
Europa ha comenzado a convertirse en una suerte de 'bazar chino'. Tal y como había publicado en varias ocasiones elEconomista.es, la guerra arancelaria que ha enfrentado a EEUU con todo el mundo, pero especialmente con China, podía provocar una redirección de los flujos comerciales del 'gigante asiático' hacia el resto del mundo y, especialmente, hacia Europa. Es decir, China, con una capacidad para producir bienes muy superior a su propia demanda (exceso de capacidad) necesita colocar todos los productos que se hacen en sus fábricas y que ahora no tienen cabida en las estanterías americanas. La víctima elegida estaba clara desde el primer momento. ¿Qué región tiene más parecidos con EEUU en términos de tamaño y capacidad de consumo? Europa. Los productos chinos han empezado a inundar Europa, aunque todavía hay algunos matices que están impidiendo que la 'inundación' sea total.
Desde diciembre de 2024, la proporción de todas las exportaciones chinas que van a EEUU ha disminuido del 15% al 9%, mientras que la proporción de las exportaciones chinas a Asia, Europa y América Latina ha aumentado. Por otro lado, las exportaciones a Europa han pasado de representar el 14% a suponer el 16%, mientras que las ventas al resto de Asia y Latinoamérica también han aumentado. Esos son los datos que deja el mes de mayo y que recoge en uno de sus últimos informes Apollo. Aunque los porcentajes puedan parecer modestos, el incremento de exportaciones chinas a Europa es revelador, más si cabe cuando al final el tiempo de tregua efectiva entre EEUU y China ha sido mayor que el de castigo comercial, más allá de la incertidumbre generada por el inquilino de la Casa Blanca.
Ciertamente, el fenómeno no es nuevo. En los últimos años han proliferado titulares de que China inundaba Europa, por ejemplo, con coches bonitos y baratos, especialmente eléctricos. Esta avalancha ya hizo a Bruselas tomar medidas proteccionistas, si bien escondiendo en su interior una honda división entre los países comunitarios. El mundo es un lugar 'nuevo' tras la pandemia y el Viejo Continente se ve en una encrucijada: China le proporciona bienes baratos que alivian el bolsillo de sus sufridos ciudadanos, así como una cierta diversificación comercial con Washington echándose al monte, pero al mismo tiempo ve cómo esto hace trizas a una ya alicaída industria propia. Otro riesgo latente es que esta mercancía a precio de derribo lleve a la deflación.
El hecho de que China derive hacia las terminales de descarga europeas el 'poco' stock que ya no coloque a unos EEUU más beligerantes preocupa a Bruselas en la medida en la que Pekín es un 'monstruo' de la sobrecapacidad. En palabras más entendibles: las autoridades chinas lo han fiado todo en los últimos años a la producción y a la innovación, provocando un cierto desequilibrio. Los estímulos aprobados han ido para una incansable industria en vez de ir a parar al bolsillo del temeroso consumidor local. Eso ha provocado, no solo una fuerte producción, sino que ese consumidor chino no compre esos bienes, generándose un exceso aún mayor de los mismos que Pekín tiene que colocar en el exterior.
Lo que empezó siendo un eco sordo de numerosos analistas, acabó derivando en advertencias de los más altos estamentos económicos en cuanto se vio que la guerra comercial entre EEUU y China cogía revoluciones. Antes incluso de que Donald Trump cogiera su gigante estilográfica para ponerse a firmar órdenes ejecutivas en el Despacho Oval, el holandés Klaas Knot, uno de los tradicionales halcones (partidario de tipos de interés más altos ante el temor a la inflación) del Banco Central Europeo (BCE) verbalizó los riesgos. "Existe la posibilidad de que los chinos comiencen a ofrecer sus productos en Europa a precios cada vez más bajos. Ya estamos viendo que eso está sucediendo en el mercado del acero. De esta manera, China, por así decirlo, nos está exportando su deflación", dijo en una entrevista.
Cuando antes del Día de la Liberación se calibraba que para China operaría un arancel mucho más alto que la tarifa universal del 10% que aplicaría para Europa (un escenario que aún podría darse), los analistas advertían de lo "perturbador" que esto podría resultar, "bien por reducir la demanda china, bien por desencadenar una devaluación masiva del yuan, y/o incentivar a los productores chinos a competir más ferozmente con los proveedores europeos fuera del mercado estadounidense", apuntaba Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM. "Una respuesta política de China que se traduzca en un impulso de la producción y el suministro de bienes a economías fuera de EEUU podría agravar la presión desinflacionista en Europa", respaldan Dean Turner y Matthew Gilman, analistas de UBS.
Descendiendo de lo general a lo particular, es indudable que Europa está especialmente expuesta. "EEUU, Japón y algunas economías emergentes (como India) redujeron su cuota de importaciones procedentes de China desde 2015, mientras que la zona euro ha aumentado la suya, lo que supone un riesgo adicional de que su economía, relativamente abierta al comercio, se vea afectada de forma desproporcionada por las exportaciones subvencionadas de China", certifican en un paper independiente los economistas del BCE Alistair Dieppe, Ivan Frankovic y Mi Liu.
