Trump ha anunciado el mayor ataque arancelario de la historia moderna. Un arancel base del 10% para todos los países del mundo, y una larga lista de naciones con tasas mayores. El presidente ha optado por atacar a cada uno de los países con los que tiene más déficit comercial con un tipo distinto, todos ellos mucho más altos de lo que se esperaba, y que llegan hasta el 50% en algunos casos. Los principales países afectados son los de la UE, que sufrirán un arancel del 20%, y China, que recibirá uno nuevo del 34%.
La lista de aranceles es bastante larga y, como había prometido en el primer momento, no será una 'tarifa plana' igual para todos, sino que será diferente para cada uno. La tasa básica para todos los países del mundo será del 10%, y luego subirá para los "peores socios". Entre otros, impondrá una tasa del 20% a la UE, del 34% a China, 46% a Vietnam, 32% a Taiwán, 24% a Japón, 25% a Corea del Sur, 36% a Tailandia, 31% a Suiza, 32% a Indonesia, 24% a Malasia, 49% a Camboya, 30% a Sudáfrica, 29% a Pakistán y del 17% a Israel, entre otros. Turquía, Colombia o el Reino Unido se quedarán en el 10%. Todos esos aranceles entrarán en vigor esta noche, junto al 25% a los automóviles que ya había anunciado la semana pasada.
Según la cadena CNBC, la portavoz de la Casa Blanca le ha asegurado que al arancel del 34% a China se sumará al 20% actual, llegando al 54%. También ha anunciado que cerrará la excepción 'de minimis' que permitía las exportaciones de productos de pequeño valor desde China esquivando las aduanas, lo que afecta directamente al modelo de negocio de Shein o Temu.
Por contra, Canadá y México no figuran esta jornada entre los países perjudicados. No obstante, el primer ministro canadiense, Mark Carney, ha recordado que siguen vigentes los aranceles por el fentanilo -en alusión a las tasas del 25% sobre todas las importaciones canadienses en protesta por la supuesta entrada de esta droga y de migrantes sin documentación a territorio estadounidense- así como las tasas sobre el acero y el aluminio.
El presidente ha acusado a todos los países del mundo de "saquear, violar y robar" a EEUU. "Nuestros trabajadores veían angustiados cómo los saqueadores extranjeros robaban nuestras fábricas y hacían trampas a nuestros contribuyentes". Y ha repetido su creencia equivocada de que los aranceles son una especie de impuesto que los países se pagan entre sí: "Los demás países han crecido a nuestras expensas. Estamos subsidiando a México y Canadá unos 200.000 millones de dólares anuales. Tenéis que trabajar por vuestra cuenta. Esa es la causa de la deuda que pende sobre nuestras cabezas".
Dando una extraña clase de historia, Trump ha asegurado que "Cuando nos financiábamos con aranceles, teníamos tanto dinero que no sabían qué hacer". Crearon una comisión para decidir qué hacer con el dinero que nos sobraba. Entonces, por algún motivo desconocido para la humanidad, en 1916 crearon el impuesto sobre la renta para que nos financiaran nuestros ciudadanos en vez de que fueran los otros países los que nos pagaran". Con los aranceles, Trump espera "recaudar billones y billones de otros países con los que bajar impuestos y pagar nuestra deuda pública".
Por supuesto, las cosas no funcionan así. Los aranceles impuestos por Trump los pagarán los propios ciudadanos estadounidenses cuando adquieran productos importados, no los países extranjeros. Y EEUU no ha estado mandando dinero de sus impuestos a otros países por los aranceles impuestos sobre EEUU. Pero Trump está convencido de que este tipo de impuesto funciona así, y está dispuesto a tomar decisiones que sacudirán a la economía mundial.
Una teoría defendida durante décadas
Desde luego, si de algo no se le puede acusar al presidente de EEUU es de falta de consistencia. Trump lleva décadas asegurando que EEUU necesita aranceles para "defenderse" de sus enemigos, pero también de sus socios y aliados. En los años 80 ya pedía aranceles contra Japón, cuando EEUU se encontraba en un estado de incertidumbre económica ante el ascenso del país asiático. Pero tras su crisis inmobiliaria, que le eliminó como rival comercial en la década de los 90, Trump pasó a preocuparse por China, que había pasado a ser el país que crecía de forma imparable. Pero siempre advertía que sus socios se estaban "aprovechando" del comercio con EEUU más que sus rivales.
