La fusión de todas las fusiones bancarias en nuestro país desde hace veinte años, la de CaixaBank-Bankia, se cerró el pasado jueves por tarde, cuando los consejos de administración validaron el proyecto. La negociación, según han contado algunos de sus protagonistas, empezó a fraguarse en la tercera semana de agosto, en plenas vacaciones estivales, aunque la idea ya estaba sobre la mesa desde hacía meses.
Todo arrancó entonces, cuando Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa (principal accionista de CaixaBank) se pone en contacto con la ministra de Economía, Nadia Calviño (máxima autoridad del Frob, socio mayoritario de Bankia) para exponerle su plan de unir ambas entidades. Fainé y La Caixa, desde hace mucho tiempo, tenía el sueño de aglutinar bajo sus dominios la antigua Caja Madrid (germen de la actual Bankia). Lo intentó en 2010, en la pasada crisis financiera, pero su entonces presidente, Rodrigo Rato, se opuso.
Diez años después, Fainé vio claro el momento y decidió dar de nuevo el paso. La presión de los reguladores estaba siendo asfixiante para que el sector financiero español iniciara una nueva concentración desde marzo, cuando estalló la pandemia. Los ingresos de la banca se van a desplomar y la morosidad se va a disparar, así que había que actuar rápido para evitar la caída de alguna entidad.
En este escenario el presidente de La Caixa se reúne con la ministra y le convence para que CaixaBank absorba Bankia. "Era la mejor alternativa" que tenía sobre la mesa para el futuro del grupo nacionalizado y la posibilidad de recuperar algún día las ayudas del rescate de 24.000 millones inyectados en 2012, tal y como aseguró su presidente, José Ignacio Goirigolzarri en la presentación de la operación.
Tras el visto bueno de Calviño el día 22 de agosto las entidades convocan un consejo extraordinario para el martes día 25 de ese mismo mes. En dichos encuentros, los órganos rectores de ambas dan inicio oficial a las conversaciones y aprueban la contratación de sus asesores independientes para llevar el proyecto "de las musas al teatro".
Bankia contrata, entre otros, a E&Y, Rothschild y Garrigues, mientras que CaixaBank a Morgan Stanley, Deloitte y Uría Menéndez. Estos ayudarían a poner negro sobre blanco todas las condiciones y a escudriñar los balances para que se fijaran los términos económicos de la transacción.
Goirigolzarri: "En un día decidimos que yo asumiera funciones de apoyo en la gestión y la supervisión"
Durante la última semana de agosto y la primera de septiembre, el trabajo fue incansable para que la fusión cuajara y se pudiera llegar a un entendimiento pleno. El principal escollo, en esos días, la cotización de Bankia, que estaba en zona de mínimos históricos, lo que complicaba el precio de la ecuación de canje, ya que el Estado (el Gobierno) tendría que asumir un recorte poco atractivo de Bankia e imposibilitaba los condicionantes impuestos por las dos partes. El Frob, bajo ningún concepto iba a aceptar una prima conjunta inferior al 20% sobre el precio de las acciones en los últimos tres meses del grupo nacionalizado, mientras que La Caixa había colocado como línea roja ostentar como mínimo el 30% del conglomerado resultante. Para La Fundación esto era esencial, porque de lo contrario, perdería ventajas fiscales para la inversión en obra social.
Pese a estos impedimentos, el proyecto va tomando cuerpo y se acelera a partir de día 3 de septiembre, cuando sale a la luz pública que CaixaBank y Bankia están explorando su fusión. Los números ya empezaban a cuadrar y, prácticamente, no había ya posibilidad de que ninguna de las partes se echara para atrás.
Reparto de poderes
El plan definitivo era cuestión de semanas. Había que perfilar el organigrama y establecer la ecuación de canje final. El puesto de mando estaba definido. Recaería en la mano derecha de Fainé y consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar. "Esta cuestión lo decidimos en un día, sin discusión", explicó Goirigolzarri, que aclaró que sus funciones como presidente ejecutivo del nuevo grupo se iban a circunscribir a Auditoría Interna, Comunicación y Secretaria. "El resto dependerán de Gortázar", señaló.
"Tengo una gran experiencia en fusiones , unas han salido bien y otra menos bien. Y una de las lecciones claras que he aprendido es que la línea de mando debe estar absolutamente clara", manifestó el presidente de Bankia, quien apuntó, además que "estamos en un proceso complejo y entendíamos que era muy bueno lograr la máxima relación entre el consejo y el equipo directivo y que yo asumiera labores de apoyo a la gestión y de supervisión". Con estas palabras rememoraba las luchas de poder de la integración de BBV con Argentaria, que vivió tan de cerca entre los años 2000 y 2001 entre el clan de Neguri, comandado por Emilio Ybarra, y Francisco González.
Reunión decisiva y BCE
Los días fueron pasando y cuando todo estaba muy avanzado casi ocurre el desastre. Los números no encajaban y se tuvo que posponer el consejo para aprobar el proyecto del domingo 13 de septiembre. Una llamada de Calviño, desde Bruselas, a Fainé de ese fin de semana, sirvió para reactivar las negociaciones. Ambos fijaron una reunión para el martes 22 en el Ministerio.
Entretanto, La Caixa mueve los hilos en Fráncfort para que el BCE le permita aumentar su presencia actual en La Caixa y hacer posible el matrimonio. El lunes recibe el ok para que pudiera superar el 40% actual de CaixaBank y poder controlar el 30% en la entidad resultante. Así se salvaban todos los escollos y todos estarían conformes.
Calviño y Fainé vuelven a encontrarse y dan su visto bueno al plan, que se ratificaría el jueves por los consejos. El Estado se quedaría con el 16% del capital y CaixaBank asumiría una prima del 20%. Estaba ya todo hecho y en tan solo un mes.
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