Justo cuando la economía global empezaba a ver la luz tras la profunda recesión del covid, los nubarrones vuelven a acumularse en el horizonte con el tono oscuro que suele preceder a la tormenta. La invasión de Ucrania por parte de Rusia y las posteriores sanciones (y las que están por venir) han desatado una nueva crisis del petróleo (y de las materias primas en general) que amenaza con ahogar la recuperación económica y sumir al mundo en una nueva etapa recesiva. A diferencia de la crisis de 2020, esta recesión podría venir acompañada de un entorno inflacionario sin parangón en las últimas décadas, generado por la escasez de materias primas y los problemas en la cadena de suministros.
La historia moderna parece apoyar esta hipótesis. Salvo la crisis del covid, cuyo desencadenante fue un virus y los posteriores confinamientos, el resto de las últimas grandes recesiones han venido precedidas por el auge de los precios del petróleo. Ahora, hasta la curva de tipos (el mejor predictor de recesiones) está empezando a mostrar señales alarmantes.
Luca Paolini y Arun Sai, estrategas de Pictet AM, explican en una nota que "claramente y a corto plazo el mayor riesgo es un aumento de inflación por las interrupciones del suministro de petróleo y gas rusos, lo que conduciría a una pérdida significativa del impulso económico y, potencialmente, una recesión". El barril de petróleo ya roza los 130 dólares por barril, máximos de 2008.

Este experto ha realizado un análisis que demuestra que cada vez que el precio del petróleo aumenta un 50% por encima de la tendencia, como ahora, ha habido recesión. "Hay que tener en cuenta que, a pesar de que el mundo depende menos del petróleo que hace una generación, todavía este constituye una porción sustancial del PIB mundial, impulsa las expectativas de inflación y afecta a la confianza del consumidor".
Además, en esta ocasión hay un agravante más: una guerra que incrementa la incertidumbre (retrasa decisiones de inversión y consumo) y una subida generalizada en casi todas las materias primas cuya producción se encuentra muy concentrada en unos pocos países y manos. El impacto para Occidente, sobre todo la Eurozona, es similar al de una subida notable de impuestos.
¿Por qué el petróleo puede hacer descarrilar la recuperación?
Los ingresos extra de un petróleo más caro se concentran en un número menor de países y, sobre todo, en un número menor de personas, que además suelen poseer elevados patrimonios (grandes fortunas saudíes, rusas...). Estos agentes presentan una propensión marginal a consumir inferior a la de las personas que se benefician de la caída del crudo, como son los consumidores de Occidente (también las empresas) y países emergentes que no producen petróleo.
Esto quiere decir que cada euro que ahorran estas personas al llenar el depósito del coche o pagar el combustible de la calefacción (tras una bajada del petróleo) se usa en mayor medida para consumo. Sin embargo, el euro extra que ganan las grandes petroleras y las personas que están detrás de ellas tiene una menor utilidad en este sentido. Los beneficios de un petróleo más caro se concentran en unas pocas personas, mientras que los de una caída se reparten entre millones y millones.
Una crisis de materias primas
Con estos datos en la mano y poniendo en la ecuación también la subida del resto de materias primas, los economistas de Rabobank advierten de que la llegada de una recesión está ganando enteros a pasos agigantados. El petróleo está ya en 130 dólares, el gas en máximos históricos, los cereales no paran de subir... Estos expertos han publicado un informe en el que simulan dos escenarios (A y B): el primero (A) habla de una guerra breve y perturbadora, que provoca interrupciones en el comercio mundial durante un máximo de seis meses, con caídas significativas en el comercio UE-Rusia en particular.

En este escenario las primas de inversión (riesgo) aumentan moderadamente. Los precios de la energía, incluido el gas, suben considerablemente (el petróleo a 125 dólares por barril), pero retroceden después de cuatro meses. Los precios de los alimentos también suben considerablemente, con el trigo rebotando un 30% y el maíz un 20%, al igual que los precios de los fertilizantes (20%).
Este escenario lastra el crecimiento, pero no hace descarrilar por completo la recuperación mundial. El problema es que este escenario ya es casi una realidad y ahora todo hace indicar que la situación va a seguir agravándose y pareciéndose cada vez más al escenario B o incluso tornando a un escenario C (no estaba previsto en un principio) que desemboca en una recesión combinada con fuertes dosis de inflación: la temida estanflación.
El escenario B ('guerra y sanciones efectivas'), comienza como el escenario A, pero también supone que EEUU, la UE, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur imponen sanciones efectivas a Rusia alterando patrones de comercio mundial. Como consecuencia, los precios de la energía aumentan de forma más pronunciada y se mantienen altos durante mucho más tiempo. Los precios de los alimentos y los fertilizantes relacionados y el aceite vegetal también (como el de girasol) suben de forma más pronunciada en este escenario. Las primas de riesgo de algunos activos también se desbocan. Por desgracia, ahora mismo parece que estamos más cerca de este segundo escenario.
"Dada la situación actual podría decirse que ya estamos en el escenario 'B', no en el 'A'. La dirección que está tomando la situación también es preocupante. Esto significa que el dolor económico podría ser severo: habrá aún más inflación y el crecimiento del PIB se deprimirá por más tiempo. El impacto lo sentirán aquellos que imponen sanciones, así como Rusia. Además, los riesgos ahora son de un cambio adicional a choques aún mayores que podrían llevar a un escenario 'C': sanciones secundarias a los países evasores que intentan ayudar a Rusia. El impacto de este escenario es tan severo que ni siquiera es cuantificable", aseguran los economistas del banco holandés.
Lo que dice la historia
En la actualidad, los precios de las materias primas han aumentado considerablemente más que durante algunas de las principales perturbaciones históricas de la oferta. Hay que recordar que buena parte de estos shocks han desembocado en recesiones. Uno de los shocks más importantes se produjo tras la guerra de Yom Kippur en octubre de 1973 y la segunda crisis del petróleo en 1979, tras la revolución iraní. Ambos fueron el preludio de dos profundas recesiones que se produjeron en un entorno inflacionario.
Esa década estuvo marcada por la recesión y por una alta inflación que llegó a anotarse máximos de dos dígitos. Especialmente sangrantes fueron los picos inflacionarios de 1973-1974 y de 1978-1980. Ambos aldabonazos tuvieron protagonistas comunes y similares a la actualidad, petróleo y escenario bélico.

