
Durante más de un siglo, Alemania ha sido el corazón metálico de Europa. De sus fábricas surgieron motores que rugían con precisión, carrocerías que desafiaban al viento y automóviles que marcaron una época. Pero la huella de los neumáticos sobre el asfalto ha comenzado a difuminarse. Donde antes se ensamblaban millones de vehículos, hoy se apilan los despidos y resuenan preguntas sobre un futuro incierto cargado de peligros. China empieza a imponerse con puño de hierro el mercado del automóvil y EEUU no quiere seguir cuidando de Europa, por lo que Alemania está llamada a redirigir su talento industrial hacia otro fin: la defensa del Viejo Continente.
La idea, que hace unos años habría parecido provocadora (y con toda probabilidad muy impopular), se abre paso con fuerza: transformar parte de la infraestructura automovilística alemana (y de otras industrias que están en decadencia) en una maquinaria militar de vanguardia. Según un informe publicado hace escasos días por Deutsche Bank, Alemania se enfrenta a "una industria de defensa demasiado pequeña y a un exceso de fábricas de coches vacías". Ahora, por primera vez, tiene una oportunidad histórica de resolver ambos problemas a la vez.
Si en los últimos tiempos han arreciado las críticas a toro pasado por la pérdida de competitividad y por haber centrado demasiado la poderosa industria nacional en el automóvil -por ejemplo, el grueso de las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) han ido al motor-, las previsiones de algunas casas de análisis eran demoledoras. Un informe de Capital Economics de hace unos meses estimaba que la producción total de vehículos de Alemania menguará un 20% la próxima década. Es decir, una quinta parte de los coches que produce el país germano, serán 'borrados del mapa'. La feroz competencia china, la menor demanda en el gigante asiático y los mayores costes laborales en suelo nacional eran ya una empinada montaña a la que se ha sumado el 'tiro de gracia' de los aranceles de Donald Trump, una decisión especialmente lesiva para el sector.
De ahí la importancia de este ímpetu por el rearme de Europa y su importancia como 'bala de plata' para una industria de la automoción ya en dificultades desde 2017 y duramente azotada tras la pandemia. Los titulares de que Volkswagen, emblema nacional, sopesaba cerrar por primera vez en más de 80 años plantas en suelo alemán supuso una conmoción estatal y una especie de catarsis.
Además, este giro sería una vez más una muestra de la audacia comercial alemana. Los alemanes estuvieron ahí cuando el sueño de los europeos era conducir un Audi o un BMW. Ahora, Europa está entrando en una nueva etapa en la que la seguridad cobra más valor: las fábricas germanas deberían estar ahí para ofrecer los tanques y el armamento que sus socios reclaman. Si los coches 'made in Germany' fueron sinónimo de calidad y fiabilidad, ahora los tanques 'made in Germany' podrían ocupar ese lugar. Esto, a su vez, podría ser la medicina que necesita esta economía 'enferma' que no termina de encontrar el camino hacia el crecimiento.
Los números hablan por sí solos. En 2023, las ventas de armamento de las principales empresas alemanas apenas representaron un 0,2% del PIB. En contraste, la industria automovilística representaba un 5% del PIB y daba empleo a diez veces más personas. Sin embargo, la producción de automóviles ha caído un 31% desde su pico en 2011, dejando plantas operando al 25% de su capacidad, con 100.000 empleos en riesgo y una factura de reestructuración de hasta 10.000 millones de euros.
Deutsche Bank estima que reconvertir parte de esa capacidad para el sector de defensa podría reducir significativamente los costes de este ajuste, mientras se da respuesta a una necesidad urgente: rearmar a Alemania y reforzar su autonomía estratégica. "La demanda parece destinada a crecer", apuntan los analistas, que citan tanto la reposición tras las exportaciones récord a Ucrania como la necesidad de recuperar el inventario perdido en las últimas décadas.
El auténtico 'game changer'
El cambio constitucional aprobado estas semanas, que permite endeudarse sin límite para gasto en defensa más allá del 1% del PIB, ha sido un giro de guion propio de un cambio de época. El informe del banco alemán lo describe como un 'game changer', que permitirá aumentar el gasto hasta el 3,5% del PIB en 2028. Eso supone más de 170.000 millones de euros adicionales en solo tres años. Un nuevo gobierno de concertación nacional entre conservadores y socialdemócratas con el compromiso de hacer "todo lo que haga falta" para proteger la paz ha sentado las bases de esta transformación.
Algunas señales ya emergen. El gigante de la defensa Rheinmetall planea quintuplicar su facturación hasta los 50.000 millones de euros en cinco años y contratar a 8.000 personas más. Pero mirando a otras industrias 'anexas', las sinergias están ahí: disciplina industrial, capacidad logística, experiencia en producción en cadena. La propia Reihnmetall ya ha acordado emplear en sus fábricas de municiones al grueso de los 900 trabajadores de una planta de piezas de automóvil de Continental, famosa por sus neumáticos, que está cerrando. 'Conti', como se la conoce en Alemania, también tiene previsto reconvertir sus plantas de Berlín y Neuss, donde fabricaba piezas para empresas automovilísticas y energéticas, en fábricas de armas y municiones.
Los ejemplos empiezan a proliferar. Una planta de Alstom en Sajonia, que antes fabricaba trenes, ha sido adquirida por el fabricante franco-alemán de tanques KNDS y empezará a producir carros de combate a finales de este año, concluyendo la reconversión total de la planta en 2027. KNDS quiere conservar aproximadamente la mitad de los 700 empleados de Alstom allí y ha dicho que producirá componentes y módulos para sus tanques de batalla Leopard 2, así como para sus vehículos blindados Puma y Boxer en la fábrica de trenes.
