Redactor de elEconomista

La "Gran y Bella Ley", el proyecto de rebaja fiscal que Donald Trump quiere convertir en su gran éxito legislativo de su segundo mandato, ha logrado pasar su primer gran escollo, la Cámara de Representantes, por un solo voto y gracias a la muerte en el último momento de un diputado demócrata. Todo apunta a que, aunque sea por la mínima y tras grandes peleas internas, el plan saldrá adelante este verano. Pero a los mercados no les está haciendo ninguna ilusión esta posibilidad. En el horizonte está el escenario de un 'Momento Truss' que lleve a EEUU a una crisis de deuda sin precedentes en el último siglo. Los bonos ya están temblando. Y los analistas advierten del riesgo de que la factura de la 'tarjeta de crédito' que Trump quiere usar como si no hubiera un mañana tenga repercusiones muy serias a largo plazo.

Entre treguas comerciales, reducciones de rating de EEUU y otros choques comerciales… una crisis está pasando bajo el radar del mundo. Una de las mayores montañas de deuda del planeta está viviendo una sacudida silenciosa pero histórica, que podría tener un potente impacto en los bonos de todo el planeta y los mercados financieros. Japón está sometido a una sacudida histórica de sus bonos tras la última subasta de deuda pública este martes, que ha sido la peor desde 1987 en cuanto a demanda. Esto viene de una subida frenética de la rentabilidad de sus bonos a largo plazo, en particular los de 30 a 40 años.

El dólar siempre ha caído de cara en los mercados. Siempre ha mostrado por lo menos una media sonrisa, ya sea con el perfil de Abraham Lincoln o John F. Kennedy. Tanto es así que hace un par de años se acuñó la teoría de la sonrisa del dólar. El dólar siempre iba a sonreír, aunque hiciera frío para la economía de EEUU o calor. Trump ha terminado en algo de más de cien días con la bendición de la divisa estadounidense, no solo por su errática política comercial, sino por volver a desafiar al mercado con una reforma fiscal que va a agravar la situación financiera del país con más déficit y deuda.

La corrección que sufrió la bolsa estadounidense en abril, tras el anuncio de la nueva ofensiva arancelaria que imponía Donald Trump, hizo que la bolsa estadounidense, por primera vez en meses, volviese a ofrecer mayores retornos que el bono del país. Sin embargo, la recuperación que ha experimentado el S&P 500 en las últimas semanas, a medida que desescalaba la guerra comercial, ha coincido con una tendencia fuerte de ventas en el bono estadounidense y estas dos circunstancias han vuelto a dejar la rentabilidad del bono por encima de la que ofrece la bolsa, a pesar de que a esta última se la presupone un riesgo más alto. De nuevo, el S&P 500 vuelve a estar en 'territorio burbuja' si se le compara con el bono, una situación que anticipa posibles ventas en Wall Street, una fuerte entrada de dinero en los bonos, o ambas cosas a la vez.

"Es la crisis más predecible que haya enfrentado EEUU". Con estas palabras el presidente de Bank of America, Brian Monyihan, hablaba abiertamente de que tarde o temprano EEUU se enfrentará a una crisis de deuda si no hay un cambio drástico en los años venideros. Según Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, la deuda Federal rondará en 130% para finales de la década y entonces se abrirá la puerta a una crisis fiscal. Ahora Moody's ha rebajado la calificación de deuda argumentando precisamente las perspectivas de la deuda y ofreciendo exactamente esa perspectiva. Ante este cambio los bonos caen con el dólar y los mercados y los tambores de esa prometida crisis de deuda suenan con fuerza otra vez pero, ¿hasta qué punto es una realidad?

La renuncia de Klaus Schwab al frente del Foro Económico Mundial que se confirmó el mes pasado puede tirar por tierra los planes de futuro que tenía la institución, que pretendía colocar a Christine Lagarde en la presidencia una vez terminase su mandato como presidenta del Banco Central Europeo. Los acontecimientos se han precipitado en el foro que se reúne todos los años en Davos, después de que el histórico fundador del foro, de 90 años, chocase con el consejo del organismo el pasado mes de abril, tras recibir una acusación de malas prácticas y corrupción. Por el momento, de forma interina, le sustituirá Peter Brabeck-Letmathe, expresidente y ex-CEO de Nestlé, pero el consejo debe tomar una decisión sobre su sustituto.

