
La zona euro no ha salido aún de la recesión, pero en Alemania ya se habla de subir tipos de interés y de endurecer la política monetaria del Banco Central Europeo, minimizando las compras de bonos en el mercado secundario. El despertar de la inflación en la zona euro, pero sobre todo en Alemania, ha llevado al máximo mandatario del Bundesbank (banco central de Alemania) a endurecer su mensaje e intentar allanar el terreno para futuras subidas de tipos de interés.
Bundesbank: Cuando llegue el momento de subir tipos, no puede faltar la determinación, incluso si aumenta el coste de financiación para los países altamente endeudados
No es una sorpresa que Alemania pida un endurecimiento de la política monetaria cuando la inflación se sitúa cerca del 2% (aún sobrevuela el fantasma de la hiperinflación en la República de Weimar en la década de 1920).
Lo que es llamativo en esta ocasión es que se haya comenzado a hablar de esta cuestión en plena crisis del covid-19 y con los precios aún lejos del objetivo del BCE. La inflación se ha situado en el 0,9% en enero (1,6% en Alemania), abandonando el terreno negativo pero aún lejos del 2% que marca el BCE como objetivo. Aún así, Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, ya ha dejado caer que la baja inflación de 2019 es cosa del pasado y que un cambio en las expectativas podría requerir un cambio en la política monetaria: subidas de tipos y menos compras de bonos.
Estas declaraciones también han sorprendido a algunos analistas como Nick Kounis, economista del banco holandés ABN Amro, que titulaba este martes una nota de análisis del siguiente modo: 'El Bundesbank empieza a hablar de subidas de tipos (sí, en serio)', un titular con cierta ironía. Pese a todo, Kounis restaba importancia a las declaraciones de Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, porque dentro del Consejo de Gobierno del BCE existe aún un apoyo mayoritario a la extensión de la política expansiva hasta que sea necesario.
"A pesar de las declaraciones 'hawkish' (defienden una política monetaria más restrictiva que las 'dovish') de Weidmann, el fin de la política actual del BCE es poco probable en un futuro previsible. No obstante, Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, adoptó un tono característicamente agresivo durante la entrevista concedida al Augsburger Allgemeine", comenta Kounis.
¿A qué temen Weidmann y Alemania?
-Miedo a la inflación. La cuestión es que Weidmann cree que la inflación baja que se ha dominado en 2020 ha sido algo anormal y ahora podría venir un periodo en el que los precios crezcan con mayor solidez. En el caso de Alemania, el banquero central ha asegurado que el IPC superará el 3% durante la parte final de este 2021.
En la entrevista concedida al medio alemán, Weidmann señaló que "tal como están las cosas hoy, es probable que la tasa de inflación medida por el Índice Armonizado de Precios al Consumidor (IPCA) esté por encima del 3% en Alemania hacia finales de año. Esto será solo temporal... Pero una cosa está clara: la tasa de inflación no se mantendrá tan baja como el año pasado a largo plazo".
Weidmann habló casi más de la inflación (también inducido por el entrevistador) que de la propia crisis económica o de las medidas para superar la recesión que aún acecha a la zona euro (realmente la principal misión del BCE es mantener la inflación cerca del 2%, al contrario que la Fed de EEUU que también busca el pleno empleo con sus políticas) durante la entrevista.
El banquero alemán aseveró que "los responsables de la política monetaria tirarán de las riendas si las perspectivas de precios así lo requieren. Pero en este momento, su objetivo es combatir los efectos de la pandemia, razón por la cual la política monetaria se ha vuelto aún más expansiva. Sin embargo, si las tasas de inflación en la zona del euro suben, discutiremos una vez más la orientación de la política monetaria subyacente".
-Lucha entre acreedores y deudores. Una de las declaraciones que ha pasado más desapercibida podría ocultar un mensaje peligroso para los países del sur de Europa. A la pregunta de si hay algún tipo de esperanza para que los ahorradores alemanes vuelvan a conseguir una rentabilidad positiva con sus depósitos, Weidmann aseguró que estaba "convencido de que esto (bajos tipos y baja inflación) no puede continuar indefinidamente. Es todavía más importante que el Consejo de Gobierno del BCE reduzca su política monetaria expansiva a su debido tiempo, tan pronto como sea previsible el logro de nuestra tasa de inflación objetivo. Cuando llegue ese momento, no puede faltar la determinación, incluso si aumenta el coste de financiación para los países altamente endeudados".
Países como España, Italia, Portugal o incluso Francia, con deudas muy por encima del 100% del PIB, están logrando mantener esta carga con cierta facilidad gracias a las compras masivas de bonos del BCE y a unos tipos de interés nominales en cero o negativos.
Además, muchos de esos países son deudores netos (en términos agregados), mientras que otros como Alemania o Países Bajos son acreedores netos (tienen más activos extranjeros en su poder que viceversa). Los países que son acreedores netos se benefician de unos tipos de interés más altos (reciben más intereses del exterior de los que pagan ellos), mientras que los deudores netos se benefician de unos tipos generales bajos.
Una futura subida del 'precio del dinero' puede generar grandes turbulencias en estos países, salvo que logren reducir esta deuda antes de que lleguen las subidas de tipos. El problema es que en la última década casi ningún país de los señalados logró avances significativos en esta materia, pese a disfrutar de años de crecimiento económico. Sin un crecimiento nominal muy fuerte o un recorte del gasto notable, parece harto complicado ver una caída de los niveles de deuda pública de aquí en adelante. Si la inflación se mantiene cerca del 2%, la 'guerra' entre hawks (halcones) y doves (palomas) en el seno del BCE puede ser encarnizada.
Por último, cuando Weidmann señala que "no puede faltar determinación" (a la hora de subir tipos) puede estar haciendo referencia a lo acaecido en 2017 y 2018, cuando la inflación en la zona euro superó el 2% por unas décimas durante varios meses y se comenzó a poner fecha a la primera subida de tipos y a la reducción del balance del banco central. Sin embargo, las dudas paralizaron al Consejo de Gobierno del BCE que finalmente ni subió tipos, ni comenzó a reducir su balance, empequeñeciendo el margen de acción y el impacto de las políticas monetarias para futuras crisis.
Pese al contundente mensaje de Weidmann, Kounis cree que "todavía hay una abrumadora mayoría en el Consejo que quiere mantener los estímulos monetarios... El BCE no tiene como objetivo la inflación a seis meses o un año, sino la inflación a dos o tres años. Es probable que la inflación pierda fuerza en 2022 y se mantenga por debajo del objetivo de estabilidad de precios en 2023... En este contexto, creemos que las compras de activos continuarán en el futuro previsible, mientras que las subidas de tipos tampoco son probables en los próximos años", sentencia el experto de ABN Amro.