Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La revolución que está sufriendo (o disfrutando, según se mire) la economía argentina tiene un impacto o consecuencia en cada rincón de la economía. Uno de los más claros y deseados era la moderación de la inflación, ese 'impuesto a los pobres' que lleva décadas amenazando y machacando a los argentinos. Otro efecto, en este caso menos benigno, igual de llamativo, es el renacimiento que está viviendo el fútbol argentino. Entre la maraña de recortes de gasto, desregulación y batería de diferentes medidas para intentar transformar el país, el deporte que apasiona a los argentinos está despegando y parte del mérito se debe a las políticas implementadas por Javier Milei. Hoy, hasta 20 jugadores de la liga nacional tienen fichas que alcanzan o superan el millón de dólares anuales, algo por lo que nadie habría apostado hace tan solo dos años.

Se respira desde hace semanas una cierta tranquilidad en el mercado del petróleo. Con un superávit garantizado por la Cuenca Pérmica de EEUU y los países Occidentales, una OPEP destinada a ir retirando sus recortes de producción y una demanda tranquila, los precios parecen bajo control. Sin embargo, este mercado bien abastecido cuenta con una amenaza siempre presente y que ahora ya es una realidad: Irán. Donald Trump ha vuelto a poner en el centro de la diana al país de los ayatolás y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha anunciado que impondrán sanciones para que sus exportaciones de crudo se reduzcan desde los 1,6 millones de barriles diarios de petróleo a escasos 100.000. Esta guerra comercial puede tener grandes implicaciones hasta el punto de dar completamente la vuelta a la situación y convertir la actual estabilidad y en un claro déficit que impulse los precios. Pese a todo, el petróleo cotiza este miércoles con relativa calma en la zona de los 72,5 dólares en el caso del Brent, de referencia global.

La crisis de la vivienda se ha convertido en la gran preocupación de la sociedad española. Pero, probablemente, lo más preocupante es que lo peor está aún por llegar. Los precios siguen subiendo por encima de los salarios de media. Pero no solo eso, los municipios o zonas periféricas que se habían convertido en una especie de refugio al que acudir cuando el sueldo no da para comprar en la gran ciudad están empezando a ser igual de inaccesibles que las grandes urbes. Estas zonas y municipios de más de 25.000 habitantes partían de una base más baja (eran más baratas), pero ahora están empezando a recortar terreno a las ciudades a medida que se produce lo que se conoce como 'efecto expulsión': si no puedo pagar una vivienda en Madrid, pues la busco en las ciudades y pueblos de alrededor. Esta demanda extra está llevando a que uno de cada dos municipios de más de 25.000 habitantes en España registre subidas de precios de más del 10% interanuales.

Los fríos datos y estadísticas de PIB per cápita y población revelan que la Comunidad de Madrid ha disfrutado de un milagro económico en los últimos 20 años. Para justificar esta declaración se puede acudir a los datos de PIB per cápita y demografía. La región madrileña ha disfrutado de un crecimiento demográfico sin parangón en España, que ha venido acompañado de un fuerte aumento de la renta per cápita, algo muy difícil de lograr (de hecho, el resto de CCAA que han presentado un aumento de su población han visto estacarse o disminuir su renta per cápita relativa respecto a la media de España). Mantener un boom demográfico al mismo tiempo que la renta per cápita aumenta de forma notable es una misión compleja en regiones donde ya se ha alcanzado un nivel de desarrollo alto. Suele suceder casi lo contrario. Es decir, el PIB per cápita aumenta más en regiones que están perdiendo población. En la actualidad, en los países avanzados de Europa, se puede ver con claridad también este fenómeno: el crecimiento de la población (sobre todo por llegada de inmigrantes) lastra al avance del PIB per cápita, mientras que países que pierden población o ganan muy poca disfrutan de un mayor crecimiento de este indicador. Pues bien, algo similar ha ocurrido con las regiones españolas... salvo con la Comunidad de Madrid.

El petróleo Brent, de referencia en Europa, ha perforado la zona de los 74 dólares por barril, tocando mínimos anuales tras la fuerte caída registrada el pasado viernes. Ahora, la cotización se encuentra titubeando, bailando sobre esa zona a la espera de que algún catalizador lleve el precio del crudo hacia arriba (por ejemplo si las negociaciones entre EEUU y Rusia sobre Ucrania fracasan) o hacia abajo (si la paz llega antes de lo previsto y Rusia vuelve con normalidad al mercado global de crudo). Por el momento, los expertos señalan que los descensos del petróleo se deben a esta expectativa de una paz temprana, al incremento de los inventarios en EEUU durante la semana pasada y a la nueva cepa del covid que se está analizando el China. Estos tres factores están llevando a que el precio del crudo haya llegado a cotizar en mínimos de 2025, perdiendo los 74 dólares por momentos (ha llegado a caer a los 73,72 dólares por barril), cuando a finales de enero la cotización llegó a superar los 82 dólares por barril. No solo eso, en caso de que la paz llegue a Europa y se produzca el consecuente alivio sobre las sanciones a Rusia, los analistas de un importante banco americano anticipan una caída de más del 13% para el crudo: un descenso del barril de entre 5 y 10 dólares. De este modo, Europa y la resolución de conflicto se han convertido en la mayor amenaza para el precio del crudo.

