La COP 21 celebrada en París hace seis años marcó la línea de salida para los objetivos, quizá mejor llamarlos remedios, estructurales a los que la transición energética debería contribuir para decelerar el cambio climático. La misión de ralentizar el incremento del calentamiento medio global a menos de 2 grados centígrados se convertía en necesidad y mandato de recomendable cumplimiento para toda la humanidad. La COP 26 que se celebra estos días en Glasgow se presenta como el primer gran examen - tras los parciales de las COP 22, 23, 24 y 25 para comprobar qué efecto han tenido las medidas acordadas en 2015.