Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.

Da igual cuando lea esto: el empleo de EEUU supera las expectativas en su informe mensual oficial. Este jueves a vuelto a ocurrir, como tantas veces desde la salida de la pandemia. Y con esta, van cuatro seguidas. En junio se crearon en EEUU 147.000 puestos (nóminas) no agrícolas, notablemente por encima de los 105.000-111.000 esperados por los analistas, según el informe publicado por el Departamento de Trabajo un día antes de lo previsto por la celebración este viernes del Día de la Independencia. Además, el dato de mayo se revisa en 5.000 puestos al alza hasta los 144.000. Otra métrica fundamental del informe de la Oficina de Estadística Laborales (BLS), la tasa de paro, ha avanzado en la misma línea: cae una décima hasta el 4,1% cuando se esperaba un repunte de una décima hasta el 4,3%. La primera impresión es clara: el mercado de trabajo americano se enfría gradualmente en vez de sucumbir pese a las erráticas políticas de Trump. La segunda también: con un mercado laboral que no naufraga y la amenaza inflacionaria de los aranceles sobre el tapete, la Reserva Federal no tiene hueco para volver a bajar los tipos de interés por mucho que pataleé el presidente de EEUU. Los 'abogados' de la bajada de tipos ya en julio tendrán que esperar.

La economía global está cambiando rápido y algunos de los países que durante años han dominado la escena internacional están empezando a languidecer. Un buen ejemplo de ello es Alemania, cuya economía lleva años estancada, con un PIB per cápita que incluso retrocede (los alemanes 'viven' peor cada año) y unos salarios que empiezan a ser insuficientes para una parte creciente de la población. La crisis de Alemania es una crisis de modelo que fuerza al país a reinventarse o morir. Nadie duda de la capacidad de la sociedad alemana para salir adelante (parten de un lugar bueno, son una nación muy rica y todavía competitiva), pero durante este proceso de transición habrá perdedores. Las recientes grietas en el mercado laboral son prueba de ello y cada vez son más los que necesitan de algún tipo de ayuda para llegar a fin de mes.

El gran peligro que el mundo entero temía quizá estuvo muy cerca de lo que se pensaba. En medio de los repetidos análisis y advertencias del riesgo de que Irán decidiera bloquear el Estrecho de Ormuz en represalia por los ataques de Israel y EEUU, es posible que el escenario de un grave incidente en este crucial enclave geográfico no estuviera tan lejos de producirse, según han revelado dos oficiales de la inteligencia estadounidense a Reuters. Aunque se ha insistido en que a Teherán no le beneficiaba en absoluto cortar esta vía clave del comercio energético mundial (por ahí exporta petróleo a raudales hacia China, su gran cliente), la situación desesperada en la que podía quedar el régimen islámico le llevó a prepararlo todo para trufar de minas navales un paso marítimo por el que navegan numerosos grandes buques petroleros y metaneros. Obstruir este paso provocaría un shock petrolero global que podría hacer a Washington aflojar su postura sobre Irán, cavilaba el régimen del líder supremo Alí Jamenei.

Los bancos europeos viven un gran momento. Con poderosas alzas en lo que va de año y una racha que se extiende durante varios ejercicios, firmas como Societe Generale, Commerzbank, Santander, Deutsche Bank, Caixabank o Unicredit están en el olimpo de las acciones europeas con avances superiores al 50%. En su conjunto el sector financiero se revaloriza un 21%. Ríos de tinta han corrido sobre el buen desempeño de estas firmas desde la gestión de los recortes de tipos de interés y unos resultados resistentes para probarlo. Sin embargo, algunos analistas sugieren que hay otro factor que está mucho más oculto, pero cuya trascendencia puede ser mucho más poderosa. El sector financiero cuenta con una prima de optimismo ante una posible revolución en el mercado financiero de Europa que los eleve como los grandes ganadores.

