Tras 'digerir' un primer shock inflacionario con más pena que gloria, el Banco Central Europeo (BCE) tiene ahora que hacer frente a un segundo shock que puede ser más intenso, más dañino y mucho más impredecible. El BCE tendrá que analizar una miríada de factores cuya combinación podría desembocar incluso en la temida estanflación, una desgracia económica que combina bajo crecimiento y alta inflación. El dilema suena redundante pero es más cierto que nunca: subir tipos para contener la inflación, pero a riesgo de estrangular la economía, o seguir apoyando la recuperación a riesgo de desatar aún más el shock inflacionario.
La inflación ha sorprendido por enésima vez en la zona euro. El IPC se situó en el 5,8% interanual en febrero destrozando todas las previsiones del mercado que esperaba entre un 5,2 y un 5,3%. Además, hay que tener en cuenta que este dato solo incluye de forma muy parcial las consecuencias del ataque de Rusia a Ucrania, por lo que la inflación de febrero aún no estaría reflejando el fuerte incremento de costes que se avecina (petróleo, gas, grano, fertilizantes...). Como señalan los analistas de Commerzbank, lo que está claro es que "hay otro shock inflacionario a la vuelta de la esquina".
El primer shock se produjo desde finales del verano pasado hasta febrero de este 2022. Un shock en el que la energía y la fuerte demanda producto de la recuperación económica han sido los principales conductores. Esto ha permitido a la banca central argumentar la transitoriedad del choque y mantener una política monetaria expansiva. Ahora, la guerra en Ucrania está agudizando y alargando la contribución positiva de estos componentes en la inflación, lo que a su vez puede coincidir con los efectos de segunda ronda producto del primer shock. Un cóctel peligroso sobre todo si se combina con una ralentización del crecimiento producto de la incertidumbre económica y de los problemas de la cadena de suministro provocados por la guerra.
Los nuevos datos que van apareciendo muestran una misma dirección. Este jueves se ha publicado que los precios industriales han aumentado un 30% interanual en enero, frente al 26% que esperaba el mercado. Los costes de producción para las empresas siguen al alza ante la imparable subida de las materias primas y los problemas para encontrar mano de obra. La tasa de paro también ha caído a un nuevo mínimo histórico del 6,8%, lo que debería comenzar a presionar al alza los salarios.
Las previsiones de inflación del BCE
El BCE se enfrenta a una situación sin precedentes en su corta historia. Una inflación tocando máximos históricos y un conflicto bélico entro dos países que tienen importantes lazos comerciales con el bloque del euro. Esta situación obligará al banco centrar a soplar y sorber a la misma vez. Por un lado tendrá que mostrar cierta disposición a poner coto a una inflación que se está descontrolando. Por otro también necesitará recalcar que su política será los suficientemente expansiva como para amortiguar las consecuencias económicas del conflicto. Desde UBS hacen un resumen breve pero conciso de las próximas previsiones: "Más inflación, menos crecimiento y montones de incertidumbre".
"El próximo shock inflacionario ya está a la vuelta de la esquina. En marzo, se espera que la tasa de inflación aumente a más del 6%. Esto significa que las esperanzas del BCE de que se produzca una rápida disminución de la tasa de inflación no se han cumplido. Los expertos del BCE tendrán que revisar sus proyecciones de inflación, que serán presentadas la próxima semana, significativamente al alza", aseguran desde Commerzbank en una nota.
"Para el BCE, la guerra significa un replanteamiento de la política monetaria. Hasta hace una semana, la principal preocupación giraba en torno a los efectos secundarios de la alta inflación y una posible espiral de salarios y precios, pero la forma de pensar ha cambiado rápidamente. El principal riesgo ahora parece ser si los efectos sobre la inflación terminarán siendo estanflacionarios en el corto plazo a medida que se reduce el poder adquisitivo de los consumidores. Un endurecimiento monetario rápido tras este desenlace daría lugar a efectos negativos adicionales en una economía que ya está bajo presión", comenta Bert Colijn, economista de ING en una nota.
El vicepresidente del BCE y Luis de Guindos avisó este miércoles de que "es de esperar" que la guerra en Ucrania iniciada por Rusia suponga una mayor inflación y un menor crecimiento económico en Europa "en las próximas semanas". Aunque esto deja entrever por dónde van a ir las previsiones, Guindos no dio pistas sobre las medidas que tomará el banco central.
La incertidumbre es máxima, aseguran desde ING. La situación entre Rusia y Ucrania cambia tan rápidamente que a día de hoy nadie puede predecir cuál será el impacto económico real. Ante esta incertidumbre el BCE tendrá que volver a poner a trabajar su retórica y creatividad: "Esperamos que el BCE se abstenga de grandes compromisos en torno a su política para este y el próximo año. Creemos que los compromisos de diciembre de poner fin al programa de compras de emergencia (PEPP) por la pandemia a fin de mes y aumentar el programa de compras de activos (APP) a partir de abril se mantendrán, pero no espere mucho más en estos tiempos de alta incertidumbre", sentencia el experto de ING.
Los economistas de UBS reconocen que "el BCE se enfrenta a un duro desafío en la próxima reunión, tratando de encontrar cierto equilibrio entre el impacto negativo para el crecimiento y el shock inflacionario de las materias primas y las tensiones geopolíticas". Pese a todo, el mercado vuelve a descontar dos subidas de tipos para este año que llevarían a la tasa de depósito desde el -0,5% hasta el -0,3% en 2022.
"Si el BCE prioriza el control de la inflación por encima de los posibles desafíos del crecimiento, la prima de riesgo generada por una normalización más rápida de la política se acumularía rápidamente, empujando los rendimientos hacia los máximos recientes", advierten desde UBS.