
Los años pasan y el tiempo para frenar el cambio climático se agota. El precio de no actuar mientras aún se pueda es elevado. Concretamente, el fracaso en la lucha contra la crisis climática podría costar a la economía mundial 178 billones de dólares en los próximos 50 años, lo que supone un recorte del 7,6% del PIB mundial sólo en 2070, según un informe de Deloitte.
Un cambio climático incontrolado -es decir, permitir que las temperaturas del planeta alcancen los 3 ºC hacia finales de siglo-, obstaculizaría el crecimiento económico de todas las regiones. Traducido en términos humanos, como señala el informe, supondría que las oportunidades de trabajo se agotarían, se perderían los cultivos, aumentaría el gasto sanitario y sería el fin de los viajes.
Dado que este supuesto ha dejado ser un posible escenario y se ha convertido en "la nueva tendencia", no se puede dejar fuera de las líneas de base económicas. De no tenerse en cuenta, el resultado probablemente "será una toma de decisiones pobre, una gestión de riesgos ineficaz y unos esfuerzos peligrosamente inadecuados para abordar la crisis climática".
No obstante, aún hay tiempo, aunque poco. La actual situación es una oportunidad única para reorientar la economía mundial en pos de un crecimiento más sostenible, resistente y equitativo a largo plazo. Según el análisis económico del Global Turning Point Report, si los líderes mundial se unen para llevar a cabo la transición energética, la economía mundial podría ganar 43 billones de dólares en las próximas cinco décadas. Es decir, en lugar de caer casi un 8% en 2070, el PIB mundial aumentaría un 3,8%.
Es cierto que durante la fase inicial de la transición, el coste combinado de las inversiones iniciales en descarbonización, sumado a los daños del cambio climático que ya se han producido, generaría grandes pérdidas. Una tendencia que se revertiría cuando se complete dicho proceso, se empiecen a percibir los beneficios económicos de evitar una mayor subida de las temperaturas y aparezcan nuevas fuentes de crecimiento y se cree más empleo.
La transformación no será simétrica, variará según la región, pero en general casi todos los países y sectores saldrían ganando con la rápida descarbonización. Aquellos más expuestos al impacto económico de un cambio climático incontrolado serían también los que más se benefician de una economía neutra en carbono.