Gonzalo Gortázar, nacido en Madrid en 1965, pero con orígenes vascos y de familia con raíces nobiliarias, alcanza ahora, tras más de treinta años de trayectoria en el sector financiero nacional e internacional, el control del que se convertirá en la mayor entidad de España: la nueva CaixaBank. De carácter tranquilo, lleva ejerciendo desde 2014 como mano derecha del ahora ya expresidente de la entidad catalana, Isidro Fainé. Aunque Gortázar entró al grupo financiero en 2009, cuando dio el salta de la banca de inversión a Criteria, donde sustituyó a Francisco Reynés como director general del holding de participadas de La Caixa, no fue hasta cinco años después que Fainé lo eligió como consejero delegado de la entidad, en sustitución de Juan María Nin, con el objetivo de acabar con las voces discordantes dentro de la cúpula del grupo y poder emprender una gestión en consonancia con su visión empresarial.
Desde entonces, Gortázar ha mantenido el cargo a pesar de la salida obligada de Isidro Fainé de la presidencia (la nueva Ley de Cajas obligó al banquero a elegir entre la Fundación y el banco antes del 30 de junio de 2016) y su relevo por Jordi Gual.
Con una gestión moderada, el liderazgo de Gortázar se distingue por la discreción y su aversión a los grandes titulares y su escasa exposición pública y a las redes sociales. El consejero delegado de CaixaBank ha podido cumplir con la que era la ambición de su expresidente: lograr que la entidad se convierta en el mayor banco del país y uno de los grandes grupos financieros europeos. Así lo reconoció el propio Fainé hace unos meses en referencia al primer intento de fusión con la aún entonces Caja Madrid durante la crisis financiera: "Yo pensaba (que la integración) tenía sentido para España, para Madrid y para Barcelona, porque con la suma se creaba una entidad financiera que podía situarse entre las primeras de Europa".
Este pensamiento ya ha llegado, e Isidro Fainé ha tenido mucho que ver en ello, porque es uno de los protagonistas que ha encabezado las negociaciones de la fusión.
El romance entre Gortázar y Fainé comenzó mucho antes de su nombramiento como consejero delegado. La trayectoria del primero en el mundo de la banca de inversión (desempeñó diversas responsabilidades en Bank of America desde 1993 a 2009, fecha en la que también trabajó en Morgan Stanley en Londres y en Madrid) fue lo que sirvió como flechazo para el entonces presidente de La Caixa, que encandilado por su experiencia y por el fuerte potencial que detectó, lo incorporó al grupo financiero.
Gortázar Rotaeche, licenciado en Derecho y en Ciencias Empresariales por la Universidad Pontificia Comillas (ICADE) y Máster en Business Administration with distinction por Insead, se casó en 1994 con Margarita Florit i Gracia, con quien tiene tres hijas.
Poco se conoce de su vida familiar y personal, más que su afición por Real Madrid, del que es socio, a pesar de la paradoja de liderar el mayor banco catalán.
Durante su trayectoria como consejero delegado, ha trabajado en rehacer una Caixa reestructurada, convertida ya en banco y no en caja, y con un tamaño cada vez mayor tras la absorción de Caja de Guadalajara, Banca Cívica, Caixa de Girona, la Caja de Burgos y Caja Canarias. Pero también ha sido el responsable de culminar el mayor salto internacional de la entidad. BPI. El banco tenía desde 1995 una participación minoritaria en el grupo portugués BPI, sin embargo, en febrero de 2017, CaixaBank lanzó una opa para hacerse con el 84,5% del control y, finalmente en 2018, se hizo con el cien por cien de la que era la quinta entidad lusa por volumen de activos con una cuota de mercado del 10,7% en recursos de clientes.
Ahora, afronta un nuevo reto, el de gestionar como primer ejecutivo el mayor banco de España tras la fusión de CaixaBank y Bankia. El camino no se presento sencillo, en un escenario condicionado por la crisis del coronavirus, que recrudece los problemas que ya arrastraba el sector; escasa rentabilidad y eficiencia. La pandemia va a mermar aún más los ingresos de la banca y dañar su rentabilidad. Con esta fusión, ambas entidades persiguen poder generar sinergias a base de reestructurar las duplicidades de las redes y ganar eficiencia.
Gigante nacional
El nuevo banco se quedará aglutinará unos activos de 600.000 millones de euros y se posicionará líder en cuota de mercado tanto en depósitos de clientes como en créditos. Del primer segmento, sumará hasta el 28% del negocio en España, mientras que del segundo se hará con el 30%, superando muy de lejos el tamaño de sus principales competidores, Santander y BBVA.
A partir de este nuevo punto de partida, Gortázar se centrará en superar lo que él siempre ha considerado los tres grandes retos de la banca: resistir la baja rentabilidad del negocio por los bajos tipos, transformar el modelo de relación con los clientes a través de la digitalización y mejorar la reputación.