
Se respira desde hace semanas una cierta tranquilidad en el mercado del petróleo. Con un superávit garantizado por la Cuenca Pérmica de EEUU y los países Occidentales, una OPEP destinada a ir retirando sus recortes de producción y una demanda tranquila, los precios parecen bajo control. Sin embargo, este mercado bien abastecido cuenta con una amenaza siempre presente y que ahora ya es una realidad: Irán. Donald Trump ha vuelto a poner en el centro de la diana al país de los ayatolás y su secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha anunciado que impondrán sanciones para que sus exportaciones de crudo se reduzcan desde los 1,6 millones de barriles diarios de petróleo a escasos 100.000. Esta guerra comercial puede tener grandes implicaciones hasta el punto de dar completamente la vuelta a la situación y convertir la actual estabilidad y en un claro déficit que impulse los precios. Pese a todo, el petróleo cotiza este miércoles con relativa calma en la zona de los 72,5 dólares en el caso del Brent, de referencia global.
El pasado lunes Bessent hacía público que ya ha sancionado a "una treintena de personas, entidades y buques que ayuden a Teherán a vender su petróleo". Una ofensiva a gran escala contra la flota fantasma del país persa con la que es capaz de eludir las restricciones de Washington. "Irán sigue dependiendo de una oscura red de buques, transportistas y corredores para facilitar sus ventas de petróleo y financiar sus actividades de desestabilización". El mismo alto cargo confirmaba que este solo sería el primer paso de una "batería de sanciones" para "asfixiar al régimen iraní".
Bessent habló concretamente y desde hace tiempo de las cifras. Como mínimo, esperan que solo les quede un 10% de todas sus exportaciones. "Estamos comprometidos a que los iraníes vuelvan a los 100.000 barriles diarios, la cifra que exportaban cuando Trump dejó el cargo por primera vez", comentaba en una entrevista en Fox. En ese sentido, defendía que esta vez lograr este objetivo puede tumbar definitivamente al régimen y hacer que, entre en vereda, deje de amenazar con un programa nuclear y financiando a movimientos como los rebeldes hutíes o Hezbolá. "Su economía es ahora muy frágil, tienen inflación masiva, un déficit gigantesco, si logramos una política de máxima presión se encontrarán ante graves dificultades".
Un punto de equilibrio roto
Los expertos, por su parte, apuntan a que activar esta política de máxima presión tiene un alto precio para el mercado: pasar de superávit a déficit. Varios de ellos se remiten a las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía. La institución da por hecho que, incluso si la OPEP mantuviese sus recortes, estaríamos ante un superávit en el mercado de cerca de 500.000 barriles diarios. En definitiva, solo con diezmar hasta ese punto la aportación de Irán ya estaríamos ante un cambio completo en la realidad del mercado, pasando de un sobreabastecimiento a un déficit.
"Tanto las sanciones a Irán como, en menor medida, la retirada de licencias en Venezuela puede suponer un problema importante", comentan los analistas de Gavekal Research. "A pesar de que se habla de un exceso de petróleo, estamos en un mercado estrecho, por lo que retirar 1,5 millones de barriles del mercado es totalmente incompatible con unos precios a la baja". Hasta ahora y ante esta cuestión Trump siempre ha respondido con su famoso "drill baby drill", es decir, realizar grandes proyectos de perforación que permitirán sustituir el crudo perdido con un boom productor estadounidense, pero hay cada vez más puntos de vista que apuntan a esto como un planteamiento demasiado optimista".
"Las compañías petroleras estadounidenses tienen poca capacidad para aumentar su propia producción en el corto plazo", sentencian desde Gavekal. En estos momentos, EEUU está produciendo 13,3 millones de barriles de petróleo cada día, la mayor cantidad de crudo de todo el mundo. Sin embargo, EEUU y sus productores se enfrentan a dos problemas clave que impiden que de la 'noche a la mañana' se pueda sustituir el petróleo de Irán. Primero, que el precio del crudo en 75 dólares es insuficiente para que las firmas americanas inviertan en exploración y perforación de nuevos yacimientos de crudo. No sería rentable.
"Rusia está produciendo petróleo por debajo de su capacidad, no por las sanciones, sino por su acuerdo como miembro del cártel OPEP+"
Tal y como revela la Fed de Dallas, el break even de los productores americanos es variopinto, pero suele situarse entre los 60 y 70 dólares. En estos momentos, cada barril de crudo de un pozo abierto y en funcionamiento es rentable, pero la inversión en nuevo petróleo costaría mucho trabajo rentabilizarla. Además, la estrategia de las empresas petroleras americanas en los últimos años ha sido la de generar caja para devolver a los accionistas en forma de dividendo parte de la confianza depositada durante el pasado.
