Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Cuando se analiza el comportamiento de la economía española desde la crisis del covid hasta la actualidad, suele destacarse el buen comportamiento de los grandes indicadores: España es la gran economía que más crece en términos de PIB, lidera la creación de empleo en Europa, etc. Sin embargo, cuando profundiza en estos datos se puede ver que el crecimiento de España es casi en su totalidad 'extensivo'. Esto quiere decir que el PIB se expande porque se están usando muchos más factores de producción (trabajo, capital, tierra...) pero no porque se estén usando mejor (productividad). El resultado es que aunque la economía crece a lo 'vasto' ,los españoles no viven mejor en términos generales. El PIB per cápita real apenas ha crecido y los salarios reales (descontando la inflación) con hoy más bajos que hace cuatro años. Por el contrario, en Portugal, el vecino 'pobre', los salarios reales ya son en la actualidad más altos que en 2021. Los portugueses sí presentan una mejora algo más notable que queda reflejada en unos salarios reales más altos y un mayor crecimiento de su renta per cápita.

Un giro hacia el este total. La economía de Europa está sufriendo una intensa transformación. Más allá de la constante decadencia de la que advertía hace unos días Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, dentro de ese estancamiento se está produciendo un cambio de poderes y jerarquías que los pequeños datos empiezan a confirmar poco a poco. Alemania sigue siendo la economía más grande del Viejo Continente; sin embargo, la otrora locomotora del crecimiento se ha convertido en uno de los lastres, mientras que los países del este empiezan a recortar distancia y a generar más oportunidades para los trabajadores. Buena prueba de ello son los flujos migratorios. En 2024 se ha producido un hecho casi inaudito: los polacos han comenzado a abandonar Alemania para volver a casa. El auge económico del este de Europa está generando este curioso fenómeno: los polacos, rumanos, checos... que se marcharon hace años buscando una vida mejor, ahora están volviendo a casa ante el rápido crecimiento de sus economías natales. La transformación de la economía de Europa, el gran giro, ha comenzado.

Hay países que pese a no contar con ningún tipo de 'tesoro' o ventaja comparativa aparente, se 'empeñan' en buscar soluciones y vías para terminar siendo economías desarrolladas. Un ejemplo que suele ponerse en todos los manuales de economía es el de Japón. Sin embargo, hay otro ejemplo, quizá menos representativo por su pequeño, pero más llamativo para el lector por su 'cercanía' al encontrarse en Europa. La propia OCDE comenzaba un reciente análisis describiendo a este país de la siguiente forma: "Relativamente pequeña, remota y propensa a sufrir crisis volcánicas, Islandia no parecía predestinada a alcanzar éxito económico. Sin embargo, se ha convertido en uno de los países más ricos de la OCDE". Imaginar la Islandia de los años 60 y 70 es evocar un país volcado al mar, donde el olor a bacalao secándose al aire impregnaba los puertos. En aquel entonces, la pesca era con mucha diferencia pilar indiscutible de la economía islandesa. El país dependía de sus riquezas pesqueras hasta tal punto que el bacalao se convirtió en un asunto de Estado. Hoy, aunque la pesca sigue siendo un pilar, la diversificación y la irrupción de nuevos sectores han convertido a Islandia en una de las naciones más prósperas del planeta en términos de PIB per cápita, con niveles de vida altísimos y una economía algo más diversificada y moderna.

No se puede hacer magia. Con una población en edad de trabajar menguante y una población dependiente creciente, solo se puede dar un resultado (salvo un milagro inesperado de la productividad): un crecimiento del PIB per cápita mucho más bajo. Las matemáticas son sencillas en este caso. Si una población de 20 habitantes tiene a 15 de ellos en edad laboral y trabajando, mientras que solo 5 de ellos son mayores o niños (población dependiente o de forma vulgar: 'bocas' que alimentar), resultará sencillo, en teoría, mantener a la población y generar una producción suficiente y creciente para todos. Imaginen otra economía con 10 personas en edad de trabajar y otras 10 que no están en edad para ello (son niños o ancianos). El reparto de la producción (todo lo que produce la economía) sería más complejo y el crecimiento potencial más bajo. No hay trabajadores suficientes para tanta población que va a depender de los que sí producen o están en edad de producir. Algo así es lo que le va a suceder a España, resumido de una forma muy burda, sencilla y coloquial en los próximos años. La población 'anciana' va a seguir aumentando, mientras que los ciudadanos en edad de trabajar van a ser una porción cada vez menor de todo el conjunto de la población, según se desprende del último informe de la OCDE sobre empleo.

El petróleo vive un momento raro, una extraña tregua, una especie de espejismo o ilusión que puede acabar muy mal. A pesar de que la OPEP abre con fuerza la producción con nuevos alivios en sus restricciones, desde la AIE hablan de un "mercado físico de petróleo más ajustado de lo que sugiere el cuantioso superávit en nuestros balances". Hay cierta zozobra en los precios. El barril de referencia en Europa (brent) cotiza todavía en los 69 dólares, mientras las amenazas geopolíticas van disolviéndose poco a poco. Sin embargo, el barril ya lleva tres meses consecutivos de remontadas desde el día de la liberación.

