
Transcurridos diez días de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, todo apunta a un conflicto prolongado, en trance de enquistarse, que causará graves daños incluso a las economías como la española, distanciadas de Centroeuropa, el área en el que muchos analistas creían que se focalizarían los daños.
Lejos de estar protegido, los expertos consultados por elEconomista revelan que nuestro país sufrirá daños en dos ámbitos clave. Por un lado, se sitúan los precios, con unas tasas de IPC que llegarán al 10% en torno a la primavera y el PIB cuyas expectativas de crecimiento para 2022 se recortarán, como mínimo, un 1,5%, lo que abocaría a que la economía crezca menos de un 5% en un año que se prometía crucial para asentar la recuperación.
Habrá también perjuicios para la creación de empleo y para el sector exterior, con el previsible resurgir del déficit por cuenta corriente (tras nueve años de superávit). Ahora bien, es sin duda la previsión de IPC el dato más alarmante ya que España no contemplaba registros tan elevados desde hace casi cuatro décadas, en abril de 1985, cuando registró un 10,15% interanual.
Pero aún cabe remontarse más lejos para hallar una situación tan crítica como la actual. El presidente de Freemarket, Lorenzo Bernaldo de Quirós, ve una clara semejanza "con el final de los años 70 cuando se solapan el shock de la inflación y del PIB con la subida del precio de la energía. Eso nos lleva a una estanflación; es decir a un estancamiento con inflación, con otro valor añadido, un volumen descomunal de la deuda pública".
Para Bernaldo de Quirós, es ya inevitable que "veamos en 2022 una inflación de dos dígitos, con una coyuntura terriblemente complicada, sin ajuste del gasto público, lo que nos lleva a un PIB del 4% o incluso del 3,5% si la invasión de Ucrania se prorroga".
Resultaría así por completo inalcanzable la perspectiva de un crecimiento del 5,6% en este ejercicio, como pronosticó la Comisión Europea el mes pasado, y completamente imposible el pronóstico del 7% sobre el que se elaboraron los nuevos Presupuestos Generales y que el Gobierno aún se resiste a cambiar.
Esa revisión resulta ya inexcusable ante pronósticos como el que formula José María Rotellar. El profesor de Economía de la Universidad Francisco de Vitoria asevera que, "teniendo en cuenta el precio del petróleo, cada 10 dólares de subida o repunte, nuestro PIB se verá afectado en medio punto. Así es que lo previsible es que este año el PIB se quede entre el 2,5 y el 3,5%". En cuanto a la inflación, Rotellar tiene también claro que son posibles tasas del IPC "entre el 11 y el 12%".
La situación más negativa
El peor de los escenarios es factible, según explica el economista jefe para España de BBVA Research, Miguel Cardoso, debido a una mayor presión de los precios energéticos. "Al cierre de febrero, la inflación energética se situó cercana al 45% interanual, lo que habría contribuido de forma notable al aumento de la inflación general hasta el 7,4% actual. Teniendo en cuenta que este componente pesa cerca de un 12% en la cesta de consumo en España, la inflación energética tendría que elevarse hasta el 70% interanual para llevar la inflación al 10%".
¿Qué implicaría este escenario? Desde BBVA Research apuntan a que "los precios del petróleo sostenidamente alrededor de los 130 dólares por barril. Esto, por el momento, es más un escenario de riesgo. Además, se espera que los gobiernos europeos tomen una acción conjunta para tratar de reducir el impacto del incremento en precios sobre los hogares y las empresas". María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, apuntó al respecto que una crisis energética y de suministros derivada de la guerra supondría que el petróleo se mantuviera de forma estable en la horquilla de los 125 a 130 billetes verdes.
Percepciones duraderas
Dentro de esta probabilidad y con el panorama de fondo, Cardoso señala que "los riesgos son al alza, por las tensiones geopolíticas, por el impacto no sólo en la energía", recordando que tanto Ucrania como Rusia son productores importantes de alimentos, fertilizantes y otras materias primas. En esta incertidumbre económica tiene un gran papel "el efecto que pueda tener sobre empresas y trabajadores la percepción de que la inflación no es transitoria".
"Esto hará más probable que las empresas traten de trasladar a precios el incremento de los costes o que los trabajadores negocien alzas salariales que les compensen la subida en el coste de la cesta de la compra", recalcan desde BBVA.
José Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea, es tajante ante la posibilidad de alcanzar el temido doble dígito. "Podemos por desgracia alcanzar los dos dígitos de inflación en los próximos meses. Hoy no es descartable el peor escenario posible, la estanflación, que es una combinación de dos fenómenos económicos que normalmente no se dan juntos: el estancamiento de la economía y la inflación". El peor escenario supondría el cambio de signo del crecimiento del PIB, aunque avisa que las proyecciones en este momento "son difíciles de valorar hasta saber el calado de la agresión y la persistencia de la guerra".
En el lado contrario, Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, habla de alcanzar el doble dígito como "bastante improbable". No obstante, teniendo en cuenta que que la inflación ha sido mucho más alta de lo que se esperaba y la volatilidad de la situación actual, Talavera no descarta llegar a esas cotas, recalcando que "dependerá en gran medida cuanto lleguen a subir los precios de la energía".
Con todo, hay problemas más allá de la inflación y la debilidad del crecimiento, como advierte Lorenzo Bernaldo de Quirós. "La economía española está condenada a lo peor. Más con un mercado laboral rígido y nuestra fiscalidad, pero también con el plan estratégico del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha renunciado a las energías nucleares y no ha sido capaz de luchar por la interconexión con Francia, lo que ahora hubiera quitado presión a los precios".
Una debilidad que resurge
Del ámbito energético aún se deriva otro problema que impacta directamente en el sector exterior español, una faceta que, desde la crisis de 2008-2013, había constituido una de las fortalezas de la economía española.
La balanza por cuenta corriente de nuestro país acumula tras de sí casi una década de saldos positivos, el último de 8.400 millones conseguido al cierre del año pasado. Este buen resultado, sin embargo, ya se situó casi un 10% por debajo del excedente logrado en 2020, y la situación actual se presenta como el mejor caldo de cultivo para que esa tendencia negativa se agrave.
No influye tanto la limitada exposición de las exportaciones españolas al mercado ruso. Debe tenerse en cuenta que las ventas a ese país suponen el 0,21% del total, mientras que las importaciones españolas procedentes de Rusia equivalen al 0,7% del conjunto. Los problemas, por tanto vienen de otro lado.
Junto al daño que supondrán las restricciones a un turismo de tanto valor añadido como el ruso, debe también tenerse en cuenta el daño que ya provoca el encarecimiento del petróleo y el gas en un componente clave de la cuenta corriente exterior: la balanza comercial.
Las importaciones de esta índole ya generaron un coste de 46.576 millones en el año pasado, lo que supone un incremento del 96,7% del déficit comercial, lo que equivale prácticamente a su duplicación.
La guerra entre Rusia y Ucrania ha estallado cuando el importe de las compras relacionadas con el gas se ha encarecido un 408%, por delante del carbón y la electricidad (226%) y el petróleo y sus derivados, con un 98,7%.
El peso de las importaciones de este tipo creció, según los últimos datos, a tasas que superan el 100%, según los datos más recientes.