Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

España se enfrenta a innumerables desafíos en el medio y largo plazo: baja productividad, elevada deuda pública, un mercado laboral disfuncional, unas pensiones con un futuro incierto... Sin embargo, la economía española ha demostrado que puede salir adelante incluso en las circunstancias más adversas. Un buen ejemplo de ello es la crisis del covid, que atacó directamente a los pilares que sostenían la economía española. Más de cuatro años después, se puede decir que la economía de España ha sido una de las que mejor se ha recuperado entre las grandes del euro, con una 'remontada' que se puede apreciar en el gráfico de JP Morgan que da lugar a esta noticia. Tras sufrir la mayor recesión de la zona euro, el PIB de España ha logrado crecer con intensidad, generando empleo en grandes cantidades y sin presentar los desequilibrios del pasado.

La represión financiera (financial repression) es un término que se va a escuchar cada vez con más fuerza. De una forma llana y sencilla, la represión financiera consiste esencialmente en mantener los tipos de interés por debajo de la tasa de inflación durante un período prolongado para permitir que la deuda 'se queme', sintetiza al extremo Albert Edwards, veterano estratega de Société Générale. Se trata de un método probado y fiable para que los gobiernos se libren de una deuda excesiva (por ejemplo, EEUU después de la Segunda Guerra Mundial), continúa. Con los bancos centrales buscando la excusa perfecta para comenzar a bajar los tipos de interés y un gasto público que no da muestras de contención, todo hace indicar que los tipos de interés nominales van a terminar quedando por debajo de la tasa de inflación por un tiempo prolongado de tiempo. Precisamente,

Europa se ha visto atravesada por numerosos problemas en los últimos años. Primero, el covid, seguido una crisis de suministros y, para finalizar, una guerra en su extremo oriental que ha provocado que tengan que cambiar su suministro energético en tiempo récord. Paralelamente, una enorme subida de los tipos de interés ha arrastrado a su economía a una situación complicada, con la industria siendo azotada por la inflación y una menor demanda interna y externa. Sin embargo, estos problemas, que pueden ir variando con el paso de los años, languidecen ante el gran desafío de la eurozona que tiene que afrontar en el próximo lustro: una crisis de productividad.

Cuando resulta complicado vaticinar el futuro, a veces lo más útil es mirar al pasado, echar un vistazo a la historia. Hoy, la deuda pública global está en máximos históricos, el gasto de los gobiernos se mantiene en niveles relativamente elevados y a corto plazo no se contemplan ni grandes recortes de gasto ni subidas de impuestos. Mientras tanto, los bancos centrales están esperando al momento adecuado para empezar a bajar los tipos (algunos ya han comenzado a hacerlo) pese a que la inflación parece haberse estancado por encima del objetivo del 2%. El runrún de los mercados (analistas, inversores...) empieza a emitir la siguiente señal: "Represión financiera". Y la historia viene a reforzar este runrún. Los ecos del pasado nos dicen que gobiernos y bancos centrales están allanando el terreno para dar comienzo a una nueva era de represión financiera similar a la acaecida tras la Segunda Guerra Mundial.

Cuando se habla de endeudamiento, incumplimiento de déficit o problemas fiscales en general en Europa, al lector le vendrán rápidamente a la cabeza nombres como Italia, Grecia, Portugal o incluso España. Sin embargo, esta historia tiene como protagonista a otro país, que, además, está geográficamente muy cerca de las economías a las que se conoce como las frugales, por mantener unas finanzas públicas saneadas y presumir de la austeridad que imponen (más que imponer es una decisión de sus sociedades a través de las urnas) sus gobiernos. Bélgica es una economía en la 'Europa rica', pero que tiene algunos problemas de la 'Europa pobre'. Entre estos problemas destacan de forma notable su enorme deuda pública y la creciente inestabilidad política.

Hasta el día de hoy solo había algo claro y definido en el seno del Banco Central Europeo: junio es la fecha elegida para ejecutar la primera bajada de los tipos de interés desde septiembre de 2019. Sin embargo, este viernes uno de los componentes más importantes del banco central ha desvelado que pasará con los tipos de interés después del movimiento de junio: el BCE no puede seguir recortando en el muy corto plazo y apostará por reanudar el modo wait and see (esperar y ver). En el largo plazo, la situación es diferente, pero los recortes también parecen tener fecha de caducidad.

El petróleo americano se ha convertido en cuestión de pocos años en una fuente fundamental para satisfacer la demanda mundial. En 2023, América entera (como continente) produjo más petróleo que la OPEP (cuyos países se concentran, con alguna excepción, en Oriente Medio). Aunque todos los ojos están puestos en EEUU y el boom del fracking, hay otros tres países que están poniendo también su granito de arena para que el petróleo de América siga fluyendo e influyendo en el mundo. Además, como curiosidad, estos tres países son vecinos y extraen buena parte de su petróleo del margen Atlántico del continente americano. Estos tres países son Guyana, Brasil y Surinam, tres economías que están siendo protagonistas del nuevo petróleo.

Todo está listo para que el Banco Central Europeo anuncie su primera bajada de los tipos de interés desde septiembre de 2019. Este es un movimiento esperado por millones de familias que tienen hipotecas a tipo variable (la cuantía de su pago depende de la evolución del euríbor, un índice que a su vez depende de los tipos rectores del BCE). Se esperaba que junio fuese el pistoletazo de salida de una carrera de bajadas de tipos. Sin embargo, a medida que pasan los meses, todo hace indicar que más bien esa bajada de tipos va a quedar en un gesto, en un movimiento simbólico que apenas ayudará a los agentes endeudados. Las bajadas de tipos tienen fecha de caducidad: la realidad de la inflación caerá sobre las 'palomas' (miembros del BCE que defienden una política monetaria más expansiva).

España e Italia están perdiendo una oportunidad única para reducir su deuda pública de forma notable sin dañar la economía. El fuerte crecimiento de la economía y una inflación relativamente elevada, junto a cierta disciplina fiscal, está ayudando a Portugal, Grecia o Chipre a rebajar su deuda de forma notable. Sin embargo, la deuda española (también la italiana) está reduciéndose de forma mucho menos acusada. Aprovechar los ciclos expansivos de la economía para reducir la deuda resulta fundamental para poder absorber los shocks y recesiones del futuro con garantías. Es cierto que España (no Italia) partía de unos niveles de endeudamiento más reducidos que el resto de PIGS (siglas despectivas adoptadas por la prensa anglosajona para llamar los países que protagonizaron una crisis de deuda soberana), pero desde 2019 a esta parte la diferencia se ha reducido. La gran diferencia parece estar en la cronificación del incremento en el gasto público que se produjo durante la pandemia del covid.

Ucrania sigue buscando las 'cosquillas' a Rusia con ataques medidos y controlados sobre instalaciones energéticas clave, que están poniendo a Moscú en aprietos para mantener el normal funcionamiento de su industria y seguir financiando una guerra que por ahora no tiene ganador claro pese al avance de las tropas rusas en el frente. En las últimas horas, Ucrania ha asestado un doble golpe a la industria energética rusa con un ataque sobre un depósito de petróleo y otro a una subestación eléctrica que alimenta una línea de ferrocarril.