El dólar está colapsando a un ritmo acelerado. El índice dólar (pondera a esta divisa contra las principales monedas del mundo) se ha hundido en los seis primeros meses del año, registrando su peor resultado en un primer semestre desde 1973, cuando Richard Nixon era presidente, según publican desde la agencia Bloomberg. Este índice ha caído alrededor de un 10,8% en lo que va de año, en comparación con el desplome del 14,8% en la primera mitad de 1973. Las incertidumbres asociadas a las políticas comerciales del presidente Donald Trump, una política fiscal absolutamente insostenible y la presión para recortar los tipos de interés de la Reserva Federal están hiriendo de muerte a la divisa. Pero lo que es peor, este desplome aún podría tener recorrido, puesto que los desequilibrios de la economía de EEUU son muchos y si la confianza en el dólar no se recupera, la divisa tenderá a caer hasta que se corrijan estos desequilibrios.

La herida inmobiliaria sigue siendo honda en China. La crisis desatada principalmente en 2021 tras la caída del gigante promotor Evergrande sigue persiguiendo a un sector que fue catalizador del excepcional crecimiento chino y que ahora no solo es un lastre, sino un importante riesgo. La quiebra a fascículos de Evergrande desencadenó un intenso escrutinio al sector por parte de los inversores y llevó a una crisis de confianza entre los compradores y a temores de contagio al sector financiero. Desde entonces, las autoridades se han apresurado a echar agua fría sobre el incendio, pero el cuadro general no es precisamente benigno. En este ya prolongado esfuerzo de control de daños, Pekín valora poner fin a una 'tradición' de décadas en el mercado inmobiliario. Un gran gesto que, más allá de lo simbólico que puede resultar, no parece que ayude a cerrar demasiado la cicatriz.

La inflación de la eurozona no dio grandes sorpresas en junio. El IPC adelantado de la eurozona fue del 2% interanual el mes pasado, un repunte de una décima respecto al dato de mayo ampliamente esperado por los analistas. El IPC subyacente (excluye en este caso energía, alimentos, alcohol y tabaco) permaneció en el 2,3% interanual, también como esperaba el consenso de economistas. Ambas variables de ciñen de forma casi rigurosa (el IPC general a la perfección) al objetivo del 2% que se marca el Banco Central Europeo (BCE), con lo que el organismo gana tiempo para decidir si vuelve a recortar los tipos de interés y cuándo después de haber telegrafiado en su reunión de junio que se encuentra en una buena posición para esperar acontecimientos.

No se puede hablar de divorcio. Ni siquiera de separación. Quizá tampoco de crisis matrimonial. Pero lo cierto es que la relación entre EEUU y Suiza se está viendo afectada por las 'trastadas' que Berna está sufriendo de Washington desde que Donald Trump entró de nuevo en la Casa Blanca hace seis meses. Pese a su beligerante agenda, especialmente en materia comercial, nadie esperaba que la tranquila y neutral Suiza fuera una de las víctimas predilectas de sus 'manotazos' ejecutivos. Pero la secuencia es de aúpa. En su pizarrín con los aranceles del Día de la Liberación, Trump hostigaba al país alpino con una tasa del 31%, notablemente superior a la impuesta a una Unión Europea a la que el mandatario ha insultado repetidamente. Por si esto fuera poco, el Tesoro de EEUU ha vuelto a poner a Suiza en la lista de países a vigilar con cautela por si existiera manipulación de divisas. El último golpe se desarrolla en los cielos: EEUU quiere 'engordar' de repente el precio de unos aviones militares de combate que pretende vender a Berna, una adquisición que sembró bastante división en el país helvético.

El Gobierno de EEUU ha dado inicio a un cambio histórico en su economía que busca reducir la presencia de inversores extranjeros en sus activos y lograr una mayor 'autosuficiencia' a nivel de financiación, es decir, reducir el superávit en la balanza por cuenta financiera (entrada de capitales del exterior) por un incremento del propio ahorro interno. Este plan es complejo y peligroso, puesto que para 'expulsar' a los inversores extranjeros, la Fed y el Gobierno Federal implementarán políticas que generen cierta represión financiera y más inflación. Además, entre los cambios se está estudiando una medida para que los bancos americanos se vean incentivados a comprar aún mayores cantidades de deuda EEUU, un movimiento o tendencia que estuvo a punto de acabar con el euro. Las tenencias de bonos soberanos domésticos de forma masiva reducen la diversificación en los balances de los bancos y genera grandes vulnerabilidades ante posibles pérdidas de 'valor' de esos activos, como se pudo ver en Europa durante la gran crisis de deuda soberana que amenazó con llevarse por delante el gran proyecto europeo.