La vivienda se ha convertido en la primera preocupación de los españoles, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). No resulta extraño atendiendo a la poderosa subida de precios que están protagonizando los inmuebles en los últimos años, unos incrementos que en las ciudades más 'calientes' (Madrid, Barcelona, Málaga...) han superado el 10% interanual en varios trimestres. El problema es real, no tiene solución a corto plazo (al menos no parece que alguien la vaya a encontrar) y ya supone un serio riesgo para la economía en su conjunto. Por ello, ante la falta de ideas, los expertos y los medios alzan la vista y buscan modelos de éxito en otros países. El más mediático de todos es, probablemente, el modelo de Viena, donde la vivienda pública con alquileres sociales es claramente dominante y ha convertido a la capital austriaca en una de las ciudades con inmuebles más asequibles. ¿Tendría sentido que España y sus ciudades copiaran ese modelo? La respuesta no es sencilla. Parece claro que el resultado a primera vista es positivo (al menos en las estadísticas), pero cómo sería el camino para llegar a ese punto y cuál sería el precio son las preguntas que cuestionan copiar este modelo.

Las sanciones que Occidente ha impuesto a Rusia durante estos años tenían un objetivo claro: reducir los ingresos de Rusia para que no pudiera financiar la invasión de Ucrania. ¿Se ha logrado este objetivo? Todo hace indicar que no. Los últimos datos conocidos este mismo lunes revelan que, con los ingresos de Rusia por petróleo, derivados y gas, Vladímir Putin habría tenido para pagar el gasto militar de España durante 10 años. Es decir, que pese a las sanciones, Moscú ha conseguido ingresos suficientes para seguir engrasando y mejorando su máquina de guerra. Una conclusión un tanto osada y quizá errónea, pero al mismo tiempo pertinente, es que las sanciones han contribuido a lastrar la economía europea, mientras que Rusia apenas ha sufrido el impacto. No solo por las ventas de petróleo o gas, que han continuado buscando otros destinos, sino que también porque la economía de Rusia ha crecido con intensidad en estos años, con unas tasas de variación que multiplican por tres y cuatro las de la zona euro.

La economía de Venezuela ha despertado en 2024. Según fuentes oficiales, el PIB podría haber crecido alrededor de un 9% durante el año. Como no podía ser de otra forma, el petróleo está detrás de este despertar que, sin embargo, no cambia la compleja situación del país, pero sí había generado algo de esperanza. Ahora, este rayo de luz podría quedar sepultado por una decisión a miles de kilómetros de Caracas. El renacer de la industria del petróleo del país con más crudo del mundo pende de un hilo o más bien de una decisión que se tomará a miles de kilómetros. A su vez, esta decisión puede afectar de forma importante a Repsol y la petrolera americana Chevron, que son las empresas que están revolucionando la producción del 'oro negro', las dos firmas que han protagonizado el despertar petrolero venezolano. La Casa Blanca estaría valorando suspender las licencias especiales que permiten a estas dos petroleras (y alguna más) invertir y trabajar con el crudo venezolano, lo que a su vez ha propulsado la producción del país caribeño a niveles que no se veían en casi seis años.

En un rincón perdido de Asia hay una pequeña economía que ha pasado de ser una nación relativamente pobre (más pobre que España de los años 80, antes de la entrada en la Unión Europea, y de un nivel similar en los 90 si se analiza en términos de PIB per cápita a precios corrientes) a convertirse en un modelo de prosperidad global. Además, este país logró su independencia de forma más o menos reciente, hace algo menos de 60 años, desde entonces su despegue ha sido como el de un cohete. Una población pequeña, bien formada, un sector público extremadamente eficiente y su estratégica situación geográfica han dado lugar a una de las historias de éxito económico más notables de las últimas décadas. El milagro económico de este país ha sido tal, que en la actualidad es el país más rico del mundo (con permiso de Luxemburgo) en términos de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA). Su riqueza es tal, que teniendo la mitad de población que Portugal, Singapur tiene un PIB agradado (en PPA) que duplica al de los lusos. El éxito de Singapur es estudiado en manuales, prestigiosos medios económicos y universidades, porque su crecimiento continuado (pese a haber alcanzado la frontera tecnológica sigue creciendo a un ritmo alto) es quizá el mayor que se recuerde en tiempos de paz (excluyendo las reconstrucciones de países tras grandes conflictos).

"Hay décadas en las que no pasa nada, y semanas en las que pasan décadas". La famosa frase de Lenin podría haber sido escrita para describir lo acaecido en las últimas semanas. En cuestión de horas, los líderes europeos han sido sacudidos por una serie de acontecimientos que podrían marcar un punto de inflexión en la historia reciente: las negociaciones entre EEUU y Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania, seguidas de las duras críticas del vicepresidente estadounidense JD Vance contra Europa. En respuesta, los principales mandatarios del continente se han reunido de urgencia en París para discutir el nuevo panorama geopolítico. Todo hace indicar que nada va a volver a ser lo mismo, al menos lo mismo que se ha podido ver en los últimos 40-50 años. Se acabó el conocido como 'dividendo de la paz': EEUU no está dispuesto a seguir 'pagando' de forma individual la defensa de toda la OTAN y los aranceles podrían convertirse en la salsa que dé un amargo sabor a toda esta combinación de elementos que, a primera vista, están trayendo un mundo mucho más incierto y polarizado. Jim Reid, célebre economista de Deutsche Bank, lo define así: "Los últimos días podrían fácilmente marcar un importante punto de inflexión en el futuro de Europa".