América Latina tiene un lastre del que puede librarse. Una reducción de la violencia que amenaza a las sociedades de la región podría tener una repercusión positiva y directa sobre su capacidad económica. Una homologación completa de los índices de criminalidad con respecto al nivel internacional supondría un crecimiento de medio punto porcentual en el índice del Producto Interior Bruto (PIB) de la región.

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