Esta situación es especialmente lacerante en sectores muy concretos. Por ejemplo, la UE importa de China alrededor del 29% de sus aerogeneradores y componentes y aproximadamente el 68% de sus bombas de calor. Algún analista ha deslizado que el Viejo Continente es el 'prisionero verde' de China en la medida en la que el gigante asiático domina la cadena de suministro de estas nuevas industrias y Europa quiere acelerar el paso a un mundo sin emisiones contaminantes. "China está construyendo una capacidad masiva dentro de la tecnología verde y especialmente los mercados europeos se verán inundados con paneles solares chinos subvencionados, vehículos eléctricos y turbinas eólicas hasta 2024/2025, ya que China ha asegurado brillantemente una fuerte cadena de suministro, lo que hace que sea difícil para las empresas europeas competir", corrobora el estratega Andreas Steno Larsen, ex de Nordea.
Más oferta a través del 'triángulo' comercial
Pese a todo, la llegada de productos chinos a Europa podría haber sido incluso mucho más grande si no llega a ser por la habilidad china para colar sus bienes en terceros países que luego los reexportan a EEUU. Tal como señala JP Morgan en su informe Trade, Tariffs and Transhipment, "los incentivos para el transbordo de mercancías en Asia son particularmente altos" debido a la enorme diferencia del tipo de gravamen (aranceles): mientras China ha estado afrontando aranceles del 42%, la mayoría de los países del sudeste asiático enfrentan tasas del 10% o inferiores. Esta brecha ha provocado que muchos exportadores chinos reorganicen sus rutas logísticas para enviar productos a EEUU a través de países como Vietnam o Tailandia, donde se etiquetan como producción local para evitar los elevados aranceles.
El resultado más evidente de esta práctica es el colapso de las exportaciones directas de China a EEUU, como se señalaba anteriormente, que entre marzo y mayo han caído un 40%. Sin embargo, como destacan los economistas de JP Morgan, "esa pérdida se está compensando con un aumento de las exportaciones hacia ASEAN y el resto del mundo (incluida Europa)". Los datos muestran que, desde noviembre, las exportaciones chinas a la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental) han aumentado a un ritmo anualizado cercano al 30%, mientras que sus envíos al resto del mundo crecen al 10%. Parte de esta mercancía está siendo reenviada desde esos países hacia EEUU, lo que explicaría el repunte paralelo de exportaciones desde Vietnam y Tailandia al mercado estadounidense.
Este fenómeno ha creado lo que JP Morgan denomina un 'triángulo comercial': China exporta a la ASEAN, la ASEAN exporta a EEUU y, con ello, se reduce de forma indirecta el efecto de los aranceles estadounidenses. Vietnam, en particular, se perfila como el principal intermediario: "Las exportaciones vietnamitas a EEUU en mayo crecieron un 12% mensual, y su impulso anualizado alcanza el 74%", una cifra que difícilmente puede explicarse sin el componente del 'transbordo'. En el caso de Tailandia, se observa una evolución paralela: aumentan sus importaciones desde China y, al mismo tiempo, se disparan sus ventas a EEUU.
La consecuencia de este esquema es que "la tasa arancelaria efectiva que se impone a las importaciones estadounidenses es más baja de lo que sugiere un análisis estático". JP Morgan estima que este desvío de flujos comerciales reduce los aranceles efectivos en un punto porcentual, del 14,3% al 13%. Aunque puede parecer marginal, esto representa cerca del 10% del aumento arancelario aplicado en 2025 y tiene un impacto macroeconómico significativo. Además, como esta reestructuración logística toma tiempo, es previsible que el transbordo se incremente aún más en los próximos meses, profundizando la alteración de los canales de comercio tradicionales.
Por último, esta estrategia comercial plantea una seria amenaza a la arquitectura arancelaria de EEUU y para Europa, que recibirá una avalancha de bienes a precio de saldo. El informe advierte que "los diferenciales de aranceles entre países asiáticos no se mantendrán en el tiempo", a menos que Washington acepte tácitamente esta práctica o refuerce el control sobre las reglas de origen. Ninguna de estas opciones parece probable a corto plazo, lo que podría llevar a una equiparación forzosa de aranceles: ya sea bajando los aranceles a China, o subiendo los de Vietnam y Tailandia, países que el día de la 'Liberación Arancelaria' ya fueron objetivo con aranceles del 46% y el 36% respectivamente. Así, el transbordo se perfila no solo como un parche logístico, sino como uno de los temas más polémicos en la guerra comercial entre China y EEUU. Todo lo que no se puede 'colar' en el transbordo acabará de una forma u otra en Europa como se está pudiendo comprobar. El Viejo Continente convertido en un nuevo 'bazar chino'.