
Coincidiendo con la COP27 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), el Global Carbon Project ha presentado su informe sobre la evolución de las emisiones de dióxido de carbono para este año y los resultados no son una buena noticia para el planeta. Según sus cálculos, los gases de efecto invernadero van a crecer alrededor de un 1% con respecto a 2021, cuando tendrían que haberse reducido para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Para África, el continente más expuesto a los efectos del cambio climático, esta inacción será una "carnicería climática", en palabras del Secretario General de la ONU, António Guterres.
El pasado mes de julio, la consultora Deloitte publicó un informe en el que cifraba el coste de la inacción climática a nivel mundial: 178 billones de dólares en los próximos 50 años, es decir, un recorte de 7,6% del Producto Interior Bruto global sólo en 2070. En el caso de los 54 países de África -cuyas emisiones de CO2 no superar el 4%, pese a representar el 15% de la población del planeta-, el calentamiento de la Tierra se traducirá en una reducción media de su PIB del 20% para 2050 y del 64% para 2100, según se desprende de un estudio encargado por Christian Aid.
Los estragos de este fenómeno provocado por la actividad del hombre llevan años dejándose sentir en las economías del continente africano. En concreto, el crecimiento del PIB per cápita en estos países fue un 10-15% inferior entre 1986 y 2016 debido al calentamiento del planeta, según expusieron varios investigadores el estudio The impact of climate change on incomes and convergence in Africa (El impacto del cambio climático en los ingresos y la convergencia en África) publicado en 2019.
El resultado es que los países africanos están metidos en un bucle de retroalimentación negativa: dado que están más expuestos a los efectos del cambio climático, sus economías se resienten y, como tienen menos recursos, los gobiernos no pueden ayudar a sus ciudadanos a hacer frente al calentamiento del planeta.
El coste de la adaptación
Con las actuales políticas climáticas, Naciones Unidas calcula que los países en vías de desarrollo necesitarán entre 160.000 y 340.000 millones de dólares anuales en 2030 para adaptarse a esta crisis.
El problema es que, a día de hoy, ese apoyo representa "menos de una décima parte de esa cantidad". En 2020, los países más ricos aportaron 29.000 millones de dólares al Fondo de Adaptación para financiar proyectos y programas concretos de adaptación en los países en desarrollo, los cuales son especialmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático. Pese a suponer un incremento del 4% con respecto a lo dado en 2019, está lejos de la cifra a la que se comprometieron en la COP26 del año pasado -cuando acordaron destinar 40.000 millones de dólares para 2025- y todavía más de las estimaciones de la ONU.
Además de aumentar la financiación para la adaptación de los países en desarrollo al cambio climático, la ONU insta a las naciones a "adelantarse" para que lo vivido este 2022 -con inundaciones catastróficas en Pakistán, prolongadas olas de calor en todo el hemisferio norte y subidas del nivel del mar- no se convierta en algo habitual. De lo contrario, "los rangos de temperatura que estamos viendo en las próximas décadas convertirán los impactos climáticos en golpes de efecto para las generaciones venideras", subraya Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y recoge The Guardian.
Menos positivo se muestran los autores del documento de Christian Aid, quienes sostienen que algunos efectos del cambio climático ya no se pueden prevenir mediante la adaptación. Por ese motivo, creen que los países contaminantes también "deben aceptar que se requiere una financiación nueva y ambiciosa para hacer frente a las pérdidas y daños" provocados por las catástrofes naturales que asolan estas regiones.