
Desde el Banco Central Europeo (BCE) aseguraron hace unas semanas que la inflación había tocado techo con el dato de noviembre (4,9%), pero habrá que esperar algo más. El IPC armonizado de la zona euro ha escalado hasta el 5% en diciembre, una tasa de variación jamás vista en la historia de la zona euro.
Este dato de inflación ha rebasado las expectativas en todos los indicadores. El mercado esperaba que el IPC general desacelerase hasta el 4,7% (frente al 5%), mientras que esperaban también un leve descenso del subyacente hasta el 2,5% (frente al 2,6%). Por otro lado, la tasa mensual (lo que han subido los precios de un mes a otro) ha sido del 0,4%.
La fuerza con la que han despertado los precios en la zona euro mete presión a un BCE que sigue manteniendo los tipos de interés en mínimos históricos y comprando miles de millones de euros en bonos cada mes. Por el contrario, bancos centrales como la Fed o el de Inglaterra ya han anunciado planes series para endurecer su política monetaria y poner coto a una inflación que está dejando de ser transitoria.
Aunque la energía sigue siendo el mayor contribuyente a este auge de los precios (ha subido un 26% interanual), cada vez son más los bienes y servicios de la cesta de la 'compra' que empiezan a presentar contribuciones más sólidas al IPC, es decir, las subidas de precios están ya por todas partes.
Según los datos de Eurostat, la fuerte subida de los precios de la zona euro en diciembre es producto del auge interanual del 4,6% del coste de los alimentos frescos, frente al 1,9% del mes anterior, mientras que la subida del precio de la energía se moderó al 26% desde el 27,5% de noviembre. La conclusión que se puede extraer de estos datos preliminares es que el IPC ha seguido escalando pese a la desaceleración de la energía, lo que deja entrever que la inflación está permeando en una gama cada vez más amplia de bienes y servicios.
A su vez, los precios industriales no energéticos crecieron en diciembre medio punto porcentual más que en noviembre, hasta el 2,9% interanual, mientras que los servicios se encarecieron un 2,4%, tres décimas menos que el mes anterior.
Al excluir del cálculo el impacto de la energía, la tasa de inflación interanual de la zona euro subió al 2,8% desde el 2,5% del mes anterior, mientras que al dejar fuera también el efecto de los precios de los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, la tasa de inflación subyacente se mantuvo en el 2,6%, repitiendo por segundo mes consecutivo la lectura más alta de toda la serie histórica.
El mes de diciembre ha supuesto cifras históricas de inflación para varios países de la zona euro, como ha sido el caso de España, donde el IPC se situó en el 6,7% (máximos no vistos desde 1992) o en Italia, donde la inflación ha subido un 4,2%.
En Francia los precios solo han crecido un 2,8% interanual, pero aún así este dato es el más elevado desde 2008. Por otro lado, en Alemania la inflación armonizada se situó este mes en 5,7%, tres décimas menos que en noviembre, pero aún así siguen siendo tasas de variación que se veían desde 1993.
Pese a que la inflación está subiendo a un ritmo del 5% en el conjunto de la zona euro, hay países que están sufriendo con mayor intensidad este auge de los precios. Las mayores subidas interanuales del IPC armonizado correspondieron en diciembre a Estonia (12%), por delante de Lituania (10,7%) y Letonia (7,7%), mientras que los incrementos más moderados se registraron en Malta (2,6%), Portugal (2,8%) y Finlandia (3,2%).
Desequilibrio entre oferta y demanda
La recuperación de la economía tras el covid ha generado una fuerte demanda de bienes cuya producción se había congelado durante lo peor de la pandemia. En un primer instante destacó la escasez de chips (para fabricar coches, ordenadores, teléfonos...), pero también de materias primas.
Los países productores de petróleo y gas habían implementado históricos recortes de producción durante 2020 para ajustarse a la baja demanda. Ahora cuando el consumo y la movilidad se han recuperado, el petróleo o el gas que fluye por el mercado son relativamente escasos, lo que ha disparado la factura energética de las familias y las empresas, que a su vez han comenzado a trasladarlo a los bienes que fabrican.
¿Qué pasará en 2022?
Pese a todo, se espera que para 2022 la inflación pierda fuerza en la zona euro. Por un lado, el impacto que tuvo la bajada del IVA en Alemania en 2020 se difuminará, puesto que ahora los precios se compararán con los de 2021. Algo similar ocurrirá con la energía, que durante buena parte de 2021 se ha mantenido en niveles elevados (gas, petróleo...) y por tanto al realizar la comparación con 2022 el crecimiento de precios energéticos (si lo hay) debería ser muy inferior.
Pese a todo, la transmisión de esos costes de 2021 hacia el resto de bienes se estaría produciendo ahora (las empresas no trasladan directamente la subida de la energía o de los inputs a los precios finales, esto es un proceso que lleva un tiempo), por lo que se prevé que el IPC se mantenga en tasas superiores al 2% durante buena parte del año.