El otro problema es la propia 'falta' de petróleo. Las reservas probadas en EEUU apenas alcanzan los 40.000 millones de barriles (frente a los 300.000 millones de Venezuela o los cientos de miles de millones de barriles de Irán o Arabia Saudí). Una producción de 13,3 millones de barriles diarios con esos niveles de reservas ya supone un nivel de actividad muy intenso. Se trata de una producción anual que supera los 4.500 millones de barriles. EEUU y sus petroleras están aprovechando muy bien cada kilómetro cuadrado con petróleo, por lo que resulta complicado encontrar nuevos puntos que permitan incrementar de forma notable la producción.
La otra opción es sustituir el petróleo iraní por ruso, a través de un acuerdo de paz en Ucrania que quite las sanciones y libere todo el potencial energético del país euroasiático. Sin embargo, si bien Rusia está produciendo 1,3 millones de barriles menos respecto a sus cifras preguerra, la realidad es que esto no responde al impacto de las sanciones, pues su flota fantasma sigue funcionando a la perfección. "Rusia está produciendo petróleo por debajo de su capacidad, no por las sanciones, sino por su acuerdo como miembro del cártel OPEP+ de limitar la producción para sostener los precios. Mientras ese acuerdo siga vigente, ni la paz en Ucrania, ni la relajación de las sanciones ni las exhortaciones de Trump persuadirán a Rusia a romper filas y aumentar su producción en 1 millón de barriles diarios", comentan desde Gavekal.
La amenaza del estrecho de Ormuz
Apenas cincuenta kilómetros de ancho separan la paz del caos en el comercio global de energía. El Estrecho de Ormuz, situado entre Omán e Irán, es el paso marítimo más estratégico para el tránsito de petróleo y gas del planeta. Su relevancia no es casualidad: "En 2022, su flujo de petróleo promedió 21 millones de barriles diarios, equivalentes al 21% del consumo mundial de líquidos petroleros", según la Administración de Información Energética de EEUU (EIA). Un simple bloqueo en este estrecho podría desencadenar una crisis energética sin precedentes, con impactos inmediatos en los precios del crudo y la estabilidad económica global. Este posible bloque a través de la Guardia Revolucionaria o de actos de sabotaje gana fuerza con las nuevas sanciones de EEUU. Irán buscará venganza.
Los llamados chokepoints (estrechos cruciales en las rutas marítimas internacionales) son esenciales para la seguridad energética global, pero pocos son tan críticos como Ormuz. "La imposibilidad de transitar un chokepoint clave, aunque sea temporalmente, puede generar retrasos significativos en el suministro y aumentar los costos de transporte, disparando los precios de la energía a nivel mundial", advierte la EIA. A diferencia de otros puntos de estrangulamiento, como el Canal de Suez o el Estrecho de Malaca, que pueden ser rodeados por rutas alternativas, no hay una opción realista que sustituya a Ormuz.
El flujo de crudo a través del estrecho ha fluctuado en los últimos años debido a la pandemia y los recortes de producción de la OPEP+. "Entre 2020 y 2022, el tránsito de petróleo crudo, condensado y productos petroleros a través de Ormuz aumentó en 2,4 millones de barriles diarios a medida que la demanda de petróleo se recuperaba tras la crisis del covid-19", explica la EIA. El tránsito de hidrocarburos por el estrecho representó más de una cuarta parte del comercio mundial de petróleo transportado por mar y aproximadamente una quinta parte del comercio global de gas natural licuado (GNL).

Solo dos países del Golfo cuentan con infraestructuras para esquivar Ormuz en caso de una crisis: Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. "Arabia Saudí opera el oleoducto East-West con capacidad de 5 millones de barriles diarios, ampliada temporalmente a 7 millones en 2019", detalla la EIA. Los Emiratos, por su parte, conectan sus campos petroleros con la terminal de Fujairah a través de un oleoducto de 1,5 millones de barriles diarios. Irán intentó seguir esta estrategia inaugurando en 2021 el oleoducto Goreh-Jask con capacidad inicial de 300.000 barriles diarios, pero el proyecto ha permanecido inactivo desde entonces.
A pesar de estas infraestructuras, más del 80% del petróleo y condensado que cruza Ormuz se dirige a Asia. "China, India, Japón y Corea del Sur fueron los principales destinos del petróleo que transitó por el Estrecho de Ormuz en 2022, representando el 67% de todos los flujos de crudo y condensado", apunta la EIA. Estos países dependen del tránsito sin interrupciones por este paso marítimo para garantizar su seguridad energética. Cualquier conflicto en la zona, especialmente con Irán, amenaza con perturbar el equilibrio del mercado global.