Hensoldt, fabricante estatal de sensores y radares, está en conversaciones para contratar equipos de ingenieros de software de Continental y Bosch. Como dato, estos dos de los mayores proveedores de automóviles de Alemania han anunciado más de 10.000 recortes de empleo en el último año. Los radares de alto rendimiento de Hensoldt, por ejemplo, se utilizan en la defensa aérea de Ucrania y, según se dice, incluso son capaces de detectar bombarderos furtivos como el F-35, de fabricación estadounidense. Oliver Dörre, director general de la firma, ha reconocido en una entrevista en Reuters que su empresa "se beneficiaría de las dificultades del sector automovilístico", al permitirles hacerse con trabajadores cualificados.
El proveedor de la industria automovilística ZF Friedrichshafen, que está inmerso en un proceso de reestructuración que puede provocar el cierre de plantas alemanas, ha estado en contacto con empresas de defensa para trasladar trabajadores, según ha declarado, citando "sinergias industriales". Desde Renk, fabricante de cajas de cambios para tanques y con propiedad mayoritaria de Volkswagen hasta 2020, destacan que el sector de la automoción se ha convertido recientemente en el centro de atención, especialmente en lo que respecta a la ampliación de las capacidades de producción.
"Este proceso tiene aún recorrido. La utilización de la capacidad en los sectores más adecuados para la reconversión, como los metales, la automoción y la maquinaria, es muy baja. Un firme compromiso del próximo gobierno de aumentar el gasto en defensa y, sobre todo, la eliminación de las restricciones al endeudamiento público para defensa, incentivarán también la inversión en ampliación de capacidades", apunta en un informe para clientes Franziska Palmas, analista de de Capital Economics.
Hans Atzpodien, director de la asociación alemana de la industria de defensa, ha subrayado que el sector puede aumentar su capacidad de producción con bastante rapidez siempre que tenga garantías de la demanda futura. "Dado que la mayoría de los demás grandes países de la zona euro, entre ellos Francia, Italia y España, tienen menos prisa por aumentar el gasto en defensa, Alemania también debería poder colmar algunas lagunas de producción nacional a corto plazo con exportaciones a esos países", vislumbra también Palmas como oportunidad y como catalizador de este impulso.
Plantar hoy para recoger mañana
La reconversión, sin embargo, no será fácil. "Transformar una fábrica de coches en una planta de blindados lleva de dos a tres años", señala el informe de DB. Las herramientas y maquinaria son distintas, y muchos trabajadores no están dispuestos a mudarse. Para superar estos obstáculos, Deutsche Bank recomienda reformas estructurales como mayor flexibilidad laboral, incentivos a las empresas de transferencia de personal, y agilización de los controles de seguridad para nuevos empleados.
Pasar de un puesto civil a uno en defensa no siempre es fácil, constata Eva Brückner, directora general de la consultora alemana de contratación Heinrich & Coll en una entrevista con DW. "La transición sólo es posible en determinados puestos y funciones especializadas", afirma Brückner, especializada en selección de personal para la industria de seguridad y defensa.
Un trabajador cualificado de la cadena de montaje de Volkswagen podría, por supuesto, hacer el mismo trabajo en una empresa de defensa, señala la experta. Del mismo modo, un ingeniero de desarrollo puede pasar al sector de defensa tras un cierto reciclaje. Sin embargo, para otras funciones, la transición no es tan sencilla, especialmente en ventas o compras, aclara. "Un comprador de la industria automovilística, acostumbrado a que los proveedores se pongan a sus órdenes, no puede colocarse fácilmente en el sector de defensa".

El reto es inmenso, pero también lo es el potencial. Alemania es ya líder europeo en tanques y artillería, con empresas como Rheinmetall, KNDS o MTU Aero Engines a la vanguardia. Pero la modernización requiere ampliar aún más la capacidad productiva. Solo para recuperar los niveles de 2004, Alemania necesitaría fabricar 2.000 tanques, 1.400 vehículos de infantería y 800 piezas de artillería. A los ritmos actuales, eso llevaría entre 10 y 15 años.
A todo esto, se suma la presión geopolítica. Un giro en la política exterior estadounidense ha encendido las alarmas en Berlín. El canciller in péctore Friedrich Merz ha insistido en que Europa debe "lograr la independencia de EEUU" en materia de defensa. Mientras tanto, el gasto militar global bate récords y Europa empieza a mirar hacia dentro, con iniciativas para fomentar las compras de armamento europeo, lo que abre oportunidades para los fabricantes nacionales.
El mapa industrial también juega a favor. Hay zonas de solapamiento entre polos automovilísticos y de defensa en lugares como Stuttgart, Múnich, Kassel o Bremen. Ahí es donde puede fructificar el trasvase de personal y recursos. A medida que los fabricantes de coches reducen capacidad, los contratistas de defensa podrían absorber parte de esa infraestructura y talento técnico, según explican los expertos del banco alemán.
Aunque la transición será lenta, la dirección parece clara. Alemania tiene ante sí la posibilidad de renacer como potencia industrial militar. Y lo hará no desde cero, sino con décadas de experiencia en ingeniería, calidad y producción en masa. Como escriben los analistas de Deutsche Bank: "La industria del automóvil necesita recortar rápido, pero las empresas de defensa necesitarán entre dos y tres años para adaptar sus plantas tras recibir los pedidos".