Economía

En el país donde los precios no paran de bajar se desata una guerra de ofertas con Starbucks como última víctima

  • China llevaba cuatro meses seguidos presentando caídas de precios
  • Las empresas compiten por ver quién hace la mayor rebaja o la mejor oferta
  • Starbucks ha sido la última en mover ficha con una gran bajada de precios
Un Starbucks en China. Foto de iStock.

La inflación se ha convertido en una preocupación y amenaza para gran parte del mundo desde 2021. La constante subida de precios es un fenómeno natural (incluso sano en términos económicos si la subida se sitúa en el 2% anual), pero que aterroriza a los consumidores, que ven cómo la cesta de la compra no para de subir de precio, en muchos casos, más rápido que sus salarios. Pues hay una economía en la que los precios no paran de bajar y las empresas se pelean por ver quién hace mejores ofertas (reduciendo márgenes y sufriendo en sus resultados) y rebajas en un intento por ganar clientes. Starbucks ha sido la última 'victima' de esta guerra de precios que está arrastrando el IPC de China a niveles negativos y amenazando a la economía con entrar en una espiral deflacionista. Las decisiones a niveles 'micro' (empresas y familias) tienen un impacto más que visible en las variables 'macro'. Esto es lo que está sucediendo en la segunda mayor economía del mundo: bienvenidos a la guerra de precios en China... síntoma de una debilidad casi estructural.

La inflación general china salió de terreno negativo en junio por primera vez desde enero, al subir al 0,1% interanual desde el -0,1% de mayo, superando las expectativas del mercado. Sin embargo, más allá de esta pírrica victoria estadística, lo cierto es que la vida sigue igual y la amenaza de la deflación campea a sus anchas. Los expertos achacan este exiguo repunte (más vigoroso en la inflación subyacente -sin energía ni alimentos- que repuntó al 0,6% interanual, máximo de varios años) a los efectos del programa de intercambio de bienes de consumo, una de las medidas de estímulo de las autoridades que están llegando con cuentagotas. Sin embargo, avisan, es probable que este impulso desaparezca pronto y que la inflación subyacente vuelva a bajar a finales de año. Esto genera el riesgo de que se produzca una espiral deflacionista, una suerte de trampa que lleva a los consumidores a comprar cada vez menos a la espera de unos precios menores. El resultado es un crecimiento más débil y problemas para la economía.

El IPC y el IPP en China dan señales de debilidad.

La guerra de precios está más viva que nunca. Starbucks ha sido la última prueba. El americano del café anunció a mediados de junio que reducirá el precio de algunas de sus bebidas heladas en China en unos cinco yuanes (unos 0,70 dólares) de media, en un intento por atraer a más clientes en un entorno cada vez más competitivo y con consumidores que se lo piensan más de dos veces a la hora de gastar. China tiene un serio problema con el consumo.

Una guerra de ofertas y precios

En una publicación en su cuenta de la red social Weixin, la cadena estadounidense de cafeterías explicó que aplicará precios más "accesibles" en decenas de sus productos, incluidos los Frappuccino y otras bebidas sin café, a partir del martes. Aunque China es el segundo mayor mercado de Starbucks después de Estados Unidos, el sector cafetero es altamente competitivo y el consumo se ha ralentizado por la debilidad de la economía y la preocupación por la seguridad laboral ante el meno crecimiento del PIB. Según la propia compañía, algunos de sus productos se venderán a partir de 23 yuanes.

Competidores locales como Luckin Coffee o Cotti han bajado sus precios hasta los 9,9 o incluso 8,8 yuanes. Además, grandes plataformas tecnológicas como JD.com y Alibaba han entrado en el negocio de la entrega de comida a domicilio, lo que intensifica la competencia. Gracias a ofertas y cupones, los consumidores chinos pueden conseguir un café por apenas 2,9 yuanes, es decir, por unos 0,40 dólares los chinos tiene un café en casa.

Una persona cercana a Starbucks aseguró a la agencia Reuters que esta rebaja de precios no responde a una guerra de precios, sino a una estrategia para atraer más clientes en las horas de la tarde. Esta fuente, que habló bajo condición de anonimato por no estar autorizada a declarar públicamente, afirmó: "Probablemente, Starbucks tenga una estrategia a largo plazo centrada en la demanda de productos sin café en la franja vespertina".

