Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.
Economía

Las políticas implementadas durante la crisis del covid han sido como una suerte de experimento que ha servido para demostrar que en esta vida nada es gratis. Parafraseando a Mark Twain, los rumores sobre la muerte de la inflación habían sido exagerados. La puesta en marcha de políticas fiscales ultra-expansivas, financiadas por unos bancos centrales que hundieron los tipos de interés y se lanzaron a comprar toda la deuda que los gobiernos emitían para disparar su gasto público muestra ahora su coste. La inflación ha vuelto a la vida y lo ha hecho con la mayor fuerza en 50 años.

Pese a que el último dato inflación de EEUU confirmó que la subida de los precios sigue bien viva, los mercados miraron hacia otro lado y terminaron la semana pasada con un tono relativamente positivo. Esta semana, la situación no parece muy diferente. El lunes, las bolsas subieron con fuerza al compás de los bonos (sube su precio y cae su rentabilidad). Parece que existe cierto optimismo en algunos segmentos del mundo de la inversión pese la lista de interminables riesgos que acosan a la economía y que pueden complicar sobremanera el escenario de un día para otro (la opción nuclear de Rusia sigue siendo un riesgo). ¿Están subestimando los mercados lo que puede estar por venir?

La fuerza implacable de la inflación ha devuelto de golpe a los bancos centrales a la dura realidad. Los 'señores del dinero' tienen que pilotar el fin de años de políticas monetarias ultra-expansivas. Para completar este aterrizaje, tanto el BCE como la Fed podrían tener que llevar los tipos de interés oficiales por encima de lo que se conoce como tipo de interés neutral. Este tipo de interés es como una especie de deidad: nadie lo ha visto, pero todos los banqueros centrales creen en él. Es un concepto misterioso, abstracto y de complejo cálculo, que, sin embargo, es clave para alcanzar el equilibrio en la economía.

El milagro económico de China existe. Desde 1978 (cuando dieron comienzo las grandes reformas), la renta per cápita del 'gigante asiático' se ha multiplicado casi por 30, recortando terreno a buen ritmo a los países desarrollados, incluido EEUU. Sin embargo, China está entrando en una suerte de transición que amenaza con poner fin a este milagro antes de tiempo. Frente al éxito de economías como Corea del Sur, Japón, Taiwán o Singapur, China corre el riesgo de 'ahogarse' antes de llegar a la orilla de la prosperidad, como le ha ocurrido a muchas economías que se quedan atrapadas en la trampa de ingresos medios. En este momento decisivo para China y para el mundo llega el Congreso del Partido Comunista de China, donde se afinarán viejas directrices y se trazarán algunas nuevas con el objetivo de reducir la dependencia de un mundo cada vez más convulso, estirar el milagro económico y repartir los frutos del mismo con una mayor participación de las políticas redistributivas.

La inflación no tiene visos de dar un respiro a la primera economía del planeta. Con cada lectura de IPC de EEUU se repite la pauta: se busca cualquier mínimo atisbo de relajación que el dato final acaba por aplastar. En el informe relativo a septiembre, el IPC general escaló un 8,2% interanual y el subyacente -excluyendo energía y alimentos sin procesar- un 6,6%, el máximo desde agosto de 1982. El mes anterior ambas métricas fueron del 8,3% y del 6,3% respectivamente. Los datos quedan por encima de lo esperado por el mercado, que barruntaba en ambos indicadores una décima menos de lo registrado.

Las fuertes subidas en el precio de la vivienda que se llevan repitiendo trimestre a trimestre, desde que comenzó la recuperación económica, podrían estar a punto de llegar a su fin. A la desaceleración sufrida en los últimos tres meses, ahora se le une el pesimismo del sector inmobiliario, la cascada de previsiones a la baja de grandes instituciones supranacionales y de la propia banca. Los tipos de interés (altos) y las recesiones económicas han sido tradicionalmente la kryptonita de la vivienda. Ahora, todo hace indicar que ambos factores van a coincidir en el tiempo (normalmente esto no ocurre), rompiendo la fortaleza mostrada por la vivienda en los últimos años.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha vuelto ser clara, contundente y precisa en su último boletín mensual. El organismo cree que el recorte masivo en la producción de petróleo de la OPEP provocará un alza en los precios del crudo justo cuando la economía se encontraba ya al borde del precipicio. "Esto puede ser un punto de inflexión para la economía global", sostiene el documento. La OPEP ha dado el último empujoncito que necesitaba la economía para caer al precipicio de la recesión económica.

Los tipos de interés negativos que han reinado en la zona euro desde 2014 hasta 2022 supusieron un cambio importante para el negocio bancario. Las entidades vieron como la bajada de los tipos reducía la rentabilidad de su negocio por varias vías. Una de ellas era a través de la penalización (llegó a ser de hasta el 0,5%) que los bancos tenían que pagar por dejar su exceso de liquidez aparcado en el banco central. Para reducir al máximo este 'daño', algunas entidades alemanas optaron por convertir parte de esa liquidez a efectivo (billetes y monedas), esquivando así, de forma parcial, el impacto de los tipos negativos.

Soplan aires de cambio para el sector inmobiliario. En los últimos días se ha producido una cascada de advertencias (BCE, Banco de España...) sobre un cambio de tendencia en el inmobiliario, provocado por las fuertes subidas de tipos de interés y la desaceleración de la economía. El último organismo en sumarse ha sido el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advierte del riesgo de una corrección "aguda" en los precios de la vivienda, sobre todo en las economías en las que las hipotecas a tipo variable tengan un mayor peso, como podría ser el caso de España, donde históricamente las hipotecas variables han tenido gran peso.

Lo que iba a ser hace unos meses una debacle económica podría terminar en una simple y corriente recesión. Rusia está capeando las sanciones occidentales con mucha más audacia y destreza de lo esperado. Es cierto que el banco central (y el Gobierno) llevaba años acumulando reservas de oro y divisas para sobrevivir a un escenario como este, pero también lo es que la economía rusa está resistiendo mejor de lo esperado, con la ayuda inestimable de la subida de precios de las materias primas, que han disparado sus ingresos por exportaciones y han generado un superávit por cuenta corriente histórico para la economía rusa.