Marta González es redactora en elEconomista.es, donde se incorporó en junio de 2021. Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, le interesa el medioambiente y escribe sobre temas variados, desde startups y criptomonedas hasta barcos.

China es ya la segunda potencia económica del mundo, con un Producto Interior Bruto (PIB) que se espera roce los 20 billones de dólares al terminar 2022 y una población que superó en 2021 los 1.412 millones de habitantes. Por el contrario, Reino Unido se encuentra en el quinto lugar del ranking mundial, con un PIB estimado para este año de 3.376 billones de dólares y poco más de 67.300.000 residentes, según datos de Statista. Y, sin embargo, la libra esterlina es más popular que el yuan chino como medio de pago.

El pasado mes de noviembre, Elon Musk dijo adiós a la mitad del capital humano de Twitter y Meta se propuso reducir su plantilla en 11.000 empleados, es decir, un 13% (esa cifra asciende al 18% en el caso de España). Por su parte, Amazon ya ha empezado a despedir a 18.000 trabajadores -8.000 más de los esperados-, mientras que Salesforce ha anunciado que hará lo mismo con el 10% de su personal, lo que afectará a unas 8.000 personas. A estas compañías se han unido otras tantas del sector tecnológico, hasta superar a las 50.000 destituciones. Una respuesta a los malos resultados registrados en el tercer trimestre del año que muchos han interpretado como la señal definitiva de que EEUU se encamina hacia una recesión. Una teoría que no comparte el economista jefe de Goldman Sachs, Jan Hatzius, por tres motivos.

En 2009, Irlanda estaba sumida en una crisis que parecía interminable. Tras experimentar un crecimiento meteórico en la década de 1990, el país se enfrentaba a un descenso de su actividad que rozaba el 10%. Tal fue la situación, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea se vieron obligados a intervenir con sendos rescates económicos. La nación consiguió salir del atolladero y, gracias a sus ventajas fiscales, llegó a convertirse en hogar de empresas como Google, Facebook, Yahoo, Apple, LinkedIn, Amazon y eBay. Esta condición se tambaleó en 2021 con la decisión del Gobierno irlandés de subir el impuesto de Sociedades al 15% y, ahora, vuelve a estar en peligro debido a los despidos masivos que está acometiendo el sector tecnológico.

El cambio climático no está provocando exclusivamente inundaciones, huracanes o subidas del nivel del mar, también es el responsable de la desertificación y prueba de ello es el río Mississippi. Antaño, por esta vía fluvial se transportaban alimentos, madera, carbón y acero con destino a los mercados internacionales. Ahora, en cambio, lleva tan poca agua que los barcos se quedan encallados, provocando atascos en la cadena de suministros y pérdidas que podrían alcanzar los 20.000 millones de dólares.

Los estudios de masaje Squeeze supieron ver el potencial del autocuidado mucho antes de que estallará la pandemia. Creada por Alli Webb y Michael Landau, fundadores de la marca de cepillos para el pelo DryBar, y la antigua vicepresidenta de marketing de esta compañía, Brittany Driscoll, con el objetivo de perturbar el sector del bienestar, esta startup se ha convertido en apenas tres años en una franquicia de vanguardia que mueve millones de dólares.

El sector cripto no gana para disgustos. Cuando parecía que las aguas se habían calmado tras el desplome experimentado a mediados de año, la plataforma de criptomonedas FTX se ha declarado oficialmente en bancarrota debido a sus problemas de liquidez. Un nuevo golpe que ha arrastrado consigo a la principal criptomoneda por valor de mercado, el bitcoin, en lo que ya supone el quinto mayor colapso de todos los tiempos y el principal desde 1970, según Bank of America (BofA).

Tres años después de su polémico desplome, WeWork sigue presentando batalla. La compañía de coworking se ha visto beneficiada por la inflación y el teletrabajo, los cuales han cambiado por completo las prioridades de las grandes empresas, que apuestan por ser "más ágiles" con sus carteras inmobiliarias corporativas. Un impulso que se ha traducido en unos ingresos de 817 millones de dólares en el tercer trimestre del año -un 24% más que en el mismo periodo de 2021-, pero que no compensan las pérdidas millonarias que arrastra desde 2018.

Dos años y medio después de que estallará la pandemia, la cadena de suministros sigue patas arriba, aunque por motivos diferentes. En 2020, la oferta se vio restringida debido a los confinamientos y la escasez de algunos materiales, mientras que los hogares se lanzaron a consumir aprovechando los ahorros acumulados, lo que disparó la demanda mundial. Ahora, en cambio, el apetito de los consumidores se ha reducido como respuesta a la inflación disparada, la subida de tipos de interés, las tensiones geopolíticas y la recesión que acecha a las principales economías. El mejor ejemplo de este giro es el hecho de que las plataformas logísticas no tengan espacio para almacenar el exceso de contenedores vacíos.

Coincidiendo con la COP27 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), el Global Carbon Project ha presentado su informe sobre la evolución de las emisiones de dióxido de carbono para este año y los resultados no son una buena noticia para el planeta. Según sus cálculos, los gases de efecto invernadero van a crecer alrededor de un 1% con respecto a 2021, cuando tendrían que haberse reducido para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Para África, el continente más expuesto a los efectos del cambio climático, esta inacción será una "carnicería climática", en palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres.

En los dos últimos años, se han llevado a cabo grandes avances en la lucha contra el cambio climático. Uno de ellos es el de poner fecha límite para la venta de vehículos de combustión interna (ICE): a partir de 2035, en el caso de la Unión Europea. Un compromiso con la sostenibilidad al que también se han sumado los fabricantes de coches, apostando por el desarrollo de modelos menos contaminantes. Sin embargo, esto no quita para que algunas de las principales empresas del sector -Toyota, Volkswagen y Hyundai/Kia- tengan previsto añadir al mercado un total de 400 millones de vehículos más de lo considerado sostenible antes de pasarse por completo a la electrificación.