En su primer mandato, Trump ya intentó poner aranceles, pero por aquel entonces estaba rodeado de economistas ortodoxos y republicanos tradicionales que defendían el libre comercio por encima de todo. Gary Cohn, entonces director del Consejo Económico Nacional, contó que una vez llegó a llevarse de la mesa del Despacho Oval una orden para imponer aranceles a Canadá antes de que Trump pudiera firmarla. El resultado de aquellos esfuerzos por controlar los deseos de Trump fue que el arancel medio de EEUU apenas subió un punto, con ataques muy dirigidos a importaciones chinas concretas (paneles solares, lavadoras) o a productos específicos, como el acero.
Sin embargo, en este segundo mandato, Trump se ha quitado las 'cadenas' de la ortodoxia económica que le ataron y ha decidido lanzarse a por la mayor subida de aranceles de la historia, devolviéndolos a niveles que no se veían desde la Gran Depresión. Un experimento sin precedentes en el comercio mundial.
El gran problema: tres objetivos contradictorios
Los objetivos de los aranceles, en teoría, son recaudar suficiente dinero para poder bajar el resto de impuestos, impulsar la industria nacional y trasladar los costes a los países extranjeros, de forma que no produzcan inflación. Sin embargo, según advierte el premio Nobel de Economía Paul Krugman, los objetivos son contradictorios: si la industria nacional renace y la gente deja de comprar bienes importados, los aranceles no recaudarán gran cosa. Pero si los precios de los productos importados no suben, no habrá ningún motivo para que los ciudadanos dejen de comprarlos.
En otras palabras, para que los aranceles animen a la gente a comprar productos locales, los costes adicionales tendrán que notarse en el bolsillo de los consumidores. Pero, precisamente, la inflación fue una de las principales causas de la victoria de Trump en las últimas elecciones: imponer más subidas de precios por decreto no parece la mejor estrategia política.
A eso se suma una advertencia de TS Lombard bastante más ominosa: el déficit comercial exterior existe porque EEUU necesita un superávit financiero para sostener su creciente deuda. Y ambas son dos caras de la misma moneda: si el déficit comercial se cierra, el superávit financiero se cerrará en la misma medida. Si Trump bloquea la cascada de dólares que llegan desde el extranjero para comprar deuda estadounidense, "la Fed podría verse obligada a sostener los flujos de capital necesarios" subiendo los tipos de interés, lo que podría llevar a una estanflación. "Así es como la inflación de los 60 se convirtió en la crisis de los 70", alerta.
Reacciones internacionales
A lo largo de este miércoles se han sucedido diversas reacciones por parte de líderes políticos mundiales ante el anuncio arancelario. En España, Pedro Sánchez decidió convocar una reunión con los líderes de los sindicatos y de la patronal, en la que ha estado acompañado con algunos de sus ministros, para evaluar las consecuencias de la ofensiva proteccionista norteamericana sobre los sectores más expuestos. Además, el presidente español presentará este jueves un plan de respuesta a las tasas impuestas por el magnate estadounidense.
Por su parte, Keir Starmer, primer ministro británico, ha señalado en el Parlamento que la guerra comercial no beneficia a nadie, y que el conflicto arancelario no debe ser la primera respuesta de Reino Unido. Además, Starmer ha afirmado que se están manteniendo conversaciones "constructivas" para responder de forma calmada y práctica, evitando las reacciones instintivas.
En la misma línea se ha expresado Christine Lagarde, presidenta del BCE, quien ha afirmado este miércoles que los aranceles de Trump serán negativos para el orden mundial. Según Lagarde, estas tasas pueden derivar en una escalada proteccionista, que es dañina incluso para quienes la infligen. Por eso, la jefa de la autoridad monetaria europea considera que, en estos casos, se pueden abrir mesas de negociación para debatir y, eventualmente, retirar dichas barreras comerciales.
Además, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, ha señalado que su gobierno tiene listo un plan de fortalecimiento de la economía frente a los aranceles de Trump y "ante cualquiera de las circunstancias". La mandataria aseguró que la hoja de ruta será desvelada este jueves, dejando un poco de tiempo para evaluar las medidas proteccionistas de Washington y dirigir correctamente la respuesta mexicana.
Otro mandatario del Viejo Continente que se expresó hace pocos días en contra de las tasas de Trump fue Emmanuel Macron. El presidente francés indicó recientemente que los aranceles no eran buena idea ni en términos económicos ni geopolíticos, porque los principales aliados de EEUU serán los primeros en ser afectados.