La primera de ellas, la de 1973, más conocida mediáticamente, fue provocada el embargo impuesto por la OPEP a varios países, entre ellos EEUU, en represalia por su apoyo a Israel en la Guerra del Yom Kippur. Esto hizo que el precio del crudo importado se cuadruplicara en muy pocos meses. El presidente de EEUU Richard Nixon pidió a las gasolineras que no vendieran combustible los sábados o domingos por la noche y en el país se establecieron restricciones de repostaje según matrículas (pares e impares).
En Europa, se decretó la prohibición de conducir los domingos en los Países Bajos, mientras que el Reino Unido impuso una semana comercial de tres días cuando la escasez de carbón amenazaba el suministro de electricidad. Se llegó a pedir a las familias que calentaran sólo una habitación de sus casas.
En el segundo pico, la escalada de los precios de la energía en 1979 tuvo su origen en la agitación política en Irán a principios de año. La consiguiente interrupción del suministro, unida a los esfuerzos desesperados por acumular existencias, provocó el caos en el mercado mundial del petróleo y una rápida escalada de los precios en el mercado al contado en el segundo trimestre. La OPEP siguió con una serie de subidas de precios en abril, julio y diciembre. En 1980, la guerra entre Irán e Irak provocó un nuevo descenso de la producción.
Para los economistas de Bank of America (BofA) la primera conclusión es clara: "La guerra es inflacionaria". En una nota para clientes publicada a finales de la semana pasada señalan que 2022 está siendo el comienzo de año más fuerte desde 1915 (I Guerra Mundial) para los precios de las materias primas con el precio más alto de todos los tiempos para el carbón y el aluminio, y el más alto desde 2008 para el petróleo y el precio trigo. El petróleo en rublos rusos se ha duplicado en los últimos 12 meses, añaden.
Su segunda conclusión es que "la guerra es estanflacionaria". "La guerra del Yom Kippur y el shock del petróleo del 73 fueron negativos para Wall Street. Sólo las materias primas superaron a la inflación, el S&P 500 retrocedió un 40% desde su pico, las acciones tecnológicas, de consumo, bancarias y de pequeña capitalización fueron golpeadas", indican. "La Reserva Federal endureció su política pero los precios del petróleo no se revirtieron en el 74, se mantuvieron estructuralmente altos a pesar del cese de las hostilidades. El mercado bajista/recesión terminó sólo una vez que la Fed revirtió su curso, reduciendo la tasa de fondos de la Fed del 14% al 3%", agregan.
¿Hasta dónde puede llegar el petróleo?
Ahondando más en la comparativa con los 70, el economista Juan Ignacio Crespo intenta calibrar las actuales subidas del petróleo con las de dicha etapa histórica. "Desde el shock de oferta del petróleo de 1974 (por la guerra del Yom Kippur) y el posterior de 1979 (por la revolución iraní) no se había visto un inicio de año comparable a lo que está sucediendo en 2022", explica el experto citando como causa un doble fenómeno: En primer lugar, "el cambio de ciclo de las materias primas a un "superciclo" alcista, tras los 13 años de tendencia bajista de precio que duró desde 2008 (aunque tomó la dirección más claramente en 2011) hasta 2021". En segundo lugar, "la guerra en Ucrania, que ha exacerbado esa tendencia al alza del precio de las materias primas iniciada tras el cierre de las economías por la pandemia".
El economista calcula la subida de precio del petróleo Brent desde el 31 de diciembre de 2021 (+52%). Con el cierre de la semana pasada, constata que ha superado la subida en idéntico período de algo más de dos meses en el inicio del año 1979. Pese a todo, la revalorización del petróleo Brent está todavía lejos de la que tuvo en 1974.
"Hasta ahora, viendo que la subida de precio del Brent se había estado pareciendo a la de 1994, primero, y a la de 2021, después, habíamos hecho el pronóstico de que el barril de Brent llegaría hasta 128 dólares. Pero, si el parecido con 1979 se mantuviera a lo largo del año, estaríamos abocados a un precio del Brent cercano a los 220 dólares", vaticina Crespo.
¿Se mantendrá ese parecido con 1979? "La mala expectativa de la guerra que Rusia ha iniciado en Ucrania, y la necesidad geopolítica de no seguir comprando la energía en Rusia, podría llevar claramente a esa situación. Todo dependerá de una decisión geopolítica por parte de la Unión Europea y de EEUU. Y EEUU está a punto de tomarla", responde el experto.
"Pronosticar una recesión, con todos sus efectos secundarios, siempre está lleno de riesgos, pero creemos que nos hemos acercado mucho más a ese escenario", sentencian desde Rabobank.