Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.

Ya se veía venir hace unos días, pero hoy ya es oficial: la maquinaria industrial de China ha comenzado a griparse. El índice oficial de gestores de compras (PMI) del sector manufacturero se ha hundido hasta los 49 puntos en abril, marcando su peor nivel desde diciembre de 2023. El dato, publicado este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas del país asiático, no solo queda por debajo del umbral que separa expansión de contracción (50), sino que rompe bruscamente con la lectura de 50,5 del mes anterior y supera en negatividad las previsiones del mercado, que esperaban 49,7. Es una señal inquietante del daño que la nueva guerra comercial con EEUU ya está provocando en el corazón productivo de la segunda mayor economía del planeta. Además, el golpe queda reflejado también en los precios del petróleo, que rompen la barrera de los 60 dólares en el West Texas y cae a los 62 dólares en el caso del Brent, lo que evidencia que la demanda de crudo se está reduciendo a marchas forzadas. Este descenso del precio del crudo es un claro síntoma de la debilidad que se espera a partir de ahora en la demanda china y probablemente a nivel mundial, derivada de la guerra comercial y el impacto sobre la confianza y expectativas de los agentes.

Hasta la fecha, la guerra comercial entre EEUU y China ha tenido, sobre todo, consecuencias en los mercados financieros. Los disparatados aranceles entre ambas potencias han vapuleado las bolsas mundiales y los mercados de bonos, pero la economía apenas ha sentido el 'pellizco' (por ahora). Sin embargo, las empresas y los analistas ya han empezado a atisbar la tormenta en el horizonte y no pinta nada bien: estanterías vacías en los comercios, inflación y recesión son los tres componentes de esta tormenta que se cierne sobre la economía real de EEUU. Además, esta compleja coyuntura tiene otra cara (la otra cara de la moneda), China ha empezado a reducir la producción de sus fábricas, lo que está dejando a una parte de los empleados chinos sin trabajo (con menos horas de trabajo, al menos). La guerra comercial está ya dañando la economía real de las dos potencias más grandes del mundo, lo que sin duda hará mella en el PIB global.

Aunque la nueva pantalla de la guerra comercial entre EEUU y China tiene mucho de dialéctico, el poco tiempo en vigor de los aranceles por encima del 100% ya se está reflejando en el transporte marítimo. El temor al elevado castigo de los aranceles por parte de EEUU está provocando que se frenen muchos envíos desde el gigante asiático. Las navieras, estresadas en esta rápida gestión de la reducción de los pedidos, multiplican las conocidas como 'salidas en blanco' (blank sailing en inglés), en referencia a las cancelaciones de viajes programados. Otra imagen que se está presenciando es la de grandes buques de mercancías partiendo prácticamente vacíos hacia América.

Cada vez hay menos dudas de que la economía de Marruecos se está convirtiendo en una de las más potentes de África. El fuerte desarrollo de la industria del automóvil, un mercado laboral con mano de obra que presenta cierta cualificación y una situación geográfica privilegiada convierten al país norteafricano en un imán para la inversión extranjera. Pero Marruecos no solo se conforma con el automóvil y pone ahora los ojos en el mar con una estrategia que podría amenazar a un importante negocio español. Entre los ecos de los martillos y el olor a sal del Atlántico, Casablanca se prepara para una transformación que podría redibujar el mapa de la industria marítima de la zona. Donde antes solo operaban pequeños astilleros pesqueros, Marruecos se está preparando para levantar el que será el mayor astillero de toda África: una infraestructura del tamaño de una treintena de campos de fútbol diseñada no solo para reparar y mantener embarcaciones, sino para pugnar con los astilleros del sur de Europa, como los de España y Navantia.

Una cosa es tener un arma y otra muy distinta disparar con ella. Cuando la semana pasada los rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU se disparaban sin medida, muchos cuellos se giraron hacia China. El gigante asiático, especial perjudicado de los aranceles de Donald Trump e importante tenedor de bonos del Tesoro, se convertía en el principal sospechoso de las ventas masivas. Pekín lleva ya tiempo deshaciendo poco a poco sus tenencias de deuda americana (ha pasado en pocos años de superar el billón de dólares a unos 760.000 millones actualmente) y el relato encajaba a la perfección: la 'venganza' china de la que tanto se ha hablado estaba servida. Sin embargo, a falta de datos definitivos, parece que el 'crimen' lo cometieron otros y Pekín, más allá de alguna venta puntual en el fragor del momento, se mantuvo a la expectativa. A fin de cuentas, aunque mantenga el 'arma' cargada, tiene buenos motivos para no empezar a disparar sin control.