Batir al mercado durante largos periodos de tiempo no es nada fácil, y si no, que se lo pregunten a la mayoría de gestores de fondos activos en la industria de la inversión. En los últimos 7 años, Pedro Escudero, un gestor español afincado en Nueva York ha conseguido unos resultados excepcionales con su hedge fund Doma Perpetual Capital Management: un 154% neto de comisiones, desde octubre de 2017 hasta el cierre de enero de 2025, según un documento que la firma envía a sus clientes.

Escudero cambió la raqueta de tenis que le había acompañado desde niño por informes anuales de empresas, cuando, antes de cumplir 20 años, sufrió una lesión en el codo que le truncó una prometedora carrera en el tenis profesional. Entonces asumió que su dedicación no sería el deporte, si no los mercados, y tras estudiar administración de empresas en la Universidad de Duke, deparó en Wall Street.

En este giro a su vida se llevó consigo la tensión competitiva y una filosofía basada en el entrenamiento exigente, una dedicación casi exclusiva a su trabajo, clave indiscutible, defiende, para conseguir resultados extraordinarios, como los que ha cosechado en los últimos siete años en su fondo. Muy crítico con estilos de inversión famosos, como el value español, no se considera un outsider de la industria, pero sí cree que es clave seguir una estrategia que lo diferencie del resto.

Escudero atiende a elEconomista.es y explica las claves que le han llevado al éxito en los últimos años, además de dar su visión de la situación actual de los mercados, en estos momentos de alta volatilidad e incertidumbre geopolítica. A su juicio, muchas de las medidas que está tomando la nueva administración se centran en arreglar el problema más urgente de Estados Unidos, el enorme endeudamiento del país, que cree ha llegado al límite.

Su método de inversión se centra en llevar a cabo un análisis microeconómico exhaustivo, que exige años de trabajo para conocer a fondo las empresas en las que le gustaría invertir, y defiende la importancia de mantener una cartera concentrada. A la larga, explica, la clave de su éxito es, como en el tenis, minimizar los errores no forzados. La entrevista refleja la opinión personal de Escudero, y no es una recomendación de Doma Perpetual.

La encuesta de mayo a gestores de fondos que elabora todos los meses Bank of America refleja un cambio de perspectivas de los encuestados en el último mes, después ver cómo en abril se desató el pánico entre ellos por el temor al impacto de la guerra comercial de Donald Trump. Ahora los gestores moderan el pesimismo y vuelven a esperar un ‘aterrizaje suave’ de la economía mundial, en lugar de una recesión grave, un cambio de opinión que, además, se ha producido antes de que se confirmase el acuerdo del domingo entre China y Estados Unidos. Eso sí, el rechazo por los activos estadounidenses continúa vigente, y es la categoría que más infraponderan de su cartera en este momento. Por el contrario, la eurozona se mantiene como el activo favorito para los encuestados.

Nadie sabe qué va a hacer Wall Street en los próximos 18 meses, y más teniendo en cuenta la incertidumbre geopolítica que ahora rodea a los mercados financieros, en medio de unas negociaciones arancelarias que pueden reconfigurar el comercio mundial y crear un nuevo contexto económico sin precedentes. Sin embargo, el trabajo de muchos economistas es tratar de anticipar cómo serán los próximos meses en los mercados financieros, y desde la agencia Bloomberg el equipo de analistas utiliza un modelo adelantado que cruza seis variables micro y macro para intentar anticipar si los retornos serán altos, moderados o bajos en los siguientes meses. El 'semáforo' de la agencia (se llama Modelo de régimen de mercado de Bloomberg Intelligence) ahora acaba de dar una mala señal para los inversores en el S&P 500: la herramienta acaba de entrar en 'zona roja', un hito que, desde 1996, ha promediado retornos del 0,12% cada seis meses. De media, el 'régimen rojo' dura 16 meses en Wall Street, un periodo que, de encajar con lo que ha ocurrido en el pasado, supondrá una travesía en el desierto de rentabilidades que no cubrirán siquiera el aumento de la inflación.

Mientras el bono americano se hundía y su rentabilidad se disparaba amenazando con acercarse al 5%, el mundo entero giraba la cabeza hacia Pekín. La gran sospecha es que China había comenzado a responder a las bravuconadas comercial de Trump con una liquidación masiva de su cartera de deuda americana. A los pocos días, los datos apuntaban que el gigante asiático no había sido responsable del castigo a los bonos estadounidenses, pero lo cierto es que, desde hace tiempo, y de manera silenciosa, sí está reduciendo su exposición financiera a EEUU, especialmente a los bonos de largo plazo.