasionalmente las actividades bancarias, en particular debido al rápido aumento de la deuda pública en los últimos años. Dado que los requisitos de apalancamiento obligan a los bancos a reservar capital independientemente del riesgo, algunos funcionarios de la Reserva Federal temían que este requisito desincentivara a los grandes bancos a facilitar la negociación en el mercado de bonos del Tesoro, especialmente en momentos de tensión.

Algo se mueve dentro de la Fed

Más allá de que la medida sea "un gran regalo cortesía" de la Reserva Federal a Wall Street, como dicen los analistas de Bloomberg, su aprobación ha venido precedida de un ruido de fondo en el banco central que entronca con lo sucedido en los últimos días, con movimientos internos entre los principales funcionarios que han levantado ciertas suspicacias sobre la influencia de la Administración Trump en las próximas decisiones del organismo.

La propuesta se produjo pocas semanas después del nombramiento de Michelle Bowman, elegida por el presidente Donald Trump como nueva vicepresidenta de supervisión del banco central. El predecesor de Bowman, el gobernador Michael Barr, se opuso al plan, que según él reduciría el capital a nivel bancario en 210.000 millones de dólares para los bancos estadounidenses de importancia sistémica mundial (G-SIB). "En conjunto, estos cambios aumentarían significativamente el riesgo de que un banco G-SIB quiebre, no sea posible una resolución ordenada y el Fondo de Seguro de Depósitos incurra en mayores pérdidas", avisó Barr.

Algunas de las críticas más agudas a la propuesta de la Fed han venido de la senadora Elizabeth Warren, una demócrata de Massachusetts que recientemente escribió una carta a los reguladores bancarios. Ella llamó a la regla de apalancamiento una "salvaguardia crítica" que promueve la estabilidad financiera y advirtió que la economía ya enfrenta riesgos de la guerra comercial de Trump.

Bowman ha estado en el foco mediático estos días por haberse posicionado públicamente, junto con el también gobernador Chris Waller, a favor de un recorte de los tipos de interés ya en julio, contraviniendo la línea oficial marcada por el presidente, Jerome Powell. La adhesión de Bowman a los recortes cuando hace no tanto (el pasado septiembre destacó como halcón al cuestionar el recorte 'jumbo' de 50 puntos básicos) se ha producido justo cuando Trump ha redoblado la presión contra Powell por no bajar el precio del dinero. Algunos han querido ver en el giro de Bowman un intento de sumar méritos para que Trump la elija como sucesora de Powell cuando expire el mandato del banquero central en 2026.

El presidente de EEUU ha entendido que es peligroso echar a las bravas a Powell y ahora busca anunciar con antelación quién será su sustituto para desgastar a Powell en su tramo final, afirmando esta semana que tiene a "tres o cuatro personas" en mente. Esta nominación sería como nombrar a una especie de 'presidente en la sombra' que refuerza el rol de 'pato cojo' de Powell (sin poder interno real al estar cerca de terminar el mandato). Sea quien sea el elegido -Bowman y Waller van en las quinielas por detrás de otros nombres como Kevin Warsh-, todos estos movimientos hacen temer una Fed más receptiva ante las directrices de la Casa Blanca.

Pese a este creciente riesgo de colonización de instituciones por parte del Gobierno de Trump o este mayor nexo entre la banca de EEUU y la deuda soberana, EEUU sigue siendo la mayor economía del mundo y cuenta con uno de los mercados y bancos más competitivos del mundo. El tiempo dirá si este rápido deterioro de las normas y regulaciones que han llevado a esta economía tan lejos terminará también erosionando la economía y los mercados de EEUU.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky