Incertidumbre. Este el término que mejor define la situación que vivimos desde hace ya más de un año y medio, cuando la crisis provocada por la pandemia puso entre la espada y la pared al tejido empresarial. La difícil tesitura en la que se encuentran tanto grandes como pequeñas y medianas compañías es síntoma inequívoco de una ralentización económica que previsiblemente experimentará un aumento de la morosidad empresarial cuando finalicen las ayudas gubernamentales.