Más interrogantes en torno al mercado laboral de Reino Unido. En medio de la perenne polémica por la falta de calidad de los datos, las últimas cifras conocidas reflejan una caída en el empleo inédita desde lo peor de la pandemia. Un escenario que contrasta con el de unas subidas salariales que siguen poniendo en muchos apuros a los garantes de que la inflación no se vuelva a desbocar: los funcionarios del Banco de Inglaterra.

En un contexto de creciente incertidumbre global y desinflación persistente (al menos en Europa), el Banco Central Europeo (BCE) se prepara para recortar los tipos de interés en 25 puntos básicos en su reunión de política monetaria del 17 de abril, lo que dejaría la tasa de depósito en un 2,25%. Sería la séptima bajada del precio del dinero desde el verano del año pasado y la sexta consecutiva. Con la inflación por fin controlada y en camino hacia el 2%, ahora el banco central centra su atención en los aranceles, la presumible desaceleración de la economía y la creciente incertidumbre. En medio de todos estos nubarrones, el euro parece hacerse fuerte, mientras que el petróleo no para de caer. Estos dos factores combinados podrían ayudar a llevar los precios hacia el nivel deseado, al mismo tiempo que allana el terreno a la bajada de tipos del banco central. Tanto es así que, aunque se antoja una hipótesis improbable, algunos analistas redoblan la apuesta y señalan a un posible recorte jumbo de 50 puntos básicos el jueves.

Si la mayor potencia económica del mundo (y tu principal cliente) te pone aranceles gigantescos y tú respondes devolviéndole el golpe, es porque tienes un plan que sabes que te puede hacer ganar la partida. China debe creer que puede salir victoriosa de la guerra comercial en toda regla que ha iniciado EEUU por orden de su presidente Donald Trump. A Pekín no le está temblando el pulso a la hora de responder a los aranceles de EEUU pese a que el 'gigante asiático' vende cada año mercancías más de 400.000 millones de dólares al 'gigante americano'. China, gane o no gane la guerra, tiene herramientas y resortes suficientes para hacer daño a la economía de EEUU... y a la del resto del mundo como víctima colateral. La cuestión es hasta dónde están dispuestos a llegar en Pekín para ganar una guerra comercial.

En los bulliciosos mercados de Europa, donde la tradición y las nuevas corrientes provenientes de todas partes del mundo generan un bonito mosaico (productos europeos, chinos, americanos...), se cierne una sombra de inquietud. Las recientes políticas arancelarias del presidente estadounidense Donald Trump han desatado una tormenta en el comercio global que va a generar grandes desvíos de mercancías. En esencia, China va a tener serios problemas para vender a EEUU los cientos de miles de millones que exportaba en bienes. ¿Y cuál es la economía en el mundo que se parece más en tamaño, riqueza, patrones de consumo, etc. a la americana? Blanco y en botella: Europa. El Viejo Continente teme ser el próximo puerto donde 'encallen' miles de buques chinos rebosantes de mercancías a precios de derribo.

Un pequeño rayo de luz atraviesa el nubladísimo cielo de EEUU. La correosa inflación se relajó en marzo más de lo esperado. El índice de precios al consumo (IPC) cayó cuatro décimas el mes pasado hasta el 2,4%, situándose una décima por debajo de lo esperado. El IPC general disminuyó un 0,1% en tasa intermensual, la primera disminución en casi cinco años. En la misma línea, el IPC subyacente, que excluye elementos volátiles como la energía y los alimentos y en los últimos tiempos se ha mostrado más 'pegajoso', desaceleró tres décimas hasta el 2,8% interanual cuando se esperaba un 3%: es la lectura más baja desde marzo de 2021. Aunque el conjunto es positivo, estos datos no cambian sobremanera el 'tornado' que ha envuelto a la economía de EEUU con el regreso de Donald Trump ni acaban de aflojar la 'soga' alrededor del cuello de la Reserva Federal. El banco central sabe que tiene que volver a bajar los tipos de interés (no lo hace desde diciembre) para que la economía no sucumba, pero necesita un mayor enfriamiento del mercado laboral y pruebas de que la desinflación no es un espejismo.