Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.

Las caídas bursátiles de ayer jueves fueron solo un aperitivo de lo que ha ocurrido este viernes en el parqué español. El índice de referencia, el Ibex 35, que ayer aguantaba mejor que sus pares europeos en medio de la sangría por los aranceles recíprocos lanzados por EEUU contra el resto del mundo, se hunde hoy estrepitosamente. El indicador ha llegado a borrar por momentos más de un 7% y ha cerrado con un retroceso del 5,83% hasta los 12.422 puntos. La banca, el sectorial con el mayor peso en el indicador, se ha llevado una hemorragia de más del 10% en algunos valores.

Durante más de un siglo, Alemania ha sido el corazón metálico de Europa. De sus fábricas surgieron motores que rugían con precisión, carrocerías que desafiaban al viento y automóviles que marcaron una época. Pero la huella de los neumáticos sobre el asfalto ha comenzado a difuminarse. Donde antes se ensamblaban millones de vehículos, hoy se apilan los despidos y resuenan preguntas sobre un futuro incierto cargado de peligros. China empieza a imponerse con puño de hierro el mercado del automóvil y EEUU no quiere seguir cuidando de Europa, por lo que Alemania está llamada a redirigir su talento industrial hacia otro fin: la defensa del Viejo Continente.

Pizarra en mano, Donald Trump comparecía anoche para anunciar a bombo y platillo que grava con elevadísimos aranceles a prácticamente todas las regiones comerciales del mundo. El esperado Día de la Liberación, como él y sus acólitos venían denominando a esta ronda de aranceles "recíprocos" generalizados, se salda con un 'tarifazo' del 20% a la Unión Europea como castigo más destacado, si bien China vuelve a recibir ración de aranceles y naciones del sudeste asiático se llevan impuestos comerciales cercanos al 100%, como es el caso de Camboya. Sin embargo, el daño no solo lo va a sufrir el resto del mundo. EEUU también 'pagará' esta escalada en la guerra comercial y, más allá del enturbiamiento de las perspectivas macroeconómicas en medio del debate sobre una pronta recesión, el efecto boomerang ya se está apreciando este jueves en los mercados. "Nadie gana en una guerra comercial" es una de las frases que más se está escuchando estos días en las casas de análisis.

En 1990, la idea de que un polaco medio pudiera alcanzar -y menos aún superar- el nivel de vida de un japonés habría parecido una fantasía. Japón era entonces sinónimo de modernidad, eficiencia industrial y poder económico. Polonia, en cambio, apenas salía del yugo del comunismo soviético y figuraba entre los países más pobres del continente. Sin embargo, si se cumplen las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, Polonia superará a Japón en 2026 en PIB per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo (PPA o PPS por sus siglas en inglés). Una victoria estadística, sí, pero profundamente simbólica.

Algo que parecía imposible parece cobrar cada vez más fuerza en los mercados. ¿Y si el euro se convierte en la gran amenaza del dominio global del dólar y la divisa se vuelve un actor dominante en las reservas mundiales? Si bien el reinado global del dólar está arraigado fuertemente, la realidad es que crecen los defensores de que, tras años de retroceso en las reservas mundiales, el billete verde puede encontrar la tumba de su hegemonía en una rivalidad creciente con su gran aliado.

El recorte de tipos de interés en la eurozona en abril corre peligro. El Banco Central Europeo (BCE) parece ser proclive a hacer una pausa ante la presión del ala más dura del Consejo de Gobierno. Pese a que la inflación de marzo ha deparado sorpresas positivas (el IPC general se ha situado en el 2,2%, dejando muy muy lejos aquel 10,6% de octubre de 2022), la fuerte incertidumbre comercial (los aranceles son una suerte de impuesto que eleva los precios), la abrumadora escasez de mano de obra (la tasa de paro está en el 6,1%), los planes fiscales de Alemania y el rearme europeo han llevado a los funcionarios del BCE a defender la adopción del modo wait and see (esperar y observar) de cara a su reunión de política monetaria del 17 de abril hasta tener más información macroeconómica.

España se ha convertido en la locomotora de la economía de Europa y en el país que registra un crecimiento más intenso y estable en los últimos años y trimestres (con el permiso de algunos pequeños países como Irlanda que presentan una actividad muy volátil). El reinado de España en la economía europea parecía casi asegurado para 2025 y 2026 ante la debilidad de Italia, Francia o Alemania... sin embargo, desde los puertos españoles se puede ver en lontananza la aparición de unos 'barcos vikingos', unos rivales inesperados que podrían batir o acercarse mucho a la economía española en los próximos años. Son tres países que tienen bastante en común, aunque solo tres de ellos forman parte de la UE: los nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia) están de vuelta. Su elevado margen fiscal para gastar y el miedo a Rusia va a impulsar el gasto militar de estas pequeñas economías que forman parte de una misma 'familia'. Más gasto junto a unos multiplicadores fiscales positivos podrían dar como resultado un crecimiento del PIB que ronde el 2% y el 4%, poniendo en peligro el trono que ostenta España. Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia se rearman 'hasta los dientes' y sin problemas fiscales.

La velocidad con la que EEUU ha pasado de imparable máquina de crecimiento económico a candidata universal a la recesión deja traslucir algunas paradojas. Una de las más chocantes se está viendo con el preocupante ritmo que están cogiendo las tasas de morosidad al tiempo que los balances de los hogares muestran solidez y las normas crediticias son menos estrictas. Detrás de esta aparente contradicción, advierten desde algunas casas de análisis, se esconde un peligro inminente para la primera economía del planeta. La recesión no será mañana, pero puede estar más cerca de lo que parece. Hay precedentes, como el de 1990 tras estallar la Guerra de Golfo, que dan fe de lo rápido que puede llegar este escenario.

La historia deja valiosas lecciones de las que se puede aprender en el presente, pero sobre todo da la experiencia para saber cómo actuar cuando el mismo problema aparece una vez tras otra. Grecia, cuna de la civilización europea, fue la fuente de sabiduría y conocimiento que alimentó a Europa y Occidente. Hoy, Grecia puede ser una vez más un ejemplo a imitar si Europa quiere protegerse de Rusia. ¿Por qué? Grecia lleva milenios luchando contra su eterno enemigo, un enemigo que está a las puertas de su casa y que es mucho más grande en términos de población. Sin embargo, Atenas está preparada. De hecho, lleva décadas lista para cualquier conflicto, por lo que su experiencia puede ser una buena guía de la que Europa puede aprender. Esta guía se podría titular 'Aprender a sobrevivir cuando tu mayor enemigo está casa'.

Si las anteriores revoluciones industriales han sido impulsadas por grandes avances en el transporte (máquina de vapor, motor de combustión...), esta nueva revolución industrial podría venir de la mano de una transformación del transporte y la generación de datos e información. Mientras que el carbón, el petróleo o la electricidad estuvieron detrás de los grandes cambios en los últimos siglos, esta vez podría ser el turno de una sustancia que a primera vista está en todas partes, pero que en realidad es extremadamente escasa: el agua.