Aunque en el pasado la compañía había asegurado que no participaría en una guerra de precios, ha introducido bebidas de menor tamaño y cupones de descuento que han reducido el precio para los clientes. Por otro lado, la empresa estadounidense busca relanzar su negocio en China a través de la venta de parte de su negocio. China está dejando de ser una economía atractiva para las empresas extranjeras. La guerra de precios, la ralentización de su economía y las trabas que se imponen a la inversión extranjera están llevando a que las empresas de fuera se lo piensen mucho antes de invertir. La debilidad del IPC y otros indicadores de precios es el síntoma de una economía debilitada.

Si bien es cierto que se suele prestar más atención al referido dato de precios al consumo (IPC), para entender mejor lo que está sucediendo en China hay que fijarse en los precios de producción. De todos es sabido que en las últimas décadas China se ha convertido en la 'fábrica del mundo'. Sin embargo, la salida de la pandemia ha arrojado una China con un consumidor más débil (ahorro ante la incertidumbre económica y el fantasma de una lacerante crisis inmobiliaria) y una industria produciendo a destajo: a fin de cuentas, gran parte del apoyo gubernamental se ha volcado en la producción, la innovación y la infraestructura más que en los ciudadanos. Esto ha desembocado en el fenómeno conocido como 'sobrecapacidad' o exceso de capacidad.

En resumidas cuentas, China produce mucho más de lo que compran sus consumidores, aumentando el stock existente, hundiéndose los precios y creciendo la presión para exportar más bienes a otros países. Esto ha dejado continuos titulares en regiones como Europa sobre una inundación de bienes chinos a precio de derribo que comprometen a la industria local. Al mismo tiempo, han causado revuelo noticias como la decisión de la gran automovilística china BYD, de coches eléctricos, de emprender una salvaje guerra de precios con descuentos de más del 30% en algunos de sus modelos. Medida que se espera que sigan otras marcas en medio de la citada debilidad del consumidor chino y el efecto de las tensiones comerciales internacionales.

El reflejo de esta dinámica en las cifras admite poca discusión. La inflación del índice de precios a la producción (IPP) siguió cayendo en deflación en junio, hasta el -3,6% interanual, lo que supuso el 33º mes consecutivo de caída de los precios y su mínimo en 23 meses. En términos intermensuales, la caída de los precios de producción se mantuvo en el -0,4%. Aunque los precios de los metales y de la energía son los que registran los descensos más rápidos, los precios de producción de los bienes de consumo duradero también siguen bajo presión.

El IPP apunta a más caídas

Con el primer semestre de 2025 a las espaldas, los analistas de ING echan cuentas. Durante la primera mitad del año, el IPC de China se mantuvo ligeramente deflacionario en el -0,1% interanual, mientras que la deflación del IPP se mantiene más que arraigada en el -2,8% interanual. Estos datos, combinados con el deflactor del PIB persistentemente negativo, hacen que la deflación siga siendo preocupante, reconocen desde el servicio de estudios del banco holandés.

Este acuciante contexto podría presionar a las autoridades para que incrementen los estímulos y así escapar de un círculo vicioso de caída de precios, beneficios empresariales y salarios. También puede hacer aumentar los esfuerzos ya adelantados por las autoridades para frenar la guerra de precios derivada de la feroz competencia entre las empresas.

"Una de las principales razones es un ciclo contractivo caracterizado por una fuerte competencia de precios, así como congelaciones y recortes salariales. Será un reto difícil de afrontar. Sin embargo, los responsables políticos han centrado recientemente su atención en abordar el problema, con la vista puesta en mejorar los mecanismos de salida del mercado, fomentar la consolidación y la reestructuración y abordar las prácticas ajenas al mercado que dan lugar a una excesiva competencia de precios", escribe en una nota para clientes Lynn Song, economista de ING para China.

Sin embargo, cunde el escepticismo. Si bien los líderes chinos han prometido recortar la producción en algunas industrias, algunos analistas advierten que la guerra de precios puede continuar durante años, ya que las autoridades locales buscan evitar la pérdida de empleos. "Es probable que los enérgicos esfuerzos para poner fin a estas prácticas provoquen algún dolor a corto plazo para el mercado laboral antes de que las cosas mejoren. Sospechamos que, dados los vientos externos en contra, puede adoptarse un enfoque más gradual", aventuran desde ING.

"Esperamos que la demanda se debilite a finales de año, a medida que las exportaciones se ralenticen y disminuya el impulso de las ayudas fiscales. Con una oferta de bienes que sigue superando a la demanda, el persistente exceso de capacidad significa que es probable que continúen las guerras de precios entre los fabricantes, a pesar de los esfuerzos del gobierno para abordar el problema", se suma también al escepticismo Zichun Huang, analistas de Capital Economics.

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