"En 2022, EEUU importó alrededor de 0,7 millones de barriles diarios de crudo y condensado a través del Estrecho de Ormuz"
Estados Unidos, aunque menos dependiente del petróleo del Golfo Pérsico que en décadas pasadas, sigue vinculado a Ormuz. "En 2022, EEUU importó alrededor de 0,7 millones de barriles diarios de crudo y condensado a través del Estrecho de Ormuz, lo que representó el 11% de sus importaciones de crudo y el 3% de su consumo de líquidos petroleros", señala la EIA. Sin embargo, las importaciones estadounidenses desde la región han caído a la mitad desde 2018 gracias al auge de la producción doméstica de shale oil.
El control de Irán sobre este paso clave le otorga una enorme capacidad de presión geopolítica. Teherán ha amenazado en varias ocasiones con bloquear el tránsito de barcos en respuesta a sanciones occidentales o tensiones militares. Un bloqueo efectivo, aunque sea temporal, podría paralizar las exportaciones de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irak y Kuwait, provocando un repunte inmediato en los precios del crudo y el gas.
En un mundo cada vez más interconectado, la seguridad del Estrecho de Ormuz es un asunto de máxima prioridad para las grandes potencias. Aunque Arabia Saudí y Emiratos han desarrollado infraestructuras para reducir su vulnerabilidad, el petróleo y el gas que circulan por este punto continúan siendo fundamentales para el suministro global de energía. El futuro de Ormuz no solo está ligado a la estabilidad en Oriente Medio, sino también a la capacidad del mundo de garantizar el libre tránsito de energía en un mercado cada vez más volátil.
La guerra de sanciones Obama-Trump
En cualquier caso desde Julius Baer comentan que, si bien la 'guerra de máxima presión' con Irán puede marcar de forma clara el rumbo del mercado petróleo, esta vez habrá más pragmatismo que en su primera etapa y consideran que las actuales medidas no escalarán y solo son bravatas con las que sentar las bases de una negociación. "El mantra de la máxima presión parece venir acompañado de una buena dosis de pragmatismo. Es probable que la administración Trump cambie los asuntos globales, pero bajo la premisa de mantener bajos los costos de la energía para los hogares estadounidenses, lo que sugiere más y no menos oferta de petróleo", comenta la firma helvética.
En cualquier caso, la amenaza es muy real dados los precedentes de la primera legislatura del republicano. No en vano, S&P Global recuerda que "las exportaciones de crudo iraní por vía marítima cayeron de 2,6 millones de b/d en 2017 a 434.100 en 2020, antes de recuperarse a 1,5-1,6 millones de b/d el año pasado bajo la administración de Biden".
Si bien las sanciones contra Irán comenzaron en la época de Obama, para detener el programa de desarrollo nuclear del país, que amenazó con "borrar Israel de la faz de la tierra", parecía llegarse a un compromiso al final de la legislatura del líder demócrata. Sin embargo, Trump abandonó estos acuerdos y redobló las sanciones hasta un punto crítico. Pasó de exportar 2,5 millones de barriles diarios a apenas 500.000, desató una crisis de divisas haciendo que el rian perdiera dos tercios de su valor y llevó al país a dos años de profunda recesión.
"En este momento, los factores claros del lado de la demanda que pueden impulsar los precios del petróleo al alza"
El principal cliente es China y el mercado asiático y es por ello, que Trump vuelve a golpear con fuerza esta ruta. Byron Mckinney, director de financiamiento comercial de S&P Global Market Intelligence, comenta que el impacto ya se está produciendo desde su llegada a la casa blanca provocando un descalabro en las importaciones de crudo iraní de China en un solo mes de cerca de 1,48 millones de barriles diarios a solo 851.000 en enero ante la amenaza de sanciones.
En cualquier caso, el petróleo internacional fuera de EEUU parece inclinar el mercado hasta las subidas de precios. Ya no es solo el caso de Irán, sino que su vecino y viejo enemigo, Irak, ha anunciado su compromiso para compensar su sobreproducción el pasado año. Este 'rebelde' de la OPEP es una de las mayores fuentes de incertidumbre para la disciplina del grupo, en particular después de que vuelva a ponerse en marcha el gasoducto del Kurdistán con Turquía, que permite volver a bombear 150.000 barriles extra.
Por su parte, también, desde Oriente pueden venir nuevas sorpresas. "En este momento, los factores claros del lado de la demanda que pueden impulsar los precios del petróleo al alza aún se desconocen hasta mediados de marzo, cuando las autoridades chinas probablemente anunciarán nuevas políticas de estímulo", explicaba Kelvin Wong, analista senior de mercado de OANDA.