Si hay una característica o una palabra que podría definir el mercado del petróleo en el conjunto de este 2025 es la sobreoferta. Sin embargo, dentro de esta panorámica hay que pequeños detalles que pueden generar algunos sobresaltos, en principio, aislados. Uno de ellos se podría estar gestando en estos momentos. La estructura del mercado de crudo se ha posicionado de forma clara en un profundo backwardation (el petróleo físico es mucho más caro que los futuros para finales de año), lo que suele anticipar importantes subidas en el precio del petróleo. ¿Cómo puede suceder esto en un mercado que supuestamente está dominado por el exceso de oferta? Justo en el verano es posible que haya escasez de crudo y diésel. La demanda se está disparando porque es temporada alta (el turismo y los viajes consumen mucho crudo) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aún no ha desplegado por completo su plan de producción (aumentos mensuales del bombeo). Aunque en el conjunto del año se espera que el petróleo bañe el mundo, este verano puede que haber cierta 'sequía' de crudo y destilados. ¿Qué puede suponer esto para el consumidor? Quizá cuando vaya a repostar su coche en vacaciones se lleva un pequeño susto al ver el precio del litro de combustible.

Saber con exactitud dónde va a estallar la próxima crisis es imposible. Sin embargo, los mercados envían algunas pistas que dejan entrever quiénes son los candidatos. Dado los elevadísimos niveles de deuda pública a nivel global en un contexto de tipos de interés todavía altos y una inflación que no termina de desaparecer pueden indicar que la próxima crisis podría venir de la mano de alguna turbulencia en este mercado. Eso por un lado. Por otro, el fatal desempeño de la deuda pública francesa y el insostenible déficit fiscal podría estar enviando una señal. La semana pasada, los bonos franceses empezaron a pagar más que los italianos en el mercado secundario. Pero no solo eso, el gran sorpasso no es el de los rendimientos, el gran sorpasso o 'sorpasso de la vergüenza' es el que está a la vuelta de la esquina en términos de deuda sobre PIB. Francia podría llegar a tener los próximos años una deuda más grande que Italia en términos de PIB, algo que hace unos años habría parecido absolutamente imposible. El fantasma de la 'italianización' de Francia vuelve a la habitación.

La precaria distensión geopolítica reinante desde que cesaron las hostilidades entre Israel e Irán (EEUU mediante) no ha evitado que el Mar Rojo siga siendo una auténtica ratonera para el transporte marítimo mundial. Desde que comenzaron en octubre de 2023, los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen contra embarcaciones occidentales (sobre el papel iban a ser a navíos con conexiones a Israel) han experimentado altibajos, pero no se han detenido. Aunque el grueso del transporte global que atravesaba esta crucial ruta decidió desviarse por el flanco sur de África (pese a la pérdida de días y el mayor gasto en combustible), algunas embarcaciones han seguido atravesando la zona, convirtiéndose en objetivo de los hutíes. El último de estos ataques, desplegado este lunes, se ha saldado, por el momento, con cuatro tripulantes de un buque muertos. Estas muertes son las primeras desde junio de 2024. Estos ataques que buscan generar el caos en el comercio internacional están dejando impresionantes imágenes de enormes buques portacontenedores hundiéndose en las aguas del Mar Rojo como si de un barquito de papel se tratase. El transporte marítimo se está convirtiendo en una actividad de riesgo y no solo por los hutíes. Varios buques han sufrido misteriosas explosiones en medio de la nada en los últimos meses.

La inflación se ha convertido en una preocupación y amenaza para gran parte del mundo desde 2021. La constante subida de precios es un fenómeno natural (incluso sano en términos económicos si la subida se sitúa en el 2% anual), pero que aterroriza a los consumidores, que ven cómo la cesta de la compra no para de subir de precio, en muchos casos, más rápido que sus salarios. Pues hay una economía en la que los precios no paran de bajar y las empresas se pelean por ver quién hace mejores ofertas (reduciendo márgenes y sufriendo en sus resultados) y rebajas en un intento por ganar clientes. Starbucks ha sido la última 'victima' de esta guerra de precios que está arrastrando el IPC de China a niveles negativos y amenazando a la economía con entrar en una espiral deflacionista. Las decisiones a niveles 'micro' (empresas y familias) tienen un impacto más que visible en las variables 'macro'. Esto es lo que está sucediendo en la segunda mayor economía del mundo: bienvenidos a la guerra de precios en China... síntoma de una debilidad casi estructural.

Europa ha comenzado a convertirse en una suerte de 'bazar chino'. Tal y como había publicado en varias ocasiones elEconomista.es, la guerra arancelaria que ha enfrentado a EEUU con todo el mundo, pero especialmente con China, podía provocar una redirección de los flujos comerciales del 'gigante asiático' hacia el resto del mundo y, especialmente, hacia Europa. Es decir, China, con una capacidad para producir bienes muy superior a su propia demanda (exceso de capacidad) necesita colocar todos los productos que se hacen en sus fábricas y que ahora no tienen cabida en las estanterías americanas. La víctima elegida estaba clara desde el primer momento. ¿Qué región tiene más parecidos con EEUU en términos de tamaño y capacidad de consumo? Europa. Los productos chinos han empezado a inundar Europa, aunque todavía hay algunos matices que están impidiendo que la 'inundación' sea total.