Economía

El país de la Europa rica que sufre los males del sur se juega su futuro en unos días

  • El déficit público de Bélgica es del 4,4% del PIB y se prevé que aumente
  • "Es un país que gasta como si fuera EEUU pero sin el respaldo del dólar"
  • La inestabilidad política y problemas fiscales marcan su economía

Cuando se habla de endeudamiento, incumplimiento de déficit o problemas fiscales en general en Europa, al lector le vendrán rápidamente a la cabeza nombres como Italia, Grecia, Portugal o incluso España. Sin embargo, esta historia tiene como protagonista a otro país, que, además, está geográficamente muy cerca de las economías a las que se conoce como las frugales, por mantener unas finanzas públicas saneadas y presumir de la austeridad que imponen (más que imponer es una decisión de sus sociedades a través de las urnas) sus gobiernos. Bélgica es una economía en la 'Europa rica', pero que tiene algunos problemas de la 'Europa pobre'. Entre estos problemas destacan de forma notable su enorme deuda pública y la creciente inestabilidad política.

Correlación no implica causalidad, pero lo cierto es que Bélgica, pese a compartir frontera con Países Bajos o Alemania, tiene muchas similitudes con los países del sur de Europa. Quizá fueron los años bajo dominio español (siglo XVI y XVII), el empeño por diferenciarse de sus vecinos holandeses (calvinistas y mucho más cercanos a los países anglosajones culturalmente), pero lo cierto es que Bélgica tiene un aire que recuerda a los países del sur del Viejo Continente: organización, religión, inestabilidad política (el próximo 9 de junio hay elecciones y se espera una mayor fragmentación), problemas de productividad, déficit y deuda son algunas de estas similitudes.

Pese a que los niveles de renta per cápita de Bélgica son elevados (37.300 euros frente a los 31.920 de la eurozona) y superan la media de la zona euro, holandeses y franceses acostumbran a bromear con los problemas de su vecino, asegurando que son un poco 'desastre' en cuestiones políticas, de organización, económicas o a la hora de mantener sus infraestructuras en buen estado. Estos problemas, quizá, recuerdan en parte los que sufre el sur de Europa.

Curiosidades de Bélgica

Aunque la religión tiene cada vez menos peso, los belgas han sido y son mayoritariamente católicos (como España, Portugal o Italia, Grecia es ortodoxa), lo que también ha podido influir en su economía, distanciándola de los países protestantes, que disfrutan de una economía mucho más dinámica.

La literatura académica ha venido demostrando que los países protestantes mostraban unas tasas de alfabetización más elevadas y, sobre todo, tendían a ofrecer una mayor protección a los prestamistas (bancos), lo que permitió un mejor desarrollo de negocios y empresas, frente a los países católicos, donde la usura no estaba permitida. Además, la inestabilidad política se ha convertido en el 'pan de cada día' de una sociedad belga fragmentada entra las regiones de Flandes (de habla neerlandesa y mucho más rica) y Valonia (de habla francesa y con un PIB per cápita más bajo). Las próximas elecciones podría incluso agravar la situación.

El otro gran parecido de Bélgica con los países del sur de Europa es su enorme deuda pública y los problemas para controlar el déficit. Esto último está empezando a convertirse en una preocupación para Bruselas (en términos de capital europea, no de Bélgica) por los problemas de sostenibilidad que puede generar de cara al futuro.

La prestigiosa agencia financiera Bloomberg publicaba recientemente un artículo alertando sobre los problemas fiscales de Bélgica, como "un país encadenado a un sistema político plagado de disfunciones y que está gastando más allá de sus posibilidades, lo que la coloca en un camino de deuda cada vez mayor. Con una población del tamaño de la de Ohio y un producto interno bruto ligeramente menor, la falta de moderación que eclipsa la economía del país está llevando a que sus finanzas se parezcan cada vez más a las de EEUU, pero sin la impunidad que conlleva la impresión de dólares".

Un elevado déficit público

Bélgica ha presentado en 2023 un déficit público del 4,4% sobre el PIB, superando el desequilibrio fiscal de países como España, justo ahora que se acercan las elecciones. Además, las previsiones de la Comisión Europea revelan que el déficit va a seguir en aumento. "Sin duda, la situación actual no puede continuar", asegura Peter Vanden Houte, economista de ING en Bruselas. "Tal vez sea necesario mucho tiempo para tener un nuevo gobierno. Todo esto significa que Bélgica podría ser vulnerable a los disturbios en los mercados financieros".

