
La inflación lleva meses en terreno negativo. Aunque la economía euro va a seguir lejos de su PIB potencial, varios factores que van a coincidir (reestructuración) en el tiempo pueden generar una subida intensa de los precios, que en principio será temporal. El Banco Central Europeo (BCE) deberá seguir su hoja de ruta y mantener los estímulos desplegados hasta que la inflación alcance de forma sostenida (no temporal) el 2%. Sin embargo, no resultaría nada extraño que esta subida temporal de los precios termine convirtiéndose en un nuevo dolor de cabeza para el BCE: las críticas y las presiones para reducir el estímulo llegarán. La reunión de este jueves podría ser una de los últimos cónclaves 'tranquilos' para el banco central.
ING: "Si se producen varias lecturas de inflación sólidas a partir del segundo trimestre del año, algunos participantes del mercado podrían ponerse nerviosos, recordando viejos temores de una inflación acelerada como resultado de políticas monetarias y fiscales laxas. O al menos, podrían preocuparse por un ajuste inesperado por parte del BCE"
Por ahora, la inflación acumula cinco meses consecutivos en territorio negativo en la zona euro. Además, se espera que en enero y febrero se mantenga débil aunque quizá logre acercarse al territorio positivo. Pero el cambio importante de la tendencia de la inflación general (que no la subyacente) se producirá a partir de marzo. Es entonces cuando el BCE puede empezar a sentir la presiones de ciertos sectores (sobre todo de lengua germana) y el murmullo del mercado.
Marchel Alexandrovich, economista senior de Jefferies, destaca en una nota que "para el BCE, un tema adicional en el radar será la inflación, que se espera que aumente drásticamente en los próximos meses. Inicialmente, la historia girará solo entorno a la evolución en Alemania, donde las cifras de inflación de enero se verán impulsadas por la reversión de la reducción temporal del IVA implementada en julio (en ese momento arrastró la tasa de inflación)".
Si Alemania no hubiera rebajado el IVA, la inflación en el país habría estado cerca del 1,5% en los últimos meses del año, según revelan desde la agencia de estadística de Bruselas, mientras que la inflación en la zona euro se habría mantenido en territorio positivo, promediando un avance anual del 0,3% en el mes de diciembre, frente al -0,3%.
Nuevos impuestos
Además, como destaca el Bundesbank, los datos de inflación a principios de año se verán afectados por la introducción de certificados de emisión de carbono en los sectores de transporte y calefacción, lo que también hará subir los precios de los productos refinados del petróleo y el gas tras del impuesto sobre vehículos de motor. Desde UBS creen que este impulso llevará a que la inflación abandone las tasas negativas ya en enero: "Esperamos que la inflación medida por el IPCA de la zona euro sea positiva en enero (+0,1% interanual), algo antes de lo que anticipamos anteriormente. La recuperación esperada se explica en gran medida por los aumentos de precios en Alemania y Francia", señalan los expertos del banco suizo.
En total, el Bundesbank estima que estas medidas del paquete climático podrían impulsar la inflación general en 0,3 puntos porcentuales en 2021. "Por lo tanto, un tema para el que los mercados deben estar preparados es el enfoque en Alemania, ya que no solo está muy por delante de los demás países de la zona del euro a la hora de amortiguar la crisis, también está siendo una economía que se percibe como capaz de generar tasas de inflación mucho más altas. En 2022, algunos de los factores temporales que impulsan la inflación alemana se desvanecerán, pero las percepciones sobre un aumento de la inflación en el corazón de la zona del euro podrían mantenerse y probablemente crear cierta confusión", reconoce el experto de Jefferies.
La importancia que todavía tiene el petróleo
A la cuestión alemana, que al final tiene una influencia enorme sobre la zona euro, hay que sumarle la energía. A partir de marzo, si el petróleo sigue cotizando por encima de los 55 dólares, los precios energéticos empezarán a mostrar una contribución muy positiva sobre la inflación, presionando al alza el IPC general.
Las fluctuaciones del precio del barril de petróleo Brent son clave para entender el movimiento de los precios. Un incremento de 10 euros (unos 12 dólares) en el barril de referencia en Europa incrementa la inflación en unos 0,4 puntos porcentuales en la Eurozona, según cálculos del Banco de Francia. Esto llevará a que el crudo apoye con intensidad a la inflación de la zona euro durante gran parte del año.

Existe una importante relación entre los precios del barril de Brent y de la inflación general en la zona euro. La última vez que el euro coqueteó con la deflación (como estos últimos meses) ocurrió en 2015-2016, cuando el precio del petróleo se hundió con fuerza ante la imparable irrupción de la industria del fracking en EEUU, que llevó a Arabia Saudí a iniciar una guerra de precios bajos en el petróleo para expulsar a los firmas americanas menos rentables. En esta ocasión son más fuerzas las que han llevado la inflación a terreno negativo (una demanda deprimida, bajada del IVA en Alemania, salarios congelados...), pero el crudo ha vuelto a jugar un papel importante.
Con el petróleo por encima de 55 dólares, la llegada de la recuperación económica (allá por primavera-verano), más el alza del IVA alemán (se notará sobre todo en la segunda mitad del año), la inflación podría superar el 2% por un tiempo. Carsten Brzeski y Bert Colijn, economistas de ING, han apodado a estos movimientos como "la gran reestructuración de la inflación" que viene en 2021. Desde el banco holandés aseguran que la inflación puede ser la gran sorpresa de este año.
"Si se producen varias lecturas de inflación sólidas a partir del segundo trimestre del año, algunos participantes del mercado financiero podrían ponerse nerviosos, recordando viejos temores de una inflación acelerada como resultado de políticas monetarias y fiscales laxas. O al menos, podrían preocuparse por un ajuste inesperado por parte del BCE", explican Carsten Brzeski y Bert Colijn.
Parece poco probable que el BCE vuelva a cometer un error de ese calado. Todavía está en el recuerdo de todos la subida de tipos que llevó a cabo el banco central en el año 2011, cuando la inflación se encontraba por encima del 2% (el barril de crudo costaba más de 100 dólares), pero la economía de la zona euro se adentraba en una crisis de deuda soberana que estuvo a punto de destruir el área monetaria.
Aunque el BCE no comience a endurecer su política, las presiones llegarán. No sería la primera vez que ocurre algo similar. En 2017 y 2018, cuando la inflación en la zona euro superó el 2% por unas décimas durante unos meses se comenzó a poner fecha a la primera subida de tipos y a la reducción del balance del banco central. No obstante, en aquel momento la situación parecía más estable y existía cierta certidumbre sobre el crecimiento de la economía. Ahora, el BCE tiene que tener mucho cuidado, puesto que la deuda pública y privada se ha disparado, por lo que un movimiento que desencadene una subida tipos en el mercado puede ser letal para países y empresas.