El camino aparentemente imparable hacia una mayor deuda es producto del estancamiento político en un país dividido liderado por el primer ministro Alexander De Croo y su coalición de siete partidos, aseguran desde Bloomberg. Al igual que los países del sur, la deuda de Bélgica como porcentaje del PIB ya supera el 100%, y esa proporción aumentará 10 puntos porcentuales para 2029, según el Fondo Monetario Internacional. Pronto tendrá el tercer mayor ratio de deuda de la zona del euro después de Grecia e Italia. A ese total contribuyen los déficits presupuestarios anuales proyectados por el FMI de alrededor del 4% al 5%, apenas un punto porcentual menos que los de Estados Unidos.

Los analistas de Bloomberg explican que todos los movimientos para rebajar su déficit y deuda se han disipado ante las discrepancias políticas fruto de una frágil configuración después de 652 días de negociaciones para formar el gobierno actual tras las elecciones de 2019. Pese a la formación de Gobierno, las tensiones se han mantenido torpedeando las reformas o cualquier cambio en materia de política fiscal.

La división que impide el progreso en Bélgica

Bélgica es un país dividido, completamente polarizado, ante un norte pujante, mucho más rico y con el neerlandés como lengua y un sur más pequeño, con una renta per cápita mucho más baja y de habla francesa. Esta desigualdad tampoco ayuda a que el país apruebe políticas de consenso que sean útiles para fomentar el crecimiento potencial y lograr la sostenibilidad de la deuda pública. Además, todo hace indicar que el mayor apoyo a un partido populista y antiinmigración podría complicar las cosas. El grupo de extrema derecha Vlaams Belang, que desde hace mucho tiempo pide la secesión de la región norte de Flandes, obtendría más del 25% de los votos allí.

Desde Capital Economics creen que Bélgica logrará reducir su deuda muy poco a poco en un escenario que va desde 2024 a 2050, pero aun así ve ciertos riesgos de que sus previsiones no se cumplan: "Los riesgos probablemente apuntan a una caída más lenta del ratio de deuda que en nuestro escenario central (prevé un descenso al 90% del PIB en 2050). Una preocupación es que la polarización política podría obstaculizar los esfuerzos para reducir el déficit presupuestario. Es difícil, incluso para un gobierno que funciona bien, endurecer la política fiscal, pues imaginen uno en el que hay grandes diferencias. Tras las elecciones de junio, Bélgica podría verse obligada a trabajar bajo un gobierno interino durante un período largo de tiempo". Esto impediría cualquier tipo de reforma o recorte que redujese el déficit y la deuda.

Es muy poco probable que un partido obtenga la mayoría en las elecciones de junio. El partido comentado anteriormente, Vlaams Belang (VB), encabeza las encuestas, pero se prevé que obtenga sólo 20 escaños, muy por debajo de los 76 necesarios para formar una mayoría, mientras que buena parte del espectro político se niega a pactar con la ultraderecha y no entrarán en una coalición con VB. Las últimas encuestas sugieren que habrá grandes dificultades para que se forme un gobierno sólido: "Si los partidos no logran formar una coalición, un gobierno interino solo podría renovar el presupuesto de 2024. Por sí solo, eso no tendría un impacto significativo en la trayectoria de la deuda. Pero un panorama político fracturado dificultaría la austeridad fiscal en el largo plazo".

Una población que envejece

Otro riesgo proviene del envejecimiento de la población de Bélgica. Sin un cambio de política para compensar el coste fiscal del envejecimiento, el déficit presupuestario de Bélgica aumentaría un 3,5% del PIB entre 2025 y 2050, lo que provocaría que el ratio de deuda aumentara exponencialmente, aseguran desde Capital Economics.

Al igual que sucede en España o Italia, los futuros gobiernos de Bélgica necesitarán realizar recortes presupuestarios sustanciales durante las próximas décadas para compensar estos mayores costes del envejecimiento. Los analistas de esta firma de inversión advierten de que sin un Gobierno sólido que comience a implementar recortes paulatinos en el gasto relacionado con la tercera edad, el escenario de largo plazo para Bélgica cambia mucho: del 90% de deuda sobre PIB que prevé el escenario base se pasaría a otros de una deuda del 160% del PIB.

Estos son los problemas de Bélgica, en parte parecidos a los del sur de Europa: deuda, déficit, inestabilidad política, polarización y grandes dificultades para hacer lo que todo el mundo sabe que hay que hacer, pero nadie se atreve: recortar el gasto destinado a las clases pasivas para invertir en las clases que producen.

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